Estudié el bachillerato en un colegio católico, en una época en donde infundir temor era más frecuente que utilizar métodos que te incentivaran la fe. La disensión y los cuestionamientos en materia religiosa no eran aceptados y la obligación de ir a misa todos los domingos era algo que de no hacerse provocaba sanciones.

En mi caso particular, todas esas restricciones y obligaciones motivaron un alejamientos de los ritos propios del credo mencionado y un espíritu inquisitivo e investigador que me aclaró temprano en mi vida, muchas de las cosas que nos metían en la cabeza y no eran ciertas.

En nuestro país, desde hace bastante tiempo se conoce en el Congreso, un Proyecto de Ley sobre el nuevo Código Penal que se aplicaría a las diversas infracciones que se cometan y dentro de los temas por éste abarcados se encuentra el aborto, hoy en día penalizado a pesar que es de dominio público que éste se practica con frecuencia.

La discusión sobre este asunto se ha desenvuelto entre unos que pretenden que se continúe penalizándolo y otros que apoyan incluir tres causales que permitirían a la mujer decidir si continúa con el embarazo o no sin que esto constituya delito, estas son: cuando represente un riesgo para la vida de la embarazada, cuando sea fruto de una violacion o incesto, o cuando existan malformaciones fetales incompatibles con la vida.

La influencia religiosa para que no sean aprobadas las tres causales, ha sido muy activa y agresiva, desarrollando una campaña que han denominado "pro vida", que ha logrado incorporar a muchos y atemorizar a otros, evidenciando la intolerancia de la religión, a pesar de los esfuerzos del Papa Francisco en sentido contrario,  que en lugar de unir provoca divisiones que aún hoy en día estimulan enfrentamientos y muertes.

Soy partidario de las tres causales y consideró que sería un acto de irresponsabilidad de los legisladores no incluirlas en el nuevo Código Penal. Creo que éstas son un derecho que le corresponde a la mujer, las cuales deben tener esa facultad sobre su cuerpo sin temor ninguno.

Es incomprensible, que quienes dicen condenar las violaciones, el estupro y el incesto no acepten que quienes son víctimas de estos traumáticos hechos,  no puedan decidir sobre sus efectos.

La mujer, que hasta el día de hoy sufre las consecuencias de vivir en una sociedad machista necesita ese cambio.

Las personas partidarias del derecho de la mujer a decidir, debemos ser escuchadas y tomadas en cuenta, para que al fin salgamos del atraso y el oscurantismo ocasionados por disposiciones arcaicas e injustas.