Hoy retomamos nuestra serie sobre las técnicas pasivas y activas de acondicionamiento de edificios, pero hacemos un giro hacia los acontecimientos de las últimas horas en Madrid, capital del Reino de España. En los 40 º Norte, Madrid tiene temperaturas medias en invierno próximas a los 6ºC. Las precipitaciones no son abundantes, unos  455 milímetros por año y la humedad relativa no supera el 60%. En cualquier caso, noviembre, diciembre y enero son los meses con el porcentaje mayor de humedad relativa del año y con precipitaciones considerables, solo superados por abril y mayo.

Este año las soluciones pasivas de acondicionamiento han sido puestas a prueba una vez más. Con varios días con temperaturas por debajo de cero, los cerramientos opacos (muros, techos y cubiertas) y las carpinterías exteriores (puertas y ventanas) han estado batallando duro por mantener la temperatura de confort interior de los edificios. Recordemos que se da como un dato aceptado que en invierno la temperatura de confort interior de los espacios está en torno a los 21º, incluso 19º se tolera bastante bien; con menos de ahí nuestros cuerpos comienzan a perder calor y nos sentimos incómodos. ¿Es posible conseguir que un espacio interior pueda conservar esta temperatura a cuenta, solo, del calor de los aparatos de uso habitual (ordenadores, televisor, etc.) y del calor que generamos los propios seres humanos?

La respuesta, obviamente, es que no. Para caldear los espacios interiores en un Madrid como el que describimos en invierno hacen falta una serie de estrategias de diseño que nos aseguren ese confort. Para los bioclimáticos y sus climogramas de bienestar, una de esas primeras estrategias es la captación solar directa, y si es posible la acumulación de lo captado en algún elemento constructivo que cuente con inercia térmica. Incluso los hay, arquitectos bioclimáticos, que nos hablan de crear un efecto invernadero con alguna terraza acristalada de cara al sol de sur. El autor, que se declara un convencido practicante de este tipo de arquitectura solo puede decir que estas alternativas no solo son muy apropiadas y convenientes, son además necesarias en todo lo que sea posible.

Pero también es cierto que habiendo implementado algunas o todas las estrategias pasivas de acondicionamiento interior haría falta, sí o sí, la utilización de sistemas de calefacción en plan chimenea, caldera de biomasa o incluso de gas natural, estas dos últimas conectadas a sus sistemas de radiadores o mejor aún, a un circuito de suelo radiante. Pero si queremos tirar de energía solar, podríamos conectar algunas bombas de calor a un sistema servido por fotovoltaica.

Las combinaciones pueden ser varias, y no se trata de hacer aquí un catálogo de todas ellas. En estos dos días en los que en Madrid nos ha visitado Filomena, la tormenta de nieve que nos ha colocado en el trayecto entre Laponia y Svalbard, los sistemas activos de acondicionamiento están dando la batalla “a full” con el apoyo decidido de los elementos constructivos bien proyectados en cuanto a aislamiento térmico se refiere. ¡Cuánto valor han de tomar en estos días,  las ventanas con doble y triple acristalamiento + su marco de aluminio con RPT (rotura de puente térmico) o su marco de PVC! ¡ Qué convenientes se presentan los trasdosados de yeso laminado y aislamiento de lana mineral en los cerramientos de la viviendas madrileñas! Pero que oportuno será que la caldera, la bomba de calor o el sistema de ACS  funcione cuando lo necesitamos en estos días blancos y felices…

Hasta la próxima.