El más reciente tema de la agenda del país, ha sido  la pertinencia o conveniencia de  la Republica Dominicana para suscribir o rechazar  el Pacto Mundial para la Migración Segura, ordenada y regular, propuesto por la Organización de las Naciones Unidas.

Dicho documento debía firmarse en esta semana en Marrakech, Marruecos,  como  parte de una serie de reuniones convocadas por las Naciones Unidas y la Organización Internacional para las Migraciones, conforme fuera acordada en junio pasado por 193 países miembros de la Organización de la Naciones Unidas, en la Asamblea realizada en Nueva York. Algunos países se han abstenido de su firma.

Por ello, nos permitiremos hacer algunas observaciones respecto al Pacto y el tema migratorio en la Republica Dominicana. La firma o no del Pacto, involucra el análisis de  la dicotomía del tema migratorio, en un país que recibe, envía y sirve de puente a los migrantes, algunos  bien recibidos y acogidos  y nunca devueltos a su país,  conforme a su lugar de procedencia,  a los acuerdos internacionales  que nos obligan, otros que ingresan con el aval de algunos estamentos públicos y algunos más que ingresando por vía terrestre, son objeto de repatriaciones por las autoridades, muchas veces de  forma irregular, quienes  reciben el  rechazo de  un grupo poblacional importante.

Ha de agregarse que los  Pactos son instrumentos de Derecho Internacional suscritos por una comunidad internacional integrada, basados en la voluntad soberana de sus  miembros, que se organizan en torno a temas de interés común. Lastimosamente en el  momento de la firma, el tema migratorio está desbordando  la capacidad de respuesta y acogida de muchos países (a favor o en contra) conforme a sus principios, necesidades o prácticas respetuosas o no de los Derechos humanos de los migrantes.

El caso de los migrantes centroamericanos en la frontera de los Estados Unidos, tiene enfrentado al Poder Ejecutivo y el Poder Judicial en torno a si procede o no el asilo de algunos de estos migrantes. Allí se ha hablado de sanciones a los países que han permitido que este grupo haya traspasado fronteras, quizás persiguiendo el sueño americano.

En la Republica Dominicana, no lo es menos, por la incidencia del tema migratorio haitiano y un rechazo de gran parte de la población, mediatizada hacia el impacto de su entrada desproporcionada y quizás no suficientemente supervisada por vía terrestre. Esto se contrapone con el caso en el país de muchos otros migrantes, que tienen protección y buena  acogida,  sin levantar escarceos, críticas o mucho menos demonizar a los promotores de ayuda humanitaria para los vecinos migrantes de la región.  Estos migrantes también están ocupando plazas que deberían ocupar los nacionales, si es uno de los temas de los migrantes de la parte Oeste de la isla.

Si bien es cierto que la población está dividida, tal vez 50-50 respecto a la migración irregular, no es menos cierto que tenemos iniciativas relevantes en el marco de leyes (ley 169-14) para atenuar la situación de irregularidad de los migrantes (en su mayoría haitianos) y esto hace que con bastante responsabilidad  en los últimos tiempos,  no se ha mostrado igual interés en  procesar penalmente a  los tratantes y traficantes de personas en la frontera, o por otras vías, quienes tienen pingues beneficios, los que probablemente no serán expuestos a procesos judiciales ante sus francas “ indelicadezas” y seguirán lucrándose de aquellos que deben migrar  debido a la pobreza y pérdida de esperanza.

La no firma del Pacto,  también  resulta un ejercicio de la soberanía del Estado (art.3 Constitución 2015). Analizar si resultaba pertinente o no la firma por parte del país, si podía acarrearle consecuencias negativas internacionales, si al firmarlo haríamos de la isla  “una sola e indivisible” u  otros epítetos, son algunas opiniones que hemos leído en los diferentes medios de comunicación. Vayamos por partes. Reiterando como un derecho y ejercicio de nuestra soberanía,  estamos en libertad de suscribir o no el Pacto,  pero también ser parte del mismo,  ofrecía algunos aspectos  favorables al país.  La no firma constituye además  una forma de expresión de un acto unilateral.

Lo que resulta importante de esta acción, no es la negativa per se,  debemos mostrar que no  rechazamos a los migrantes, que somos respetuosos de los derechos humanos de los grupos cubiertos en el pacto, que nos interesa proteger a los menores migrantes, combatir el tráfico y trata de personas, que  respetamos convenios previos y que se seguirán las iniciativas para lograr una migración responsable, regular y con la protección de los derechos fundamentales de los que migran.

Recordemos que no solo somos un país de acogida, sino que tenemos muchos migrantes en el mundo. La reciente encuesta ENDESA nos dice que un 49 % de la población dominicana quiere irse del país, es decir que  la mitad de la población  migraría  al extranjero y en ese eventual caso, también deberían disfrutar de la protección de los estados de acogida, los que quizás se promueve no ofrecer cuando se trata de migrantes.

El indicado documento  posee aspectos positivos, lamentablemente no conocidos por muchos, entre los que están :  luchar de una manera más estructurada en  la prevención de la violencia sexual y por razón de género (caso de dominicanas en el extranjero), podríamos ser receptores de  apoyo al recibir migrantes, mejor  coordinación de procesos contra la xenofobia contra refugiados y migrantes,  reforzar políticas  para la contribución positiva de los migrantes al desarrollo económico y social de los países de acogida (caso de las remesas), uno de los pilares de la economía dominicana. Es importante recordar que las remesas aportan al  PIB de un  6.8% en el 2010 a un 7.8% en el 2017. (https://www.eldinero.com.do/66095/las-remesas-hacia-republica-dominicana-y-sus-indicadores.

Hacer acuerdos internacionales en temas migratorios no tiene necesariamente que ser una camisa de fuerza, pero acuerdos bilaterales o multilaterales, podrían ayudar en la  repatriación de nuestros migrantes en el extranjero, ofreciéndoles además las consideraciones y  el debido proceso,  en caso de ser detenidos de manera irregulares.

Finalmente no debemos obviar el hecho de que las  derechas políticas están tomando el tema de las migraciones como punto focal de su agenda, con su contraparte, el  nacionalismo  avasallante, con el cual debemos tener ojo avizor, cuando entendamos que  somos un país agobiado por las migraciones desmesuradas, desde y hacia el país, cuyos nacionales representan también una carga para otros países,  entendiendo que la no regularización y el no concurso de la comunidad internacional en estos temas,  puede ser una retranca más que una fortaleza.

Por ello, entendemos que estamos viendo  la confrontación de los derechos humanos frente al nacionalismo y a ciencia cierta no sabemos cuál de estos resultará vencedor.