Está reflexión no creí nunca escribirla, tal vez, porque es tan difícil aceptar nuestros propios errores, y los inadecuados comportamientos del grupo al que pertenezco: la clase política, es la palmaria realidad la que me obliga a un análisis retrospectivo de lo que ha sido la falta de empatía social, del compromiso a la palabra empeñada y de las incoherencias que se manifiesta entre los políticos que prometen una cosa en la oposición y hacen todo lo contrario llegado al gobierno.

He escuchado por muchos años el cuestionamiento al sistema de partidos y a su dirigencia, con constantes críticas las  más de las veces merecidas, porque los militantes políticos cuando no hemos sido culpables por acción, lo hemos sido por omisión; hoy estamos comenzando a pagar los tantos años de inconductas y de falta de sensibilidad ante los reclamos ensordecedores de toda una ciudadanía que nos pide a gritos que efectivamente le representemos, para tratar de evitar estos ser víctimas de este capitalismo salvaje, donde los gobiernos se ponen solo al servicio de la oligarquía y no de a quiénes debemos encarnar: el pueblo.

Ese mismo pueblo está expresando su frustración sobre su clase partidaria, y lo manifiesta en la creciente desafección política que marcan las encuestas, un importante 36% que al día de hoy se enuncia contrarios a todos los partidos políticos, ese fenómeno de alejamiento y de profunda decepción ante su clase dirigente, que a modo de crítica lo manifiesta en no estar de acuerdo en votar por ninguna de las opciones políticas tradicionales, e inclusive hasta de los partidos emergentes, todo porque nos creen, y en una gran parte es cierto, que somos la clase política los causantes de los grandes males ancestrales que ha tenido la nación. 

La indignación ciudadana va en tal crecimiento que en apenas tres meses subió el nivel de desafección, de un 32% al 36% de hoy pero, las causas de está marcada malquerencias la establezco a mí parecer en este “decálogo de la antipatía popular” a los partidos, paso a enumerarlas:

  1. La megacorrupción es uno de los factores principales, no hay de que sorprenderse, como lo he expresado hasta la saciedad, el pueblo nos hace culpable a los políticos del gran hurto nacional, que se ha estado realizando a las arcas públicas, porque aunque las fortunas inmensas de la corrupción no están en los bolsillos de las dirigencias partidarias, la gente entiende que todo lo que pasó es culpa única de la clase política, porque los montos que señalan a los políticos son de tal magnitud que ni el más risueño de los ciudadanos la puede pasar por alto, sin embargo, al final somos los auténticos culpables, por permisivos, nos toca parar la ambición desmedida de empresarios, lobistas, amigos, familiares y amantes, porque mientras ellos se hacen ricos los dirigentes políticos estamos pagando los platos rotos.
  1. Los partidos no le sirven a la gente sino a los espurios intereses de la oligarquía, toda acción que beneficia al pueblo es asumida por los políticos, con una exagerada precaución que ralentiza nuestra acción, la prueba es el aumento del costo de la vida, negarnos a entregar el 30% de su dinero que administran las AFP a sus verdaderos dueños, los aumentos desproporcionados de los combustibles, el caro y mal servicio de la electricidad, entre muchos otras querellas, que hacen que el pueblo piense mal de nosotros, porque en nuestro país lo que hemos estado instalando desde hace muchos años en el Palacio Nacional, es una plutocracia, nuestros gobiernos no defienden al pueblo sino a los bolsillos de los ricos. 
  1. La peor parte es que quiénes nos estamos hundiendo en la impopularidad y desprestigio somos nosotros mismos (los políticos), que nos regodeamos en el disfrute de hacernos daño recíprocamente, persiguiéndonos y denostándonos por razones políticas electorales, nos acusamos los unos a los otros, para buscar supuestas ventajas, con el fin de posicionarnos en las elecciones, y los que estamos logrando, visto los resultados, es que el pueblo no crea en ninguno de los proyectos políticos, “de tanto sacarnos los ojos, estamos quedándonos todos ciegos”.
  1. Tenemos nuestros enemigos adentro, y no lo duden nos destruirán, veámonos en el espejo del Perú, donde el descreimiento a la clase política tradicional los ha llevado a los extremos, auspiciamos una sociedad civil que sin trabajo ni mérito nos quiere sustituir, y gobierno tras gobierno obtienen más participación, les damos y no paran diariamente, a través de sus bocinas mediáticas, de acusarnos de todos los males sociales, para ellos todo lo que pasa aquí es de la única y absoluta responsabilidad de los políticos, sigamos auspiciando a la misma y con ello “amolando cuchillo para nuestras propias gargantas”.
  1. Los incumplimientos al trabajo político está dejando sus frutos en los últimos años, las militancias partidarias han sido timadas por sus propios gobiernos, y ahí están los resultados, no es solo el pueblo humilde que no cree en los políticos, son los mismos dirigentes que no creemos en nosotros mismos, la mayor desafección y animadversión existente está en los cuadros políticos, que han visto como nadie les paga su trabajo, no duden que en ese aumento tan desproporcionado de aversión está la gran frustración del ejército de cientos de miles de perremeístas, que después de 16 años abajo perdieron a fe, por no ser tomados en cuenta, porque ya no creen en los suyos, y mucho menos en los contrarios, así mismo debe estar la legión de peledeístas, que se sienten que por culpa de sus líderes (Danilo y Leonel) que no se pudieron poner de acuerdo hoy están abajo pasando penurias.
  1. La mayor antipatía social se expresa hoy en las redes sociales, y ahí un batallón de indignados ciudadanos expresan su impotencia, frustración y dolor por la que atraviesan, para sobrevivir en esta selva de cemento y asfalto, donde hasta el respirar se le está haciendo imposible, porque hay una pérdida total del valor del dinero, y no importa cuánto usted gane en este país tan caro, ninguna suma le alcanza pero, los más sufridos en esta tragedia social es la “clase media”, que rumiando sus penas el único desahogo que le queda está en las manos de cada uno en su celular, de donde descargan sus resabios y las penas que le acogotan por la crisis que están atravesando y a quién hacen ellos culpables “a los políticos que somos los llamados a defenderlos y no lo estamos haciendo”.
  1. La falta de coherencia y la ambigüedad están afectando sensiblemente la imagen de la clase política, porque existe hoy una derechización pronunciada de los actores políticos, que dicen ser de izquierda o del centro, y llegados al poder actúan con una actitud más conservadora que los connotados voceros de la derecha, porque aquí hay dirigentes de avanzada solo de boca, ya que sus intereses se ligan a los de la voraz oligarquía, por eso cada vez que se presenta un proyecto al Congreso Nacional para la gente, éste duerme el sueño de lo eterno, todo porque los políticos somos simples peones de la blanca camarilla que controla el país.
  1. Hay una dosis escondida de racismo en la clase política y gobernante, porque al poder solo llegan “los blancos” en un país étnicamente compuesto por un 85% de mulatos y negros, está evidente discriminación pasará factura a la clase política, porque la mayoría está convencida que donde aspire a una posición “un negrito” no importa lo acreditado que esté, seguro le dan la posición a un “blanquito”, está es la prueba más palpable de la segregación a la que estamos sometidos, la mayoría de los ejemplos es con las mujeres del pueblo, esas humildes militantes que ven “que a las blanquitas y buenamoza de cuerpos (hechas a base de operaciones)” es que le dan los puestos públicos, pese a ser las mulatas las que buscan los votos.
  1. Pero, si hay algo que es causa de las peores críticas, es el comportamiento de los funcionarios públicos de todos los partidos y gobiernos, que desde que los decretan se mudan, cambian de amigos, cambian de vida, de forma de actuar y solo les interesa quedarle bien a sus muy cercanos familiares, amigotes y amantes, más no les importa llegado a los cargos, la suerte de sus compañeros a los que tratan con desdén después de lograr su objetivo de llegar a su cargo, desde donde resolverán solo sus problemas personales.
  1. Los políticos no nos estamos pareciendo en nada al pueblo, y es que la nueva clase política quiere una relación virtual, distante y fría con la gente, porque solo los políticos de oficio tradicionales hacemos política de manera directa, solo a los llamados dinosaurios, nos gusta el trato cortes y humano con la población, porque la nueva camada de políticos no le abre las puertas de sus casas a la militancia y no le gustan los compromisos, por eso se hace una política tan impersonal muy apartada de las relaciones de amistad y convivencia, ni vamos donde ellos ni los recibimos en nuestros hogares, y tal vez son recibidos con dificultad en las oficinas, queremos circunscribir el contacto con la militancia política a un simple mensaje de WhatsApp, al uso de las redes o a una que otra inusual llamada telefónica, esa relación de ahora tan lejana y displicente no crea una verdadera fidelización.

Estás razones como muchas otras son parte decisivas de la gran desafección política, que sigue inoculándose increscendo en nuestra sociedad pero, la verdad es también que los políticos vivimos muy por encima a los estándares de la gente y eso nos aparta de su diarismo y sufrimiento, porque desconocemos las graves falencias del sistema que acogota las exiguas economías populares, puesto que no nos damos cuenta de los permanentes aumentos de precios, y las lastimosas dificultades que pasa nuestro sufrido pueblo, para que la gente pueda alimentarse y conseguir sus medicamento; en las comodidades de nuestras vidas, con buenos vehículos, alejados de la inseguridad de los barrios populares, no sabemos del miedo y de las acechanzas como las que viven expuestos la mayoría de nuestros nacionales.

La clase política y el sistema de partido está obligado a cambiar, deberán adaptarse a los cambios de esta nueva sociedad del reclamo y la transparencia, o nos reinventamos o simplemente la desafección crecerá tan exponencialmente que los partidos no les servirán ya a la gente, y se convertirán en un estorbo que se mantendrán verbigracia a la asistencia económica del Estado.

Los paradigmas de este pueblo hasta llegado el año 2000, lo era la vida austera, honesta y coherente de Juan Bosch, Joaquín Balaguer y José Francisco Peña Gómez, pese a sus grandes diferencias ideológicas de izquierda, derecha o centro, esos líderes tenían el respeto y admiración del pueblo.

Ahora los paradigmas, ejemplos y valores son otros propios de una vida light sin sustancia, donde el dinero lo sustituye todo, son los líderes de los barrios, los influencers de la redes sociales, sean éstos artistas, urbanos, comunicadores, opinólogos, deportistas, y nunca se quedan las megadivas, que han convertido sus cuerpos en una mercancía, las reuniones más apetecidas, ya no son las políticas son los teteos’, molineos’ y chiquiteo’, porque a ningún joven le interesa la “muela de ningún político, que al final lo que hablan es cháchara”.

Los líderes de las redes sociales tienen hasta millones de seguidores, los políticos unos pocos miles si acaso, nuestro mensaje escasamente les llega a los que muestran interés en la política y a los asuntos de gobierno pero, el pueblo que no nos escucha, tiene los oídos puestos en esos, que a través de sus canciones con temas sociales y en jerga barrial le llegan al cerebro y al corazón de la mayoría de los que decidirán electoralmente: la juventud.

Si sigue la desafección subiendo en las encuestas, que se olvide Luis de su reelección, a Leonel de su sueño de volver y de las aspiraciones de convertirse en inquilinos de la mansión de Gazcue, Margarita, Abel, Gonzalo, Domínguez Brito, entre otros, todavía ocultos pretendientes al poder, porque serán barridos por cualquier outsider que ofrezca de manera creíble al pueblo limpiar con todo lo que significa el pasado y la partidocracia nacional, los vientos de la desafección que veíamos en otros países, ya se instaló en el electorado nacional y solo nos queda esperar los funestos resultados si no cambiamos.

Tratare desde el FOPPPREDOM (Foro Permanente de Partidos Políticos de la República Dominicana) aportar mi grano de arena en la concientización a la clase política, para que busquemos fórmulas empáticas que nos hagan ganar la confianza de nuevo del pueblo, mientras la verdad es que “estamos jodidos” por la pérdida de la estima popular, y esto de no revertirse será catastrófico para la nación, porque entraremos al terreno fértil de los autonombrados mesías que como outsiders irrumpirán, con el fin de llevarse los vestigios de la democracia en nombre de las reivindicaciones que tanto anhela y necesita nuestro pueblo.

El momento de cambiar es ahora, no como un eslogan de campaña, porque mañana será tarde, es que ese porcentaje que le dan los estudios de posicionamiento y preferencias a la indignación popular debe ser de profunda preocupación para la autodestructiva clase política que tenemos hoy en día, el pueblo ¡no lo duden!,está buscando desde ya con ansias de redención que llegue “un chapulín que los defienda” del agiotismo,de la inseguridad, y sobre todo, de la indiferencia e indolencia que impera en el país por culpa de nuestra insaciable oligarquía, y de nosotros los irresponsables y estigmatizados corruptos políticos.