Ay…Ay…Es inevitable hacer las preguntas…¿Encuentro de dos culturas? ¿Cuáles? ¿Acaso la hispánica y la indígena o amerindia?  ¿Y aquella otra tercera, la negroafricana, va a seguir todavía silenciada en la política cultural oficial? ¿Hasta cuándo ocurrirá esto en una de las naciones-pueblo más afro-criollas del continente?

¿Un simple error de los redactores de esta nota en la página de Facebook del Ministerio de Cultura del PRM? (Es inevitable recordar el sello partidario porque fue la promesa de cambio de ese sello lo que los llevó al Estado y motivó las expectativas de cambios…) ¿O acaso el Ministerio quiere decir que el 12 de octubre solo hubo encuentro entre nuestros antepasados europeos y nuestros antepasados indígenas?  ¿Se le escapa al Ministerio que desde hace tiempo hay prueba contundente de que al menos un negro-africano llegó en la expedición de 1492 y en otras subsiguientes del “Almirante”?   Y si acaso sale el argumento de que solo fue uno en 1492 y muy pocos en La Isabela (1493 y siguientes)… entonces la pregunta: ¿Si desde aproximadamente 1501 de manera creciente comenzaron a llegar grupos de antepasados negro-africanos hasta convertirse muy pronto, en las dos décadas siguientes, en mayoría permanente…para cuándo la conmemoración oficial estatal con los discursos correspondientes?

No solo seguimos diluvianamente atrasados sin visibilizar colectivamente, gubernamentalmente, el legado afro-dominicano, sino que cuando lo comencemos a hacer tenemos que escoger con cuidado el lugar, porque el silenciamiento de lo afro-negro-dominicano de parte de las élites gobernantes y culturales dominicanas ha sido tal que ni siquiera hay un monumento públicamente reconocido a esa herencia, y que es otra de las tareas pendientes en la modernización urgentemente necesaria de nuestra definición oficial de nuestros legados identitarios.

Este año es una buena oportunidad, con todo y COVID, para conmemorar un hecho que pone a los dominicanos en el mapa de la historia cultural y política continental y hemisférica: el quinto centenario (¡sí quinto centenario, como el de 1992!) de nada más y nada menos que la primera rebelión negra abiertamente anti-esclavista de las Américas (y del Imperio Español): la rebelión del ingenio del recordado virrey Diego Colón, localizado en algún sitio del noroeste de la actual Ciudad de Santo Domingo según documentos de la época, muy posiblemente en la Cuenca del Río Higüero, en las Navidades de 1521.

¿Habrá forma humana, o milagro alcanzable, de convencer a la Sra. Ministra de Cultura Germán y a su equipo inmediato de dirección, de que ese es un legado digno de conmemorar porque forma parte básica de nuestra manera de ser como pueblo y de nuestra experiencia histórica centenaria?

¿Podremos convencer al Ministerio de Cultura del Gobierno PRM de que es hora no solo de hacer justicia a los millones de dominicanos herederos genéticos de nuestros antepasados negro-africanos y a los otros dominicanos que son sus herederos culturales, ubicando y visibilizando por fin, de una vez por todas, ese legado en la vida cultural estatal dominicana?  ¿No pueden ver, nos preguntamos, las autoridades culturales del PRM un poco más allá que las “autoridades” culturales del Régimen PLD-FUPU en este sentido, que se pasaron veinte años manteniendo y reforzando esa visión de exclusión y silenciamiento de la herencia afro-criolla?

¿Qué podemos hacer los dominicanos ciudadanos de a pie preocupados (y ofendidos) por este tema, para lograr que quienes ocupan hoy el Estado como resultado de una voluntad de cambio de las mayorías del pueblo dominicano se atrevan a dar ese paso de modernización imprescindible de incorporar el legado afro-dominicano  de manera sistemática al funcionamiento de la política cultural estatal dominicana?  ¿Qué velones debemos encender, de qué tamaños y de cuáles colores, para aumentar nuestra capacidad de incidencia, nuestra posibilidad de ser escuchados por unos funcionarios y un gobierno que se proclaman “modernos”, pero que en este tema de la inclusión y visibilización de la diversidad de nuestros legados culturales básicos, fundacionales, permanecen tan anquilosados, tan esclerotizados históricamente, tan vetustamente antiguos, quedados muy atrás de la mayoría de los países latinoamericanos (y del mundo) que hace tiempo dieron el paso en esta materia?

Anthony Stevens-Acevedo, Investigador de la historia colonial temprana dominicana, Miembro Correspondiente Extranjero de la Academia Dominicana de la Historia