Durante cuatro años han circulado por el Malecón de Santo Domingo una gran cantidad de personas de todas las edades y clases sociales, desplazándose desde los distintos barrios y sectores de la capital, así como también de todos los rincones de la geografía nacional, para disfrutar de la instalación que realiza el Ayuntamiento del Distrito Nacional en el periodo correspondiente a los últimos días de la Semana Santa.
El cuatrienio en el cual se han instalado las “piscinas de Güibia” revive para la época que antecede y precede su instalación, el debate en torno al montaje de este espacio público, el cual para juicio de algunos limita la circulación vehicular de la Avenida George Washington, se convierte en un foco de enfermedades y se instala en base al consumo excesivo de agua, convirtiéndose en un crimen ante la escases del preciado liquido para los habitantes de la zona metropolitana. Para otro grupo de ciudadanos, esta instalación provisional es una de las pocas opciones seguras, limpias y abiertas al público en el Distrito Nacional tanto para la recreación, como para el ocio.
Sin lugar a dudas, las “piscinas de Güibia” son una oportunidad estructurada por la municipalidad para incentivar el uso peatonal de la ciudad, lo cual permite a los ciudadanos conocer aspectos de la metrópolis que no se visualizan desde un vehículo o en el afán del día a día; de igual manera las “piscinas de Güibia” se convierten en un lugar de encuentro, el cual fomenta a la integración social de sectores que regularmente no se vinculan en otros espacios de la ciudad.
A pesar de estas bondades, la instalación de las “piscinas de Güibia” durante estos cuatro años, evidencian un mal de fondo expresado en la incapacidad gubernamental para solucionar problemas troncales, transfiriendo su impacto a la presentación de soluciones cosméticas.
La intervención que realiza el Ayuntamiento del Distrito Nacional cada Semana Santa en la Plaza de Güibia y su entorno inmediato certifica que la administración ha identificado una serie de problemas importantes: ausencia de espacio público, contaminación del frente marino, necesidad de espacios seguros, imposibilidad de generar playas naturales, etc…; sin embargo estos problemas troncales no son solucionados y mientras tanto se generan estas intervenciones que buscan aminorar el impacto de los verdaderos problemas. Esta situación afianza los problemas de fondo, afectando la generación presente y generando repercusiones devastadoras para las generaciones futuras.
Sigamos instalando “piscinas en Güibia”, y acompañemos estas acciones con soluciones definitivas a los problemas y no a las consecuencias, de manera que nuestros hijos y nietos no necesiten piscinas ubicadas en la avenida, porque contamos con espacios públicos de calidad y con fuentes acuíferas saneadas y aptas para el uso recreativo.
@erickdorrejo