María Álvarez, representada por la actriz debutante Catalina Sandino en la película "María llena de gracia", en inglés "Maria Full of Grace", era una joven colombiana de apenas 17 años, a quien la desesperación económica la llevaron a plantearse la posibilidad de convertirse en mula del narcotráfico, utilizando su cuerpo para pasar drogas hacia los Estados Unidos con el objetivo de ampliar sus ingresos, los cuales utilizaría para continuar sufragando los gastos de su familia.

John Marston, quien también debutó como director con esta producción, ganadora en el año 2004 del premio "Oso de Oro" a mejor actriz y nominada a los premios Oscar en ese mismo año, intentó con profundo éxito mostrar al mundo el drama por el que pasan miles de jóvenes colombianas y latinoamericanas cuando deciden ingresar al mundo de las drogas en esta condición.

Las mulas son personas humanas que intentan traspasar fronteras con drogas de diferentes tipos especialmente dentro de su organismo, aunque también utilizan la parte exterior de su cuerpo o sus equipajes, y su nombre viene dado a partir de los años 70, tiempo en el cual los narcotraficantes utilizaban estos tipos de animales llamados "mulas" para el contrabando de marihuana.

De conformidad con las casos que se han verificado a nivel mundial, un adulto puede cargar hasta un kilo y medio de droga en su organismo, teniendo como límite un plazo de uno a dos días para expulsar las cápsulas, ya que cumplido dicho plazo el riesgo de muerte aumenta de manera inminente, en razón de que los jugos gástricos comienzan a actuar sobre las cápsulas y la posibilidad de que se rompan se eleva con cada segundo que transcurra.

Los traficantes preparan a sus mulas con días de anticipación, ya que primero les enseñan a tragar trozos de comida o uvas grandes sin masticar para acostumbrar el esófago y el estómago, y así evitar vómitos una vez introduzcan las drogas. Dos días antes de viajar la mula está en la obligación de suspender la ingestión de alimentos sólidos y tomar sólo líquidos y nunca alcohol. Más adelante, un poco antes de viajar, se empaqueta la cocaína en cápsulas de los dedos de guantes quirúrgicos, normalmente con tres capas, dos de guantes y una de papel carbón para despistar los rayos X de los controles. Luego se atan con seda dental y se sumergen en cera de abejas para hacerlas más compactas y fáciles de ingerir.

Para que las mulas resistan un viaje de varias horas en avión hasta una máximo de quince, los traficantes les dan un medicamento que retarda los movimientos digestivos y que actúa como tranquilizante. Les recomiendan llevar una bolsa escondida para echar la comida que les dan en el avión y de esta forma evitar "el ojo" del personal aéreo, que siempre suelen denunciar a los que "no comen y poseen aspectos sospechosos", y más aún si provienen de los países denominados "de alto riesgo" como son Colombia, Perú, Venezuela y Bolivia, entre otros.

En nuestro país, siempre leo en los periódicos la voz de la autoridad cuando proclama con tonos de éxito el apresamiento de "una mula" que se iba en determinado vuelo, sin embargo, les puedo asegurar que por cada mula que se detiene, hay otras tantas que logran pasar, ya que generalmente el narcotraficante cuando tiene una "ruta franca" envía varios correos humanos para obtener el mejor provecho de dicha ruta y así también cubrir las pérdidas que les podría ocasionar el arresto de una de estas, lo que hace tiempo viene obligando a la autoridad a insistir en una mejor investigación en cuanto a los patrocinadores de estas mulas, ya que los tribunales están minados de los casos de estas "últimas" y no de los "primeros".