Siempre se ha dicho que la práctica precede al concepto, o sea, antes de que se formule una definición primero ha existido la acción reiterada de un hecho. La validez de los conceptos y sus definiciones bajo el amparado de una instancia competente para ello lo que hace es formalizar lo que la población hace tiempo ha asumido.
En este orden puede que el concepto lamber resulte extraño a los oídos de personas ajenas al contexto dominicano pues normalmente la palabra a usarse es lamer, pero en nuestro país lamber adquiere más una connotación sociológica que lingüística y es sinónimo de la persona que recurre a la adulación permanente de sus superiores o quien aparece sin invitarle en alguna fiesta pasando a ser el que más la disfruta y el que más toma alcohol en caso de que haya bebida.
En relación a esta connotación sociológica se debe afirmar que el lambón ha logrado escalar a grandes esferas y ya no solo aparece en las fiestas sin invitarle, sino que hasta es capaz de organizar la fiesta para adular. En este orden de ideas quiero presentar algunas facetas del lambón pues, posiblemente, sigamos creyendo que solo la gente empobrecida puede serlo y no es así. Este personaje aparece en todos los escenarios de la vida.
En una fiesta, por lo general, el lambón es quien primero destapa la botella, bota el trago de los muertos, se toma el primer trago y pasa la botella a los demás. Por lo general se asegura de quedarse con la tapa en las manos pues esto asegura que al final la botella volverá a él.
En el plano gubernamental los lambones abundan por doquier y suelen ser los más caros que existen. El lambón se encarga de presentar un panorama siempre positivo al presidente, la gente está feliz con su mandato y le propone que debería reelegirse pues el país lo apoyaría para ganar en primera vuelta. Para ello no le importa que tengamos la peor crisis, que la gente se queje en las calles, que hayan aumentado las huelgas y que incluso suceda algún intento de golpe de estado, para el lambón esos signos son señales de miedo de la oposición que busca empañar la excelente labor que realiza el presidente.
Otra faceta es el lambón que, a costa de algunos pesos, se dedican a ser bocinas de candidatos y funcionarios. En estos el arte de adular va más allá de los límites pues son la mejor expresión del refrán que dice “por la plata baila el mono”. Este tipo de lambones no suelen ser fieles pues emigran hacia quienes les hacen mejor ofertas y les mantienen en alguna nómina estatal o personal para defender su “honor” en los medios aún les hayan sorprendido con las manos en las masas.
En caso de que a su defendido le sorprendan con las manos en la masa calificará el hecho como inverosímil y lo atribuirá a calumnias de la oposición por el éxito que ha tenido su “defendido” en la política o en los negocios. Los medios de comunicación están poblados de este tipo de sujetos.
Por último existe un lambón más sutil porque es más numeroso, me refiero a aquellos que todo el tiempo se quejan de quienes maltratan al pueblo, pero si su partido llega al poder sus penas se olvidarán y a partir de ese momento todo estará bien y si algo malo existe es por herencia del gobierno anterior siempre cuando el gobierno anterior no haya sido de su propio partido.