Como hormigas ante un terrón de azúcar –o las Perseidas que se verían este domingo en el cielo estrellado– llegan en manada los temas nacionales. La memoria se ocupa en el tema del helicóptero balaguerista y aquello de que “la corrupción se detiene en la puerta de mi despacho”.

Con esa frase, el líder reformista Joaquín Balaguer aclaró que la corrupción no entraba donde se encontraba. Como si se tratara de un misterio sin resolver, algunos reformistas han salido de la palestra pública o, en todo caso, no están tan visibles en la defensa de los valores del Socialcristianismo. Alguien me viene a sacar del sueño (uno esperaría que los políticos dijeran en qué andan y en qué andanzas invierten sus sagradas mañanas) y me dice que hoy son funcionarios muy bien pagados.

Uno intenta conocer lo que ocurre entre el Manchester y el Leicester City en la inmejorable demostración del volante francés Paul Pogba. El francés nos ha dado un penal ejecutado de manera perfecta. El jugador encendía las redes con un desafiante mensaje: “Siempre voy a hacer lo mejor por los aficionados y los compañeros, no importa lo que esté pasando”, escribía en Instagram. También decía: “hay cosas de las que puedo hablar y cosas de las que no puedo hablar porque sería multado”. Aunque Mourinho dice todo lo contrario, se había rumorado la salida del centrocampista hacia otro club, pero el mercado de pases está cerrado (como el camino malo que dijo Balaguer, siempre creativo contra Peña Gómez).

Lejos del vestidor del Manchester en la Premier, se busca indagar si los organismos que sostienen que la delincuencia nos arropa, tienen razón o no la tienen. De entrada, la inseguridad ciudadana se trata de un tema que molesta cuando se quiere “el paraíso en la tierra” y hacerse de la vista gorda con lo que sucede. 

De todo lo que ocurre uno se queda con mucho asunto a mano: la visita a los hoteles de lujo del político que no quiere que se sepa del derroche de la noche anterior, los viajes multimillonarios pagados con dinero de los contribuyentes, la magia de “escapismo houdinesco” que intenta el exfuncionario cuando se requiere que rinda cuenta sobre su permanencia gubernamental, el pago de innumerables restaurantes a costilla del pagador de impuestos (todos pero no todos), la abultada nómina de instituciones oficiales, el descalabro citadino de algunas regiones de la ciudad u otros positivos: las alianzas público-privada para dar soluciones a problemas comunitarios, la belleza de Rebecca Ferguson, la entrada al mercado de ‘Misión Imposible’, ‘Fallout’, –película de Paramount con dirección de Christopher McQuarrie y actuación de Ferguson–, la huida del polvo de Sahara del entorno citadino, la buena gestión de diplomáticos extranjeros acreditados en Santo Domingo, la declaración de funcionarios eficaces sobre la posibilidad de energía eléctrica continua, la enología anti-stress, el espectáculo de las Perseidas, etcétera.

Como en los casos de denuncia en materia de corrupción, para ver las Perseidas en el cielo de Santo Domingo, había que tener paciencia. Asimismo, recuerdo la paciencia de un interesado en formar parte del MIREX, y la frase lapidaria de una señora que declara que quienes quieran “entrar en la Cancillería” tienen que ponerse en contacto con un “funcionario potente” de cuyo nombre no quiero acordarme, pues ella –se trata de una dama– es quien da los empleos en la Secretaria de Estado de Relaciones Exteriores.

Paradójicamente entusiasmada porque su visita al lugar no fructificó, la señora había recibido noticia de otra opción para un amigo que buscaba dónde encajar en la dulce y rentable maquinaria del gobierno. Hoy se puede hablar de un entramado que permite que la gente, tarde o temprano, aprenda a vivir de la insaciable ubre del Estado.