1.- Revistas modernistas en 1894 en México, Argentina y Santo Domingo.   

Estamos tan acostumbrados a señalar que el modernismo llegó tarde a Santo Domingo y “pasó sin pena ni gloria”, que nos asombra encontrar, como lo señalamos en “Modernismo y criollismo en Santo Domingo en el siglo XIX, la turba letrada y los mitos literarios”, Edición de Intec, 2018, que resulta agradable aprovechar un medio masivo como este para borrar ante la audiencia abierta de la Web, que esa turba letrada estaba equivocada.

Como señalamos en el título, iniciaremos nuestro comentario con la revista mexicana, que fue realmente un suplemento literario, dirigida por Manuel Gutiérrez Nájera (1858-1895) el Jefe de Redacción del medio, y por Carlos Díaz Dufoo (1861-1941); seguiremos con la de Rubén Darío (1867-1916) y Ricardo Jaimes Freyre (1868-1933), para terminar con la de Fabio Fiallo (1866-1942) y Tulio Manuel Cestero (1877-1955).

2. La revista de Manuel Gutiérrez Nájera y Carlos Díaz   Dufoo

Hemos tomado de una publicación de la Universidad Nacional Autonoma de México, Unam, http://www.elem.mx/institucion/datos/1752 , los datos que ofrecemos a continuación:

Oficialmente, la publicación se conocía como El Domingo de El Partido Liberal, ya que, desde sus inicios, el 6 de mayo de 1894, la revista fue auspiciada como edición dominical por el periódico El Partido Liberal (1885-1896), cuyo director era Apolinar Castillo y en el cual Manuel Gutiérrez Nájera ("El Duque Job") prestaba sus servicios como jefe de redacción.

El título de la revista podría derivar de varias causas. Quizá se trate de una referencia a la Revue Bleu, que se editaba en París. Puede ser una respuesta a la frase "L’art c’est l’azur", de Hugo, citada por Valera en su "Carta-Prólogo" al Azul… de Darío (aunque se dice también que el título del libro de Darío fue el que realmente influyó en la elección del nombre de la publicación). Además, el propio Gutiérrez Nájera había llamado a una de sus composiciones "Del libro azul" (1880). Otra posibilidad es que el título fuera un manifiesto, en la medida en que ese color es un elemento fundamental para los simbolistas.

Copia de una edición original https://portalacademico.cch.unam.mx/repositorio-de-sitios/historico-social/historia-de-mexico-2/HMII1900-1920/RevistaAzul.JPG

En los anuncios previos a la aparición de la revista, el periódico El Partido Liberal señala que la publicación contendrá producciones selectas de escritores nacionales y extranjeros y se publicará una vez por semana el día domingo. Los redactores exponen los principios de la revista en los artículos titulados "Al pie de la escalera". "El bautismo de la Revista Azul" (escritos por Gutiérrez Nájera), "Azul pálido", "El fundador de la Revista Azul" y "Un año" (redactados por Díaz Dufoo, quien también utilizaba el pseudónimo "Petit Bleu"). De ellos se deduce que la publicación no deseaba responder a un proyecto fijo, predeterminado, y que entre sus propósitos estaba incluir comentarios sobre libros provenientes de Europa, de los cuales se editarían fragmentos.

Generalmente, cada una de las entregas de la revista se abría con un artículo, cuento, ensayo o crónica principal a cargo de Gutiérrez Nájera; le seguían dos o tres colaboraciones de escritores diversos, un artículo de Díaz Dufoo, alguna sección eventual, otras colaboraciones, y cerraba con la sección fija: "Azul Pálido", de Díaz Dufoo, en la que se daban noticias sobre libros, eventos sociales y culturales, críticas de teatro. Un relato de Ángel de Campo (Micros) ocupó la sección titulada "Cartones", que apareció de forma casi regular y hacia fines de 1986 llegó a ocupar la primera página. Por su parte, Luis G. Urbina –quien también utilizaba el seudónimo de "Daniel Eyssette"– publicó en la sección titulada "Caprichos". Otras secciones de la revista fueron "Páginas nuevas" y "Páginas olvidadas", que comenzaron a aparecer a partir de 1895 y duraron hasta el final de la revista.

En la entrega del 10 de febrero de 1895, la publicación lleva una cinta negra en la portada y otra en la última página debido a la muerte de Gutiérrez Nájera. Después de esta fecha, Díaz Dufoo sigue incluyendo textos de Gutiérrez Nájera en las primeras páginas y en algunas ocasiones también aparecen en la portada. En 1896, la revista dedica un número al aniversario de la muerte de su director”

3.- Colaboradores de la Revista Azul

Durante sus tres años de publicación colaboraron 96 autores hispanoamericanos seguidores del modernismo, sin contar a los mexicanos. Entre ellos: Rubén DaríoJulián del CasalJosé Santos ChocanoJosé MartíSalvador Díaz MirónAmado NervoManuel José OthónMaría Enriqueta CamarilloJosé Juan TabladaLuis Gonzaga UrbinaEnrique Fernández GranadosJuan Sánchez AzconaFrancisco M. de OlaguíbelJuan B. Delgado y Francisco de Icaza, al igual que algunos grandes amigos de autores mexicanos que reconocían su talento.”

4.- Unos poemas de Manuel Gutiérrez Nájera

Manuel Gutiérrez Nájera https://static1.squarespace.com/static/5a458c4df9a61e9df8344ffe/5a81b430ec212d6503622fa1/5c5241a57924e83f088675a3/1549008004707/literatura+Manuel+Gutie%CC%81rrez.jpg?format=1500w

Para entonces

  

Quiero morir cuando decline el día,

en alta mar y con la cara al cielo,

donde parezca sueño la agonía

y el alma un ave que remonta el vuelo.

No escuchar en los últimos instantes,

ya con el cielo y con el mar a solas,

más voces ni plegarias sollozantes

que el majestuoso tumbo de las olas.

Morir cuando la luz triste retira

sus áureas redes de la onda verde,

y ser como ese sol que lento expira;

algo muy luminoso que se pierde.

Morir, y joven; antes que destruya

el tiempo aleve la gentil corona,

cuando la vida dice aún: «Soy tuya»,

aunque sepamos bien que nos traiciona

Las Novias Pasadas 

Las novias pasadas son copas vacías;

en ella pusimos un poco de amor;

el néctar tomamos… huyeron los días…

¡Traed otras copas con nuevo licor!

Champán son las rubias de cutis de azalia;

borgoña los labios de vivo carmín;

los ojos oscuros son vino de Italia,

los verdes y claros son vino del Rhin.

Las bocas de grana son húmedas fresas;

las negras pupilas escancian café;

son ojos azules las llamas traviesas

que trémulas corren como almas del té.

La copa se apura, la dicha se agota;

de un sorbo tomamos mujer y licor…

Dejemos las copas…  Sí queda una gota,

¡Que beba el lacato las heces del amor!

Amor

Para aliviar a aquellos que destierra

y darle la esperanza y el consuelo,

Dios puso las mujeres en la tierra

y derramó los astros en el cielo.

Dio luz al valle y a los bosques bruma,

nieve a los montes y a los soles llama

y a la entreabierta flor dijo: ¡perfuma!

y al corazón de las mujeres: ¡ama!

5. Poema de Carlos Díaz Dufoo

Semiofagia

Un camino infinito que hemos recorrido eternamente. al caminar, con ritmo invariable, vuelven, en sucesión necesaria, las mismas ideas, los mismos paisajes, las mismas tragedias. automáticamente, los mismos problemas se resuelven de la misma manera. En un momento, mil veces repetido, renace la vieja sorpresa que conduce a una vieja desilusión. La carne es de piedra y el hombre se acerca a Dios. –Nunca entraremos en un río nuevo.

*

Cumple un año más. En otra época eso pudo tener importancia. pero ahora,

¿qué importa un año más en el tiempo de un muerto?

*

–¿No habéis sentido la necesidad de escribir en un río?

–Fuera mejor hacer música.

*

Sysipho era, en tiempo mayores, un personaje mayor. Su trabajo inútil lo ennoblecía el castigo. Su vida era absoluta porque era personal. Era rebelde sin trascendencia social. La inutilidad tomaba en él la significación de una actitud –infinito momentáneo–, y una razón humana de ser. –En los tiempos modernos, Sysipho es un concepto que justiprecia el lector desinteresado de economía política, el de la actividad dolorosa. Sysipho no tiene ya el orgullo del réprobo. El correr de los años –razón de inercia– lavó su pecado. por movimiento ajeno sigue trabajando, inútilmente sin objeto y sin castigo. –En los tiempos futuros, trabajará sin pena.

Epitafio

Extranjero, yo no tuve un nombre glorioso. Mis abuelos no combatieron en Troya. Quizá en los demos rústicos del Ática, durante los festivales dionisiacos, vendieron a los viñadores lámparas de pico corto, negras y brillantes, y pintados con las heces del vino siguieron alegres la procesión de Eleuterio, hijo de Semele. mi voz no resonó en la asamblea para señalar los destinos de la república, ni en la symposia para crear mundos nuevos y sutiles. Mis acciones fueron oscuras y mis palabras insignificantes. Imítame, huye de Mnemosina, enemiga de los hombres, y mientras la hoja cae vivirás la vida de los dioses.

Carlos Díaz Dufoo https://www.academia.org.mx/media/zoo/images/carlos_diaz_dufoo_9662f286e8f9810e8d3df4d4a6fb33d5.jpg