En su acostumbrada columna semanal titulada Piedra de toque, el premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, ha publicado un interesante artículo donde toma la debacle de la selección nacional de Brasil en el recién concluido mundial de fútbol para trazar analogías entre el deporte más popular del mundo y la política.
Como acontece en el fútbol, también en la política se construyen falsos imaginarios sobre la naturaleza de los problemas y sus responsables, con fines demagógicos para manipular a la ciudadanía.
Quiero seguir la misma línea de pensamiento del escritor peruano. El fútbol puede, en sentido metafórico, darnos lecciones de los procesos políticos.
Por ejemplo, en torno a la selección brasileña de fútbol se orquestó un espectáculo populista que intentó, a partir de la manipulación del sentimiento nacionalista, lograr el apoyo popular en torno a un equipo que no tenía la calidad futbolística para competir con las superpotencias del deporte, pero sobre todo, para neutralizar las protestas en torno a los escándalos de corrupción relacionados con la construcción de los estadios y la indignación ante el costo de la inversión en un evento considerado no prioritario ante las ingentes necesidades del país sudamericano.
En la vida política vemos una situación similar. Asistimos a la emergencia de la manipulación del sentimiento nacionalista que oculta una red de complicidades espurias.
Al igual que aconteció con la copa mundial, en la vida política se crean falsos imaginarios en torno a lo que debe nuclearnos y se estigmatiza o declara enemigos de la patria a quienes no concuerdan con nuestros interesados puntos de vista. Pero al final, los procesos sociales terminan desvelando a los “falsos ídolos” y las consecuencias de haberlos seguido nos perjudican a todos.
La otra lección está relacionada con la selección campeona del mundo: Alemania. Esta generó un consenso internacional sobre la calidad y vistosidad de su fútbol. Los resultados que desembocaron en el cuarto título alemán es el producto de un trabajo continuo y sistemático de más de una década. Implicó una política integral del Estado en recursos y en organización. Conllevó un proyecto, una concepción sistemática del estilo que debía practicarse en el campo. Aún cuando hubo reemplazos en la dirección técnica, el nuevo DT era el asistente del anterior. Aquel se formó en el trabajo bajo la tutela de éste y dio continuidad a un proyecto que se enriqueció con el estudio del estilo de la que en los últimos seis años había sido el referente del fútbol mundial (España) adecuándolo a la tradición y cultura alemanas.
Del mismo modo, el desarrollo político de un país no es posible si no se asume un proyecto sistemático con visión de Estado, llevado a su consecución más allá de las discontinuidades personales, estudiando a los referentes, con la voluntad política para designar a las personas competentes y dispuestas a detectar los problemas con sus soluciones, en vez de ocultarlos o buscarles falsas soluciones.