En entregas anteriores hemos abordado el tema de la flexibilidad y proporcionalidad del gobierno corporativo (GC), así como los beneficios -fomento de la cultura y prácticas en la materia- que derivan de la adopción de códigos nacionales de referencia. Esto nos lleva necesariamente a analizar el fundamento y los efectos del GC en las pymes, como segmento especial, y uno de los motores del desarrollo económico y social del país.
En las palabras de introducción de los nuevos Principios de GC de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) (2016), su secretario, Ángel Gurría, expresó que el objetivo del GC “… es facilitar la creación de un ambiente de confianza, transparencia y rendición de cuentas necesario para favorecer las inversiones a largo plazo, la estabilidad financiera y la integridad en los negocios. Todo ello contribuirá a un crecimiento más sólido y al desarrollo de sociedades más inclusivas”. Es decir, que el GC, bien logrado, tiene un impacto transversal en el sistema económico y social.
Ahora bien ¿cómo se logra esto efecto? ¿cómo sea crea valor y acciones empresariales u organizacionales individuales que impacten al tejido común del sistema económico y social? Estos mismos principios de la OCDE afirman que el GC “… implica el establecimiento de un conjunto de relaciones entre la dirección de la empresa, su consejo de administración, sus accionistas y otros actores interesados”; afirmando, además, que a través del GC se “… proporciona también la estructura a través de la cual se fijan los objetivos de la sociedad y se determina la forma de alcanzarlos y supervisar su consecución”.
En pocas palabras, el GC es la herramienta que se utiliza para alinear las diferentes áreas y capacidades de acción de las empresas y organizaciones, no solo para el logro de sus objetivos, sino también -y quizá más importante- para su determinación y fijación, y con ello, para la construcción de una equilibrada representación de todos los stakeholders.
En este punto es esencial resaltar que las reglas de GC varían de mercado en mercado y de empresa en empresa. Esto es así tanto por la diferencia operativa y regulatoria de los mercados, como por las características particulares de cada organización. Sin embargo, existe un conjunto de reglas o criterios globales que marcan la pauta de lo que, a grandes rasgos, forma parte de un buen sistema interno de gobernabilidad.
En el caso de las pymes esto es especialmente relevante, pudiendo concentrar en cuatro los pilares que sostienen un buen sistema de GC: sostenibilidad (visión y ejecución a largo y mediano plazo), equilibrio (en su relación con los grupos de interés y la sociedad en sentido general), estabilidad (vía el acceso al mercado, al financiamiento y en el desempeño) e integridad (en el cumplimiento con las reglas éticas, de conducta y normativas aplicables).
Es lógico que surja la pregunta sobre qué modelo de GC es necesario para el logro de estos objetivos: ¿basado en la regulación o la autorregulación? El artículo sobre códigos de gobierno corporativo que citamos al inicio explica parte de nuestras ideas al respecto y, en particular, lo significativo que puede ser fomentar el desarrollo del GC a través de guías generales y flexibles. No obstante, existen, a todos los niveles -nacional, regional y global- pautas y herramientas que permiten desarrollar de forma sencilla evaluaciones y prácticas de GC a nivel pymes.
De acuerdo con los cuatro pilares, el GC en las pymes les permite alinear sus acciones con sus objetivos a mediano y largo plazo, incidiendo de manera positiva en uno de los aspectos que supone mayor desafío: su perdurabilidad. A su vez, un correcto sistema de GC permite e incentiva que los objetivos sean fijados y logrados con una visión equilibrada de aquellas partes relacionadas con el proceso y sus resultados (socios, empleados, proveedores, clientes, sociedad, etc.).
Al mismo tiempo, las pymes requieren de sistemas que les permitan ser más competitivas y acceder al mercado y financiamiento, siendo relevante tanto la forma como el fondo de la gestión, sobre todo una gestión que en la actualidad se basa en la administración de riesgos no sólo financieros. Finalmente, pero no menos relevante, como en toda organización, el futuro no se asegura únicamente en base al desempeño financiero, sino sobre la base de una cultura de cumplimiento y de conducta ética.
Las pymes tienen grandes desafíos en un sistema donde la regulación crece y se expande, los riesgos se vuelven globales y los mercados se gestionan a través de plataformas digitales. En el estado actual y futuro, el GC no puede disociarse del proceso de fomento, desarrollo y consolidación de las pymes.