Si pudiéramos evaluar positivamente los resultados de las pasadas elecciones que muchos consideran como una de las más traumáticas de nuestra historia electoral, podríamos decir que de ellas se derivan varias lecciones.

La primera de ellas es que se pusieron a prueba y salieron a flote las serias fallas y debilidades de nuestro sistema electoral.

Elegir para los ciudadanos se ha convertido en un derecho difícil de ejercer por varias razones. La primera es que su voluntad es quebrada por una alienante publicidad de un candidato presidencial en el poder que es invasiva. Su figura y obras de gobierno llegaban al hartazgo, estaba en todas partes: televisión, periódicos, redes sociales con una inversión irracional de miles de millones de pesos.

Otra de las razones es la compra de consciencias. La más perjudicial es la de dirigentes de partidos opositores que se venden al mejor postor una especie de "subasta electoral de voluntades".

Siempre he dicho que esta compra de voluntades es más perjudicial que la masiva compra de cédulas que hacen los partidos el día de las elecciones.

Tenemos políticos malos y mediocres que venden o hacen un trueque con los candidatos en el poder para su propio beneficio económico y del grupo que le rodea, afectando la voluntad de miles de sus seguidores.

Lo más grave de todo es que años de inconsecuencias, venta de consciencias, han producido una masa electoral ciudadana clientelista que políticos en el poder aprovechan.

Lamentablemente los votos de esa masa que están dentro y fuera de los partidos, deciden y escogen las autoridades que nos gobiernan.

Recomiendo tanto a las organizaciones tanto cívicas como religiosas instruir a los ciudadanos acerca del voto consciente para no ser víctimas de políticos corruptos y clientelistas.

Creo que para evitar los males a que me he referido, necesitamos una adecuada Ley de Partidos Políticos. Se avizora en el horizonte que el nuevo Congreso ad látere al actual gobernante, pueda hacer una como traje a la medida.

Esa ley debe ser el fruto del ejercicio de análisis de lo ocurrido en las pasadas elecciones: poner límites a la excesiva publicidad con recursos del Estado, la creación de la figura de un fiscal electoral para castigar delitos electorales, una Junta Central Electoral cuyas decisiones no deben basarse en un solo hombre sino un verdadero organismo colegiado.

Que el conteo y la transmisión de los datos del mismo sean verificados y consolidados antes de la emisión de los mismos, entre otras modalidades.

Creo que ha llegado la hora de empoderarnos. La tarea no es difícil. Apelamos a sectores conscientes de la sociedad y no olvidar lo que pasó.

Algunos de los políticos corruptos juegan al olvido de la población ahogada por el alto costo de la vida y la violencia. Es nuestro deber en lo adelante evitar que ocurra nuevamente. Actuemos.