El 25 de septiembre del 2014 publicamos en Acento.com una “entrevista” que le atribuíamos al amigo Fremio Faneyte, quien falleciera recientemente. Poca gente entendió entonces  que se trataba de una ficción, pues nunca nos reunimos con Fremio con esa finalidad. Además, en la entrevista Fremio “admitía” haber dicho tres mentiras, que tampoco fueron descubiertas por los amigos lectores.

Ahora, al morir Fremio, Acento.com repitió la publicación, volviéndose a producir el mismo fenómeno: muchos siguen creyendo que la entrevista fue real y, lo que es peor, ninguno ha encontrado las tres mentiras.

El cienciólogo

Es por ello, que me siento en la obligación de develar esas interrogantes insistiendo, además, en que no hubo tal entrevista. Fue, simplemente, una excusa que utilicé, tomando como pretexto a Fremio, para poner sobre la mesa algunas cuestiones que creo deberían debatirse con profundidad. No era la primera vez, pues en el año 2001 publiqué en el Listín Diario un ciclo de unas veinte “Cartas a Fremio”, con igual sentido. En las “Cien preguntas”, me propuse llamar la atención sobre algunos personajes importantes de nuestra historia que han sido olvidados. O cuyo aporte se ha minimizado.

También, al tiempo que rendir tributo a algunos protagonistas o actores de hechos vitales, quise levantar el dedo acusador sobre aquellos que, de manera frívola, han querido restar mérito a determinados acontecimientos trascendentales.

Claro, con este fin quise utilizar la sutileza, de manera que el mensaje pudiese llevar al lector a pensar en estos asuntos, llegándole los reclamos de modo subliminal. Para ello, nada mejor que aderezar la “entrevistas” con preguntas ingenuas sobre cultura general y, particularmente, popular.

Abordaré, entonces, esos asuntos y diré cuáles son las tres mentiras, terminando con una pregunta vital que omití. Pero, antes explicaré por qué el fallecimiento de Fremio amerita esta atención, en un mundo donde, en lugar de “Mis 500 locos”, de Antonio Zaglul, tendríamos que buscar una calculadora para saber cuántos tenemos, especialmente, en el ámbito político los que, sin embargo, en algunos casos, pasan como “normales” gracias a que están forrados de billetes mal habidos.

En realidad, Fremio era un verdadero revolucionario. Siempre estuvo al lado de las posiciones más justas. Su centro fundamental de actividad, antes de elegir el congreso y la SCJ, fue Ciudad Nueva, epicentro de las luchas contra los remanentes del trujillato, Zona Constitucionalista en 1965 y mucho más.

Le mandaba fuego a los trujillistas, al PLD, a los reformistas y otras corrientes atrasadas, al tiempo que reivindicaba las hazañas de los héroes y mártires del patio, con muchos de los cuales intercambió ideas y con los cuales mostró su solidaridad.

Jimmy Sierra con Fremio

Muy diferente a los perturbados de la era de Trujillo que presenté en “La ciudad de los fantasmas de chocolate”, donde se evoca una época en la que no había Netflix ni Spotify. Solo radioreceptores y muy pocos aparatos de TV. El entretenimiento se limitaba a escuchar los programas estelares de Don Paco Escribano, Rodriguito, Macario y Felipa, Tamakum (el vengador errante) y la Semana Aniversaria (sic) de La Voz Dominicana. En ese tiempo, algunas casas que tenían un televisor se convertían en cines: cobraban la entrada a dos centavos y vendían helados a los espectadoresa uno, generalmente de batata, tamarindo o coco.

De esa manera, los personajes folclóricos (locos) eran el motivo principal para la diversión popular. Cuando pasaban por una calle la gente no quería que se fueran y los retenían, lanzándoles bromas, burlas y ocurrencias.

Así, teníamos a Barajita (con sus joyas de hojalata), Clinche (con su sonido gutural), El Maco Pen-Pen (tirando piedras a todo el que lo nombraba), Harina( reina del silencio y la tristeza), Rana Bola (y su pata de palo), El Dr. Anamú (que iba al hospital Padre Billini y a todo el que le pasaba cerca le “recetaba” un té de anamù), Pichón de burro (“jediobdo a ga’ que no lo permite la sanidad), Chochueca (el dueño de toda la ropa del muerto, luego de ayudar a “prepararlo” y poner el hielo debajo de la caja, que alejaba el mal olor), Pelao (la competencia de Chochueca),  Tafeta, que se hizo famosa porque ningún calié del SIM podía tocarla cuando decía: “Trujillo tiene el… de oro”)  y otros, incluyendo al Capitán de la Basura o “El Capi”, a quien José Semorile, el fundador de Tele-Inde, canal 13, quiso ridiculizar un día, en la José Trujillo Valdez esquina Concepción Bona cuando, en compañía de varios amigos, llamó al Capi para preguntarle la procedencia de tres medallas (tapitas de refrescos que colgaban de su pecho) y el aludido le respondió, señalándolas: “Esta me la gané porque descendí en un submarino en el desierto del Sahara. Esta otra me la dieron porque aterricé en un helicóptero en el Mar Caribe… y esta última porque le … a tu m… madre”. Desde entonces, los que conocían a Semorile lo hostigaban al preguntarle; “José: ¿y la tercera medalla?

Tampoco, puede compararse con los perturbados de la UASD, el primero de los cuales, y más espectacular, fue Bat Materson,  que quería llenar la ciudad de cloacas y que juró, en el 1964, que se prendería fuego en el altar de la patria si no le daban trabajo. Llegado el día señalado fue al sitio y la multitud reunida allí se impacientó porque él no cumplía su promesa y comenzó a gritar: “¡Que se queme!”, “¡Que se prenda fuego! Los bomberos tuvieron que rescatarlo. Y Donald Read Cabral lo empleó en el Ayuntamiento.

Hilda Gautreaux y Monts Arache

Nada que ver, tampoco, con el Cienciólogo que, vestido de militar, o con traje formal, abusaba de la audiencia lanzándole una retahíla de disparates e incoherencias. Ni mucho menos con  “El hombre del nivel” que, con un aparato de este tipo, recorría los edificios de la UASD, demostrando que “estaban mal construídos”.

Ni siquiera Matos Méndez, el “Reformador”, “creador del idioma caona”, que llegó a publicar un ¿libro?, donde exponía sus “teorías”, basadas en la mezcla de palabras del latín, griego, inglés, francés…”No es correcto, afirmaba, decir comedor sino comedero” También: “Es incorrecto decir once: después del diez debe seguirse así: diez y uno, diez y dos, diez y tres, diez y cuatro…”

En realidad ninguno de ellos tenía una mínima conciencia del fenómeno político. En este sentido, podría decirse que eran acuáticos (como muchos políticos de ahora): incoloros, inodoros e insípidos.

Sólo Fremio se distancia de ese paquete. Fue a él, pues, a quien dediqué las inquietudes que siguen.

LOS OLVIDADOS

En la pregunta No. 3 me referí a Rufino de la Cruz quien, a pesar de haber sufrido el mismo suplicio que las hermanas Mirabal, junto a ellas, ha sido víctima de una tendencia inexplicable a ser ignorado. Subestimado. Desdeñado.

La No 43 presenta a Juan Isidro Jiménez Grullón, uno de los intelectuales más sólidos y revolucionarios de toda la historia de nuestro país. Médico filósofo, historiador, ensayista, educador y político, fue uno de los fundadores del PRD y luchador sin descanso contra la tiranía de Trujillo. Es autor de obras de gran valor, tales como, Una gestapo en América, Sociología política dominicana, Al margen de Ortega y  Gasset, Nuestra falsa izquierda,  La República Dominicana: una ficción, El mito de los padres de la patria, Pedro Henríquez Ureña: Realidad y mito, entre otras. La gran mancha en su hoja de servicio fue que apoyó el golpe de Estado de 1963 contra Juan Bosch lo cual, a pesar de haberse arrepentido más tarde, lo persiguió toda la vida… Y más allá.

El hombre del Nivel, Lachepelle

En la pregunta No. 62 me refiero a Viriato Alberto Fiallo, uno de los intelectuales más honestos que conoció nuestro paìs. Médico de profesión, fue uno de los que firmó el “Memorial de protesta contra la arbitraria ocupación militar de la República Dominicana por tropas de los Estados Unidos de Norteamérica”, el 1 de junio de 1916. El Dr. Fiallo, contrario a muchos otros, se mantuvo en el país, en actitud de lucha abierta contra la tiranía de Trujillo, por lo que sufrió encarcelamientos y torturas. Al caer la tiranía emergió como el líder fundamental del pueblo, encabezando la Unión Cívica Nacional (UCN), que tenía por símbolo un sombrero de pana y lanzando el grito que resonó por todo el paìs: ¡Basta ya!

Al convertirse la UCN en partido político sus oponentes lo crucificaron y él, con poca o ninguna experiencia en campañas electorales, fue superado en pocos meses por Juan Bosch y el PRD, que venían de vivir grandes experiencias en Puerto Rico, Costa Rica, Cuba, México y otros países.

No pudo superar la derrota y, finalmente, cayó en el mismo error que Jiménez Grullón: apoyar el golpe contra Bosch.

Al entrar a la pregunta No 74 nos encontramos con Máximo López Molina, el primer revolucionario que desafió abiertamente, en el mismo terreno de juego, a la tiranía de Trujillo, al aceptar el desafío de formar un partido, el Movimiento Popular Dominicano (MPD), en la calle José Trujillo Valdez (Duarte). Utilizando un simple altoparlante ponía al desnudo todos los crímenes y atrocidades del régimen. Los emepedeistas fueron perseguidos, encarcelados, torturados y asesinados, pero nunca bajaron la guardia.  Derrocado el trujillato y al avanzar el proceso, Máximo López Molina, fue sacado del MPD y comenzó un autoexilio sin fin. Sin embargo, el partido que fundó se convirtió en la organización más importante que ha tenido la izquierda dominicana.

CONTROVERSIAS

Por supuesto, que debí dedicar algunas preguntas a hechos y personajes, de los cuales siempre se ha querido obligar a mirar una sola cara de la moneda.

Tal es el caso de la pregunta No. 24 donde insisto en el tema que abordaron Juan Francisco Martínez Almánzar y Franklin Gutierrez en sus libros  “Enriquillo: ídolo de barro” y “Radiografía de un héroe galvaniano”, respectivamente. . Creo que debería dedicarse más tiempo a auscultar el acccionar de este  personaje, que fue idealizado por Manuel de Jesús Galván en su novela “Enriquillo”. Comenzando, la lectura de esos dos textos podría ayudar a comprender mejor a aquel personaje histórico.

Virgilio F. Almánzar

La pregunta No. 61 es terrible. Escandalosa. Y provocadora. Pero exige un minuto de reflexión: ¿Por qué Duarte estuvo ausente durante 20 años, de 1844 a 1864, mientras en el país, a sangre y fuego, se forjaban las bases de la verdadera independencia, que se logró en 1865?

Otro momento de alboroto lo ofrece la pregunta No. 69, donde se sugiere que fue Ramfis Trujillo y no Balaguer, quien dio los pasos necesarios para democratizar el país (Balaguer era un títere, no tenía ni cinco centavos de poder), desde permitir la entrada del PRD, el 5 de julio de 1961, hasta proceder a sacar a toda su familia del país. Hecho esto, decidió su partida, pero antes cometió el mayor de sus crímenes: el asesinato de de seis de los que ajusticiaron al Jefe, su padre: Huáscar Tejeda, Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño, Tunti Cáceres, Salvador Estrella Sahdalá y Modesto Díaz. Esto, unido a su papel en las torturas y posterior fusilamiento de numerosos expedicionarios de 1959, fueron los dos puntos más negros en su accionar político.

FRIVOLIDAD

Me refiero, en dos de las preguntas, a la poca seriedad e ignorancia que demuestran algunas personas “avanzadas” al, por un lado, restar valor a la acción de los tiranicidas y, por el otro, proclamarse los “héroes de la película”.

El primero de los casos se retrata en la pregunta No. 55. Es frecuente oir a estos profanos decir: “Los que mataron a Trujillo eran iguales que él”, “Eran de su propia camarilla”, “Si hubieran triunfado habrían instalado otra dictadura”…

Machado dijo: “Todo lo que se ignora se desprecia”. Y cuan lejos de la realidad están aquellos que, no habiendo vivido los años terribles de 1930 a 1961, con todas las luchas y sacrificios que se hizo en aquel largo camino hacia la libertad, se apresuran a calificar el 30 de mayo como un ajuste de cuentas. Precisamente, una de las acciones más repudiables de Balaguer fue quitar el carácter de fiesta nacional a aquella gesta gloriosa. La hazaña de esos hombres (que fueron un instrumento de fuerzas ultramarinas), fue tan atrevida que solo dos quedaron vivos. Pero, a partir de ahí no hubo más “La 40”, ni “El 9”, ni “El pozo de Nagua”, ni ningún otro centro de tortura. Vibró “El Caribito” (el 1J4) denunciando: “Conozca los calés” y preguntando: “¿Dónde están los presos políticos?”. Surgió la UCN y llegó el PRD. En fin, se abrieron de par en par las puertas de la libertad, que no pudieron ser cerradas jamás, ni siquiera con los tenebrosos Doce Años, al final de los cuales el Sol volvió a brillar en todo su esplendor al ascender el pueblo al poder, a través del gobierno de Don Antonio Guzmán Fernández.

Capitán de la basura

Los “héroes de la película” son fotografiados en la pregunta 15. Ocurre que, luego de la caída del muro de Berlín  en 1989 y el descalabro del campo socialista el mundo entró en una etapa de reflujo total, donde el individualismo y el “sálvese quien pueda” entregaron sus respectivas cartas de presentación. A partir de ahí desapareció aquella búsqueda de la gran utopía. Y, al no existir ya un “mañana venturoso”, en la mayoría de los países se hicieron añicos las banderas de la honestidad, la solidaridad y la entrega. Con este panorama se perdieron las causas, los fundamentos y los principios. Es en este escenario donde, con un poco de maquillaje o, simplemente, con una buena máscara se  escenifican las farsas cotidianas. Y la hipocresía, la simulación y la mentira  toman el puesto de mando. Es así, como muchos impostores se proclaman las estrellas  de las batallas (Sin saber ni siquiera dónde ocurrieron esos hechos), los héroes de los cruzadas (Sin tener la edad para haber estado allí), los protagonistas  de los zafarranchos (a pesar de haber salido huyendo del conflicto y fueron a parar a miles de kilómetros de distancia.

HOMENAJES

De igual forma, al publicar las “Cien preguntas” me propuse llamar la atención sobre varios casos particulares, con los cuales me identifico plenamente.

Uno de ellos aparece en la pregunta No. 42 y se refiere a Ciriaco Ramírez quien, en la lucha contra contra el dominio francés, en la mal llamada “Reconquista”, perdió frente a Juan Sánchez Ramírez, en la “Junta de Bondillo”, su batalla por lograr que se proclamara la independencia pura y simple.

El segundo caso lo cito en la pregunta No, 38, en la que hablo de Fabré Gefrard, continuador de las políticas solidarias de Alexandre Pétion, quien dio a Simón Bolívar el apoyo necesario para reiniciar sus causas independentistas. Comprendiendo que, a partir de 1861, los dominicanos estaban decididos a luchar firmemente por la independencia y no por entregarse a ninguna potencia colonialista, Geffrard convirtió a Haití en un santuario para los revolucionarios restauradores, brindándoles todo el apoyo posible. Sus aportes fueron tan valiosos que se designó una de las calles más importantes de la capital con su nombre, la cual luego sería cambiado por el de Cordell Hull y, más tarde, por el que lleva en la actualidad: Abraham Lincoln.

La pregunta No. 90 me permite quitarme el sombrero (aunque no uso esa pieza de abolengo) ante uno de los hombres que considero más honestos del país: Federico Lalane José a quien, siendo Contralor General de la República, no le tembló el pulso para solicitar prisión para varios depredadores de la cosa pública.

Chichueca

En las cien preguntas quise, por supuesto, expresar mi admiración y respeto por la mujer dominicana. Y lo hice poniendo como ejemplo a varias damas, con las que compartí algunas experiencias y que considero ejemplares. Las incluyo en las preguntas Nos. 66 y 87. Son ellas, Hilda Gautreaux, Guillermina Puigsubirá, Milagros Ortíz Bosch, Ligia Amada Melo e Ivelisse Prats de Pérez .

Y, en este mismo sentido, aproveché para lanzar la pregunta No.18, donde me siento  feliz al reconocer que la policía nacional, a pesar de ser el instrumento de represión por excelencia (en todos los países) y, por ello, comete a menudo serios excesos, también tiene un lado bien positivo. Varios de los que luchamos por la democracia y las libertades públicas durante los Doce Años tuvimos la suerte de contar con el respaldo de militares y policías, quienes nos dieron apoyo y protección en los momentos defíciles (además de mi caso, cito los de Juan Bolívar Díaz, el Chino Bujosa, Billo Gómez Suardí y muchos otros). De manera especial, quiero dedicar un recuerdo al capitán  Virgilio Félix Almánzar Fernández quien,  siendo instructor de la policía (había sido profesor de Agustín Moises Blanco y Rafael Evangelista, en Dajabón) se ganó la animadversión de varios superiores. Se dice que uno de ellos aprovechó la encerrona del 12 de enero de 1972, para mandarle a buscar: “¿Usted no es amigo de los comunistas?”, le preguntó, “Vaya a parlamentar con ellos para que se entreguen”. Y cuando se acercaba al lugar donde estaban los revolucionarios, comenzaron a disparar desde la parte de atrás, lo que obligó a los sitiados a responder, cayendo varios policías muertos, entre ellos el capitán referido.

Finalmente, la pregunta No. 34 podría ser incluida en “La historia universal de la infamia”, de Jorge Luís Borges. Para muchos, la sentencia 168-13 del TC tenía como objetivo fundamental cumplir el sueño de los enemigos de José Francisco Peña Gómez, quienes lo acusaban de ser haitiano. Y ello así, por cuanto nadie entendería por qué ese tribunal, de manera retroactiva, se remontaba al año 1929 para quitar la nacionalidad a todos los nacidos en el país de padres extranjeros “en tránsito” (por “extranjeros” entiéndase, haitianos). Tal decisión, a todas luces descaminada, desató una ola de protestas en todo el mundo, incluyendo los dominicanos residentes en Puerto Rico, Estados Unidos, España y otros lugares ( la semana pasada, 26 de julio, 2020, en plena pandemia, apareció esta noticia: “EFE. La guardia Costera estadounidense de San Juan informó este domingo que el sábado canceló la búsqueda desde desde hace cuatro días de 11 dominicanos que se extraviaron en el mar, cuando la embarcación en que viajaban ilegalmente hacia Puerto Rico, zozobró cerca del Canal de la Mona”).

El desastre creado por esa fatídica ley solo pudo resolverse con la aprobación del denominado “Plan Nacional de Regularización de Extranjeros”.

Y he aquí, señoras y señores, que ahora debo revelar sin ambages ni circunloquios las tres mentiras que dijo Fremio, en este caso, yo, en las Cien Preguntas.

Paco Escribano

La primera mentira pudo ser detectada desde el principio, pues se trata del preámbulo, donde afirmo que Fremio “no acostumbra dar entrevistas”. ¡Claro! Su frase favorita, para comenzar, era “Tírame algo, ahí”. Añado ahí mismo otro desatino: “Pero luego de unas horas de estarle esperando”. Y sigo diciendo que estuvimos “juntos en las luchas post-trujillato,  revolución de Abril de 1965 y otros momentos estelares, donde él incluso le había salvado la vida a Peña Gómez, Juan Bosch y a Mameyón, entre otros”. ¡Que barbaridad! ¡Le salvó la via a Bosch, Peña…!

La segunda mentira está en la pregunta 67. Algunos la descubrieron temprano, pues se preguntaron ¿cómo es posible unir a Nashla Bogaert (escribí erróneamente Brugal) y a Fefita la Grande en el mundo al que el “tigueraje” llama “buenas hembras”?

Y, la tercera mentira, la más atrevida, la más incorregible, la más sadomasoquista es la respuesta a la pregunta 100, que “Fremio” me lanza, apostrofándome de charlatán. Como se ha visto a lo largo de estas líneas, la respuesta es que no hubo tal entrevista. Todo fue un invento. Un sainete. Una farsa. Una  ficción, pues, en la “entrevista”, Fremio soy yo.

Aclaradas las mentiras me falta proponerles una gran verdad. Inadvertidamente, omití una de los problemas cardinales de estos tiempos. Y, como si fuera la pregunta 101, lo expreso en el relato que fantaseo en las líneas a que siguen.

En pleno congreso nacional, en un juicio político, los senadores están crucificando a un alcalde de un pueblecito del Sur del país (por órdenes superiores, bajo el argumento de responder a la presión de sectores recalcitrantes). Lo acusan de haberle provocado la muerte a una estudiante, al obligarla a abortar, clandestinamente, en una clínica de patio.

En las gradas, varios curas y pastores han desplegado una pancarta gigante en la que se lee: “Por la vida”, mientras que en un rincón hay varias mujeres que lograron colarse en el local y a las que no le dejan abrir un pequeño cartel que traían consigo. La tensión es evidente. Los debates encendidos. Se habla de la moral cristiana, las buenas costumbres, el derecho a la vida y mucho más. Y, súbitamente, desde afuera entran los acordes de una música celestial y, con ellos, el mismo Jesucristo, que ha dejado fuera dos furgones cargados de piedras. Sereno. Dominante, Altivo. Una mascarilla le cubre parte del rostro. Avanza hasta el mismo centro de la sala y deja que de sus labios salgan estas palabras:

–El que este libre de pecado, es decir, el que no haya hecho abortar a una o más  mujeres, que tire la primera piedra.

Como si hubiese sido el Diablo y no Dios el que habló los honorables señores senadores (también los secretarios y correveidiles), los curas y pastores, ponen pies en polvorosa y escapan por los pasillos, ventanas y cualquier otro lugar por donde pudiesen ponerse a salvo, dejando detrás, en pleno desorden, un montón de cosas que el personal de servicio recogería más tarde: 8 paquetes de tratados de fe, 12 bolsas llenas de “Viagra” y “La Pela”, la manga de una sotana, 2 potes de “El Chinito”, 7 rosarios, una botellita de yombina y una caja con 1682 cédulas falsas.

El Maco

Entonces, Jesús se dirige tiernamente al infeliz acusado, que está temblando de miedo:

–Vete. Y no peques más. A menos que sea para salvar a una desdichada.

Las mujeres, que lo han visto todo, se acercan a él y una de ellas le pregunta:

–Señor, ¿por qué llevas esa mascarilla si todavía no ha llegado el COVID-19 hasta nosotros?

Jesús la mira con dulzura y le responde:

–Así es, mi amiga. Pero hace mucho que hay una pandemia mayor que los azota: la hipocresía.

Y, diciendo esto, toma el cartel que ya han enarbolado las mujeres y lo besa, dejando al descubierto estas palabras:

“LA MUJER ES LA MADRE. LA MADRE ES LA VIDA. DEFENDAMOS LA VIDA. DEFENDAMOS LA MUJER”.

Y el Maestro sale seguido por la multitud que lo ve irse volando, detrás los dos furgones llenos de piedras. A una altura prudente deja caer el primer furgón sobre el vertedero de Duquesa, para tratar de mitigar un poco el humo de la corrupción. Y el otro lo arroja sobre el vertedero de Rafey, para intentar lo mismo con la impunidad. A continuación, se quita la mascarilla y, con un gesto severo, lo deja caer sobre la cúpula de un hernoso edificio que está al final de la calle Dr. Báez, construido en mármol rosado y diseñado en estilo neoclásico.

  Es en ese momento que se da cuenta de que detrás le ha seguido un infeliz, que acaba de pasar por el purgatorio y se dirige al cielo. Este le grita:

–¡Tirame algo, pa’ no llega’ allá arriba con la’ mano pela’!

Y el Maestro, todo ternura, todo paz, todo compasión,  le deja caer tres denarios, de la plata más reluciente: uno, de amor, otro, de inocencia y el último, de honestidad.

Barajita

Fremio, que no era otro el aludido, sonríe feliz al decir:

¡Amén!

Doctor Anamú

Pelao

Pichón de Burro

Rodriguito
Felipa y Macario