Las redes sociales dominan el mundo de hoy y, sin ellas, toda la humanidad enmudecería en un segundo. Si recodáramos aquel día en que se cayeron silenciosamente las redes sociales, sin previo aviso, nos daríamos cuenta de que el mundo cambió en tan sólo un segundo.

Aquel día, en un abrir y cerrar de ojos, todo se transformó por unas horas y entonces sentimos que la vida cayó sobre un vacío. La existencia humana tuvo un ligero sabor a caverna. Nos pareció que regresábamos a la época primitiva. La magia de la comunicación guardó silencio. La conspiración estaba consumada.

Las redes sociales son un fenómeno comunicacional que nacen, originalmente, bajo el poderío militar y emigran hacia las universidades; acogidas específicamente por el soporte de sus áreas de investigaciones para el desarrollo de conocimientos científicos de esos altos centros académicos.

Más tarde, las redes son asumidas y mercadeadas por los grandes capitales y sus empresas, quienes las universalizan y las convierten en una mercancía imprescindible para el desarrollo general de las naciones y la propia vida cotidiana de los seres humanos.

Las redes sociales se vieron obligadas, al convertirse en mercancía, a emigrar también a las manos de los pobres por su gran poder utilitario en la solución de problemas de la cotidianidad. La vida sobre el planeta no se concibe sin la presencia y el dominio de las redes sociales.

Las redes sociales, tal como las conocemos hoy, no existían hace unas décadas, sino que han sido un producto tecnológico que evolucionó de manera constante. Ellas, como todas las cosas del universo, evolucionaron y se transformaron dialécticamente desde otras tecnologías primarias.

Si es cierto que las academias impactaron sobre las redes sociales a través de la construcción de nuevos conocimientos para transformarlas cada vez más, no es menos cierto que muchas personas creativas, casi todas jóvenes, aportaron su genio creador para desarrollar esta tecnología que se ha hecho indispensable para la vida de los seres humanos en el mundo moderno.

Nadie niega que las redes sociales pueden servir para verter todo el odio escondido en los peores corazones de algunos seres humanos; pero ellas también son instrumentos indispensables y grandiosos para difundir las cosas buenas y maravillosas del universo.

Al igual que ocurre en la política, las redes sociales no son ni malas ni buenas, sino que ellas dependen del uso que los humanos les den, según sus propósitos personales, políticos, religiosos, empresariales, imperiales o libertarios. Ellas sirven para mentir, dominar y promover el odio y las falsedades o para buscar y construir sueños y esperanzas.