Este es el mundo de Alicia […]  ¡soltaron a Lula!  El juez concedió un permiso especial al expresidente de Brasil para asistir al funeral de su nieto (quien murió afectado de una meningitis meningocócica).  Ayer, a las 7 de la mañana, Da Silva de 73 años, voló hacia Sao Paulo y luego cruzó en helicóptero a Sao Bernardo do Campo, donde se oficiaba dichos actos fúnebres.

La noticia provocó de inmediato un efecto preocupante entre sus adversarios (principalmente: Eduardo Bolsonaro, el hijo del Presidente quien de una manera exacerbada dijo a la presan «que era "absurdo" que la justicia autorice la salida de Lula»).   

Lula tiene tanto poder de atracción que aun desde la cárcel sus enemigos políticos exudan miedo.   Miedo a que Lula se quede fuera de la cárcel y eclipse la pobre gestión del Presidente.   Miedo a que Lula visite y persuada de nuevo a más de 4 millones de personas que salieron de la pobreza.  Ellos (y Bolsonaro) tienen miedo  a que Lula encabece la oposición una vez más.  Miedo a que Luiz Ignacio Lula da Silva cuestione públicamente el derrotero por donde el Gobierno lleva caminando a más de 200 millones de hombres y mujeres (como ovejas al matadero); y por supuesto, los espalderos también tienen miedo a verse en el espejo.  Miedo a Lula y miedo al sobrenombre que este le tiene a Bolsonaro: ¨el destructor de Brasil¨

Naturalmente a cualquiera le da miedo al experimentar situaciones como la que permitió Jair Bolsonaro cuando invito a Guaidó visitar el Palacio de Planalto.  Más aun, al expresar desconciertos e impresiones como las siguientes: “Todos los presidentes de Brasil fueron responsables por lo que le pasa hoy a Venezuela.  A la izquierda le gustan tanto los pobres que terminaron multiplicándolos”. Así se expresó el ultraderecha. (Lo extraño de todo esto es que Juan Guaidó anda visitando a los gobiernos que públicamente han ofrecido el apoyo a la aventura del [presidente encargado] y no ha solicitado en ninguno de los países en los que ha estado Guaidó, ver a los presos políticos… (Por qué no fue a ver a Lula da Silva a la cárcel, y por supuesto, presentar la defensa con el mismo énfasis y energía como lo ha hecho en los últimos 4 años a favor de Leopoldo López en Venezuela).

¡Soltaron a Lula! 

Fue por un solo día la orden de libertad.   Solo ese día, por unas horas de libertad para enterrar a su nieto.  Y al parecer, esa libertad de Lula para ir al funeral de un descendiente directo acorraló al Gobierno de una manera incoherente: balbuceando y estropajosamente se refirieron sobre el hecho.

Todavía no logro imaginarme la forma que tomó la cara de Jair Bolsonaro, el disimulado, gazmoñero y mojigatoso presidente que queriendo aparentar que ama a los ¨pobres¨ los odia, cuando la jueza Carolina Lebbos, de la Sala de Ejecución de la Pena de Curitiba, firmó la orden de libertad.

(América Latina –en su conjunto- es el país de las maravillas. El más ridículo de todos.  Un solo país donde la verdad es mentira y la mentira se viste de la verdad.  Sólo quedan los recuerdos de los presidentes socialistas.  ¿Para que sirvió esgrimir y marchar en la ¨Gran Manzana¨,  la ¨Estatua de la Libertad¨ o, la sangre abonada en cada ¨republiquita¨ por los padres?).