Tras la suspensión de las elecciones municipales pautadas legalmente para el 16 de febrero del 2020, a pocas horas de anunciarse la misma, se generó una irrupción de protesta enarbolada por una masa humana de jóvenes muy significativa.  La misma se expresó simultáneamente, en varios puntos de la geografía nacional. Sin embargo, el punto más neurálgico lo fue La Plaza de la Bandera de la Avenida Luperón con 27 de febrero de la capital de la República.

La bandera de lucha se sustentó en dos consignas que se basaron;  primero, en  la petición de la renuncia de los miembros de la Junta Central Electoral, y segundo, en el clamor que se respetara la voluntad popular y que se garantizara la democracia, la cual para ellos había ¨sucumbido¨.

No obstante, a que la noticia causó una confusión,  y si se quiere sospecha general, incluyendo a los miembros del pleno de la Junta Central y el sistema de partidos, resulta natural, que estos tipos de hechos, hasta por instinto, traducen una señal de peligro, la cual genera una reacción en los individuos. Esto hasta estar seguro si lo que sucedió pone en amenaza la integridad de las personas, incluyendo sus valores, etc., a lo que no escapa el derecho de votar libremente y en efecto, como sucedió, entonces, resulta lógico que cualquier hecho que impacte el desarrollo normal y natural de lo que se esperaba de dichas elecciones, provocara alarmas y reacciones manifestadas.

Respecto al movimiento juvenil que se desató en torno la Plaza de la Bandera y que se extendiera a otras latitudes de la República Dominicana,  en prima fase, resulta fácil  entender que no se trataba de la expresión reactiva del despertar de las masas.

Más bien, según nuestro criterio, se trató de una reacción producto del ímpetu de la  juventud que se expresó tras recibir el impacto de la noticia, la cual siempre tiene la mecha encendida, y mayor aun, cuando es cautiva de posibles manipulaciones de algunos poderes facticos. En estas reacciones, habría que considerar el propio arrastre psicosocial, el cual tiene componentes emocionales y de influencias de las relaciones primarias que se da entre los grupos de amigos juveniles, que en estos casos, muchas veces, sin tener altos niveles de compromisos e identidad social de lo que se reclama, se adhieren, ya sea por lo anterior o incluso, por moda y coros que abarca también lo que tiene que ver el comportamiento electoral y manifestaciones como la sucedida en referida plaza.

Otro causal para que las masas se expresen a través de las movilizaciones y congregaciones públicas, se atribuye a la fuerza manipuladora que ejercen algunos líderes y partidos políticos por vía de los encuadramientos –militancia-, los cuales aprovechan las coyunturas para movilizar sus gentes y con ellos, asumir banderas de luchas que sin lugar a dudas les facilita los discursos populistas, e incluso, de campaña, como pudo haber sucedido en la especie.

Ahora, desde mi óptica personal, las masas jamás podrán ser espontaneas si en el batallón del frente se encuentran líderes políticos que se pudieran beneficiar de dichas movilizaciones, todo lo cual, su  presencia fue muy notoria, pero así mismo, altos representantes de los poderes facticos que estuvieron asumiendo discursos de apoyo a las manifestaciones, los cuales, eran en mayoría,  candidatos y amigos de estos, a cargos electivos en las elecciones fallidas, sin lugar a dudas, de acuerdo al  criterio del oportunismo, les  beneficiaba políticamente enarbolar el discurso que se contrajo a presentar el fallo de las elecciones automatizadas como un atropello a la democracia dominicana.

Y de suerte para el estatus quo, fue que los jóvenes congregados, orientaron su energía de ¨protestas¨ solamente a vociferar consignas pocos contundentes, como para expresar una actitud subversiva, y solamente como golpe de efecto, se concretizaron a un tipo de aglomeración que en ningún en momento, los amotinados, mostraron fanatismo y saña con lo que estaban reclamando, por cuya razón yo soy de lo que entiendo que aunque salieron a protestar, en el sentimiento de dicha masa, existía poca la convicción de que se trataba de una engañifa propiamente, sino, una situación de falla inducida por algún sector interesado o por ineptitudes de la instancia gerencial que tenía el control del sistema implementado.

Repito, quizás lo que menos arraigaron fue que se trataba de un golpe de asechanza a la democracia, en otras palabras, no se conectaron de cuerpo y alma, con lo que se hizo creer que se trataba de un colapso de la democracia, sino más bien todo terminó en discurso autómata.

Sin embargo, en lo que queda de proceso electoral del 2020, a la población juvenil habría que ponerle mucha atención en el sentido que representa un 41.7 del cuerpo electoral, muy especial, la que se encuentra en el rango de18 y 35 años de edad que oscila en 2,209, 045 electores.

Y los partidos políticos, para este proceso, deberían tener ojos avizores, ya que en la concentración de la plaza de la bandera, no estuvieron todos lo que eran ni eran todos los que querían. Y como quiera que se juzgue, la misma representa un aviso de que ante cualquier resbalón en la organización de las elecciones del 15 de marzo, 2020, ya hay adelanto de lo que podría suceder en el país.