Cuando en los albores de la década del noventa del siglo pasado Francis Fukuyama proclamaba "El fin de la historia y el último hombre", quiso convencer a los explotados y excluidos de que toda lucha contra la hegemonía norteamericana era inútil y que cualquier disidencia ideológica o política con Estados Unidos era solo un sueño.

La caída brutal de la Unión Soviética y la desmovilización social en todo el mundo, con escasas excepciones, parecía confirmar aquella tesis que se repetía en las academias, medios de comunicación y círculos intelectuales.

Una ola neoliberal sacudió consecuentemente a América Latina tras asumir los gobernantes y los partidos liberaldemócratas el "Consenso de Washington" como una vía ineludible.

Los Estados guiados por este tipo de políticos movidos por la ola y negados a acompañar a sus pueblos en un esfuerzo por profundizar los procesos de justicia, de distribución más equitativa de la riqueza y participación democrática, dieron lugar a dos décadas de ampliación de la pobreza y la desigualdad.

Esas décadas coinciden con un período de empeoramiento de las condiciones globales de vida en el planeta por el cambio climático, el despilfarro de los recursos energéticos y la agresividad imperial.

El mundo vivió bajo un poder unipolar que parecía incuestionable e inexpugnable.

Hoy es evidente que en una combinación dinámica de política agresiva, intervencionista, y un despertar de los pueblos en todo el mundo, el panorama comienza a cambiar y el poder unipolar muestra grietas importantes que con el tiempo solo prometen expandirse y con la lucha social y política, desplomarse.

Cualquier persona mínimamente informada (no digo manipulada) puede advertir que el poder unipolar tiene tres frentes abiertos que no serán cerrados en forma fácil ni rápida. Ellos son:

1º El deslinde latinoamericano del poder colonial de Estados Unidos con la reciente integración de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) de la que forman parte 33 países, con la sola exclusión de Puerto Rico, convertido en colonia de Estados Unidos desde hace 113 años.

No se trata de una ruptura política y comercial con el centro de poder unipolar (Estados Unidos), sino una afirmación independiente de los Estados latinoamericanos para defender sus propios intereses y luchar unidos en los foros internacionales y conflictos mundiales.

Es, sin duda, un espacio diferente a la Cumbre de las Américas, las asambleas de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde Estados Unidos era el verdadero poder, e incluso la Cumbre Iberoamericana promovida por España en la puerta del V Centenario de su llegada a América como principal potencia colonial.

Los Estados miembros de la Celac se han comprometido a impulsar "un proceso de integración política, económica, social y cultural, haciendo un sabio equilibrio entre la unidad y diversidad de nuestros pueblos", consigna la Declaración de Caracas, en la que también se proponen "contribuir con la consolidación de un mundo despojado del flagelo del colonialismo y de la ocupación militar".

2º La irrupción de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) como un bloque de países cada vez más activo en los escenarios económicos y políticos mundiales.

Dos hechos recientes muestran claramente que los países del BRICS no están dispuestos a ser expectantes pasivos en un mundo convulso: ante la política abierta de Estados Unidos y gran parte de Europa de liquidar los gobiernos de Irán (porque supuestamente quiere construir armas nucleares) y de Siria (porque reprime a la oposición que admite utiliza armas y asesina soldados), este bloque responde que no respalda ninguna nueva sanción y mucho menos una intervención extranjera en Siria, mientras que para Irán solo acepta acudir a la diplomacia para zanjar diferencias.

Las coordinaciones que van logrando los países del BRICS en el plano comercial pasan de la teoría a la práctica con el balanceo de sus cuentas en el comercio entre ellos mismos, no en dólares o euros, sino en las monedas propias.

Y no se puede perder de vista que hablar del BRICS es igual que referirse a gigantes con una influencia determinante en América Latina (Brasil), en Europa y Asia (Rusia), en Asia continental (China e India) y en África (República de Sudáfrica).

En conjunto, estos países representan más de cuatro millones de millones en reservas internacionales, más del 20 por ciento de la producción del mundo y el 45 por ciento de la población del planeta viviendo en la cuarta parte de la superficie terrestre. Es, sin duda, un bloque potente y en expansión al que no se le puede dar órdenes mediante procónsules o portaviones.

-Y finalmente, está la rebelión mundial de los jóvenes, los desempleados, las minorías y los excluidos del primer mundo que toman las calles bajo la bandera de "Los indignados", movimiento que culpa al capital financiero y a los monopolios del comercio de los recortes en la calidad de vida y de oportunidades de miles de millones de personas en todo el mundo.

Esas tres grietas, presentes en el mundo en una combinación de fuerzas políticas, poder económico y estatal, no son meras teorías como la enarbolada en su momento por Fukuyama, sino hechos tangibles y en desarrollo que prometen un mundo de hegemonías parciales, superando el poder unipolar.