La noche tiene un tiempo específico en el que es mucho más oscura. Esas tres horas justo antes del amanecer, el ennegrecimiento que opaca la tierra es tal, que dan ganas de creer que nunca va a amanecer; y sin embargo, los rayos incontenibles del sol brillante emergen seguros e imponentes, con tales bríos que entonces lo que olvidas es la oscuridad primera.
La vida de este hombre de negocios entró en sus horas más oscuras. La economía Mexicana anunció catastróficas consecuencias a partir de infructuosas medidas. Así de forma automática, de un día para otro la deuda de este hombre se triplicó. La frustración y la impotencia que corría en todo el país sólo incrementaban los lamentos de una situación que arropaba a todos en angustia. Pero este esposo y padre de familia, en su caso particular, perdió toda capacidad de mantener la compostura. En su mente se repetían las palabras: Impagable-arruinado, pérdida total, no hay salida!
En esta mala plataforma mental, se le entronó una mucho peor idea; quitarse la vida. No sentía ya la valentía o la imaginación para idear el cómo afrontar el presente y mucho menos el futuro. Y al mismo tiempo, los rostros de aquellos por quienes trabajaba, los que dependían de él, se les aparecían en la pantalla de la mente, incrementando la batalla entre la razón y la cobardía; entre el deber y la abrumante culpa, entre el amor que les tiene y el dolor por haberles fallado.
Parqueó el carro en un lugar asolado, reflejo de cómo estaba su alma, y allí, con pistola en mano, se disponía a ejecutarse. Entonces como para cerrar con broche de oro, intentó poner las cosas en orden con Dios. Puso el casete, así es, el casete de aquel artista cristiano que empezaba a sonar. La canción se titulaba “Renuévame” y la letra suplicaba a Jesús: “Renuévame, ya no quiero ser igual, pon en mi tu corazón…” Las lágrimas nublaron la vista de aquel hombre desesperado, quien se adueñaba intensamente de cada palabra que era cantada, haciendo suya la súplica, en medio de ese lamentable episodio de vida en el que se encontraba. Definitivamente sus horas más oscuras. Rebobinó el casete una y otra vez repitiendo la canción. Con esto no sólo distanciaba su mano del gatillo, sino también la decisión de su mente. En efecto, la “renovación” fue concedida, pues aunque seguía endeudado, y sin saber lo que haría, acababa de recibir una certeza, nuevas fuerzas! Así, una diminuta luz, con apellido “esperanza” comenzó a amanecerle en la oscuridad de su alma. Se dejó iluminar y así también, convencer. Las lágrimas corrían ahora con sabor a arrepentimiento por lo que pudo haber hecho.
Tiempo después, ya más tranquilo y esperanzado, se decidió escribirle una carta al artista que le había puesto voz a las palabras que le salvaron la vida. En siete páginas le confió a este extraño, lo que su música había hecho por él, y cómo ahora le consideraba un aliado.
Veinticinco años más tarde, los dos hombres se encuentran en un escenario, el uno invitado por el otro, para contar el testimonio. Pues había que añadir las innumerables bendiciones que Dios había sumado a su vida personal y a su familia. Con sincero agradecimiento e igual humildad, el hombre expresaba otra vez al artista, “…tu canción me salvó aquel día, y conmigo a toda mi familia”. Las emociones no se hicieron esperar, ni tampoco las sorpresas. Porque minutos más tarde, el gran artista estaría compartiendo escenario, precisamente con la hija menor del hombre “renovado”, la cual tendría menos de dos años, cuando su padre intentara quitarse la vida. Eso era lo que había en el futuro de este hombre, más canciones hermosas y renovantes, venidas de Dios mismo, y a través de su hija. El artista mismo se sorprendió de saber que quien le escribió aquella carta 25 años atrás, era el padre de Marcela Gándara. Ahora los tres alababan a Jesús desde el escenario donde se celebraban los 25 años de la exitosa carrera de Marcos Witt.
Jesús, tu grandeza nunca deja de sorprenderme!
Jeremías 29:11 Porque yo sé los planes que tengo para vosotros, declara el Señor; planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza.