Jamona es un término usado en distintos países del mundo hispano, sin embargo, no necesariamente significa o implica siempre soltería. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española en España, jamona es “una mujer que ha pasado de la juventud y que es algo gruesa” y así se pronuncian diversos diccionarios hispanos, incluso añadiéndole la coletilla “de buen ver”. 

En México se asume todo lo anterior de la mujer jamona y se le agrega el estar soltera. En nuestro país, República Dominicana, jamona no tiene nada que ver con que una mujer esté o no esté entrada en carnes o sea gruesa físicamente y sí tiene que ver con el hecho de que haya pasado de su primera juventud y no se haya casado. Pero, además, en nuestro país también implica la vida de una mujer a la cual no se le conocen novios, ni aventuras. Alguien a quien nadie ha hecho caso en el plano sentimental, podríamos decir.

Conforme al estereotipo social la situación de una jamona es muy dolorosa: ha visto la vida pasar; ha visto a sus amigas casarse y tener hijos y nadie se ha detenido con ella con un propósito de formar una familia.

Hace tiempo, una señora que acababa de conocer empezó a hablarme de una sobrina, mujer muy preparada, en sus cuarenta y tantos, que estaba soltera. La mujer insistió en que la conociera y hasta en que la cortejara. No creo que hubiese nada especial en mí como para recibir esa invitación, y estoy seguro que no era el primero en recibirla. Sin embargo, es penosa la existencia de una mujer en soledad, contra su voluntad, y ante la cual nadie se detiene con una palabra de amor o, aunque sea para puro sexo.

No es inteligente marchitarse esperando un príncipe azul, velo, corona y altar mientras pasan los años. Una mujer debe realizarse como mujer, estrictamente como mujer, tener amantes, saber lo que ser llevada a los cielos en los brazos de alguien. Incluso, ser madre—no importa si se casa o no—y si de paso consigue marido, pues perfecto. Pero, la aparición de un marido no puede, ni debe condicionar el derecho a vivir de una mujer.

Hay algunas mujeres que son consideradas libertinas y vivarachas. Digan lo que digan de ellas, como dice el refranero español “nadie les quitará lo bailao” y sin que nadie pueda hacerles sombra, podrán decir en su vejez como dijo el poeta Neruda: “..Confieso que he vivido”. 

Por todo lo cual, mi humilde exhortación a cualquier mujer que esté viendo los años pasar es que se libere del estereotipo y se lance a vivir; que con matrimonio o sin él procure conocer la maternidad, y la felicidad sexual y que aún lograda esta y más allá continúe viviendo plenamente su vida y ya si aparece alguien bienvenido, y si no, aún queda bastante camino. 

Pues, usando las debidas protecciones y resguardos, se puede llegar a vivir una vida muy plena y emocionante, sin jamás estar casado (a).

Es lo que pienso.