La humanidad espera el milagro de vacunas o remedios para la peor epidemia de nuestro tiempo, la COVID-19.En el siglo pasado el virus de la poliomielitis causaba parálisis irreversible y hasta la muerte, mayormente a los niños, llegando a llamarse “parálisis infantil”. El índice de mortalidad era muy alto y si el paciente no fallecía quedaba con discapacidades físico-motoras por toda la vida. Ante el imaginario colectivo surgieron implementos ortopédicos como arneses para las caderas y guías metálicas para las piernas .Inútilmente se intentó mitigar la enfermedad   con rudimentarios respiradores artificiales llamados “Pulmones de acero” dentro de los cuales se ponían los niños para facilitarles la respiración. El más prominente contagiado de poliomielitis fue Franklin D. Roosevelt que  la contrajo en 1921, con 39 años. Mientras luchaba contra la enfermedad con agotadoras rutinas de rehabilitación, Roosevelt fue electo gobernador de New York en 1928 y en 1932 ganó la primera de  4 elecciones presidenciales. Como dependía de una silla de ruedas un aliado lo defendió: “No tiene que ser  acróbata para ser buen presidente”. Roosevelt creó la “Fundación Nacional para la Parálisis Infantil” que impulsó “The March of Dimes” para que cada ciudadano aportara 10 centavos para combatir la polio. Jonas Salk  realizó investigaciones con el apoyo de la Fundación  y proclamó en 1954 que había descubierto una vacuna contra la enfermedad.

Después de probarla en más de 2 millones de voluntarios, el 12 de Abril de 1955, día en que se conmemoraba el décimo aniversario de la muerte de Roosevelt, se aprobó formalmente el uso de la vacuna, efectiva y segura, convirtiéndose Salk en una celebridad. Ese mismo día, en el más importante programa televisivo del país  le preguntaron a quién le pertenecía la patente de su gran descubrimiento y Salk contestó: “A la gente. Lo que quiero decir es que no hay patente. ¿¡Acaso se puede patentar el sol!?”. Los niños fueron llevados a vacunar por sus padres, pero los adolescentes no se vacunaban. Fue necesario motivarlos con una campaña que inició  Elvis Presley vacunándose  en el famoso programa televisivo de Ed Sullivan. No obstante,  esa vacuna partía de un virus muerto y presentaba inconvenientes de costo y administración. Para lograr la  inmunización se necesitaban 3 dosis de inyecciones intravenosas, más un “refuerzo”. En cambio,  Albert Sabin entendía que sólo un virus vivo atenuado garantizaría inmunización por un largo período. Mediante autopsias descubrió que el virus, aparte del sistema nervioso, también afectaba el tracto alimentario, por lo cual la vacuna debería ser oral. Logró virus mutantes vivos que estimulaban la producción de anticuerpos sin causar parálisis. La vacuna fue probada teniendo como conejillos de indias su familia, sus asistentes en la investigación, reclusos de una cercana penitenciaría y a él mismo. Como la vacuna Salk ya había sido aprobada, Sabin tuvo que hacer su prueba de campo en la Unión Soviética y logró aprobar su efectiva vacuna, administrada oralmente en varias gotas, la cual  erradicó la polio a nivel mundial, quedando relegadas las inyecciones intravenosas de Salk. En 1985 el venerado Carlos Canseco, presidente de Rotary International , creó con  apoyo de Sabin y la OMS el programa Polio Plus que ya ha vacunado más de 2,500 millones de niños en todo el globo.     

Salk y Sabin sostuvieron confrontaciones personales y científicas. Nosotros estamos del lado de Sabin porque su vacuna oral  fue la que realmente erradicó la polio. Además lo conocimos  cuando vino al país para colaborar con el Secretario de Salud Pública Amiro Pérez Mera, experto epidemiólogo, en la implementación de la campaña de vacunación casa por casa, que sirvió de base para exterminar la polio en nuestro país, contando con el apoyo de la Asociación Dominicana de Rehabilitación y Rotary. Estuvimos en Julio de 1986 en la consagración de la remodelación de la Estatua de la Libertad y, en esos ceremoniales, Reagan otorgó a Sabin, ciudadano estadounidense  nacido en Polonia, la más alta condecoración civil de la nación, la “Medalla Presidencial de la Libertad”.

Forbes estimó que Salk habría percibido más de 7,000 millones de dólares si hubiese patentado su vacuna. Sabin tampoco patentó la suya y en los inicios se aplicó en Estados Unidos cobrando 25 centavos a quienes pudieran pagar. Los ingresos de Sabin habrían sido mucho más altos que los de  Salk pues el número de vacunados oralmente ha sido varias veces   superior a los inyectados, a sabiendas de que están en uso los dos métodos. Salk y Sabin fueron sabios científicos  y personas altruistas que deben servir de ejemplo a la humanidad  en todo momento y, en especial, en esta etapa en que ya estarán disponibles vacunas contra la COVID-19.Ellos no priorizaron el lucro al que legítimamente tenían derecho, sino que lo subordinaron a su misión de erradicar la polio . Por fortuna la Alianza por la Vacunación GAVI, como expresión de solidaridad humanitaria , ha concebido la Facilidad COVAX para garantizar un rápido, justo y equitativo acceso a las vacunas contra la COVID-19 a todos los países, pobres y ricos, bajo el lema “Con una pandemia de rápido movimiento, nadie está a salvo ,a menos que todos estemos a salvo”.