La corrupción pública tiene mil rostros que se esconden bajo diferentes camuflajes. El delito de la corrupción cambia su vestimenta, dependiendo del área en que se especializa el fraude al Estado. Aunque hay líneas comunes en la práctica de la corrupción, que afecta los bienes públicos casi en todos los países, cada nación posee sus circunstancias particulares. Las diferencias pueden estar dadas por la cultura delictiva de la nación; el nivel persecutorio de las autoridades; el tipo de sistema político; la educación cívica de la ciudadanía y su tolerancia o no a la corrupción.

Al enfocar y analizar la corrupción en la República Dominicana, los organismos internacionales que han tratado el tema ofrecen grandes cifras de miles de millones de pesos y de dólares que nuestro país pierde cada año por efecto de esa epidemia de la política ejercida fuera de la ética y del patriotismo. La cantidad de dinero robado al Estado y al pueblo es tan grande que daría suficientemente para resolver los grandes problemas de salud que afectan a la inmensa mayoría del pueblo.

En un sistema de impunidad y corrupción, muy pocas son las áreas de la administración pública que no se presten al ejercicio perverso y criminal de este fenómeno político que niega la esencia misma del servicio público. La corrupción es un sistema de mafia económica y política de tráfico de influencias. Este sistema genera una capacidad para establecer relaciones con el poder y desde el poder; y de éste con todas las instancias permeadas de los gobiernos. La corrupción es una enfermedad social en la mayoría de los sistemas políticos. Suele operar como un mecanismo de inteligencia.

La capacidad de dicha epidemia para penetrar en todos los círculos de la administración del Estado, se debe, en lo fundamental, a las relaciones: poder político-poder económico y poder económico-poder político. Al igual que en las mafias del crimen organizado. El que está en medio y no participa en el negocio, constituye un obstáculo; y debe irse del lugar. Y, lógico, se apela a la conveniencia de la institución, y hasta de la Patria. En muchos casos también se alude a la conveniencia de los asuntos de Estado. Todo se resuelve con el poder del lenguaje y el lenguaje del poder. "El Estado "tiene" derecho a mentir; el pueblo, a callar en absoluto silencio".

No se extrañe si en alguna parte del mundo, subdesarrollado, usted ve destruir grandes o pequeñas obras de carácter público, que están en perfectas condiciones físicas, para construirlas nuevamente. Alguien hace su zafra! El contratismo político es una filosofía en el marco del mundo de la corrupción en los países que se quedaron atrás y sin un orden jurídico que castigue la violación de las leyes constitucionales y proteja a sus ciudadanos.