No hay un castigo mayor,  no existe un sufrimiento más grande para mi,  esta mujer dominicana, que ir a a una tienda de ropas o ir de compras (peor).

Sé que es una actividad necesaria,  pero no siempre son agradables las necesidades. Mis amistades suelen reír con estas ocurrencias, estas cosas que me hacen parecer un poco extraña en comparación a la generalidad.

No es algo que hago por antojo,  en realidad mi cuerpo no lo resiste,  este sentir sobrepasa el estado psicológico y me afecta también físicamente. Los pies hacen berrinches innovadores a los 15 minutos de la actividad, luego se inicia un descontrol térmico sintiendo calor o un frío extremo y para remate siempre me antojo de ir al baño… Al finalizar la compra estoy de mal humor.

Ir de compras me deja devastada,  aunque no realice el acto,  porque a parte,  muchas veces necesito una prenda de vestir y al final decido no comprarla. Quedo como suelo terminar un largo día de trabajo,  sin fuerzas y con ganas de tomarme una fría para levantar ánimos…No se preocupen, esta enfermedad no es contagiosa,  tampoco permanece mucho tiempo, generalmente cuando salgo del lugar vuelvo a ser yo.