Usted me puede disparar con sus palabras,

Me puede cortar con los ojos,

Matarme con su odiosidad, pero aun

Así, como el aire, me levantare.

M. Angelou.-

Cuando las fuerzas de bandoleros  que en ocasiones hasta se pueden catalogar como paramilitares, comienzan el proceso de ejecutar por motus propio las acciones ofensivas en contra de todo aquello que consideran afectan los intereses de sus amos, es una clara señal de que los “lideres” a quienes pertenecen, están perdiendo control sobre las mismas.

Cabría preguntar en medio de tantas operaciones de descredito, violencia física y verbal, que habría pasado si el Periodista Marino Zapete           se hubiera devuelto a su residencia por  cualquier causa y se encontraba con los desaprensivos que violentaron su residencia, solo para sustraer su computadora, ¿qué hubiera sucedido?

Probablemente siquiera los que ejecutaron la acción pensaron en esa posibilidad a pesar de tener sin lugar a dudas el lugar bajo vigilancia y creerse que todo estaba bajo control, es más, creo que ni los promotores intelectuales pensaron que esto podría haber sucedido y gracias a Dios no se produjo, porque de así haber sido, hoy Marino no estuviera respirando.

Por cosas como esta es que digo que el Señor Presidente tuvo toda la razón cuando expreso entre otras cosas “…Republica Dominicana es hoy un país de Instituciones en franco proceso de fortalecimiento, con equilibrio político, y desde hace tiempo, libre de trauma y de la sombra de la Dictadura”.  Sí señor, el Presidente está en lo cierto en cuanto a que el país está “libre de trauma y de la sombra de la dictadura”. Porque lo cierto es que no hay tal sombra, simplemente brilla el sol y se ve todo muy claro, de que real y efectivamente vivimos en una dictadura, que no le quepa la menor duda.

Muchos consideran que no es la violencia lo que separa a los hombres, sino la distancia que están preparados a recorrer para no llegar a ella y al parecer, ante la abrumadora máquina de fabricar falsías, engaños, blindajes e impunidades, ya el pueblo no está por hacer un largo recorrido. Lo de Zapete es solo la punta del iceberg que acaba de aflorar, pero el tempano que se mueve es de tal magnitud que si continua con la misma dirección podría golpear y hasta metafóricamente, hacer hundir la isla.

Desde hace tiempo estas fuerzas oscuras comenzaron a salirse del dominio de sus amos y los agravios producidos son cada vez más osados, más descarnados y más abusivos. La difamación es su arma preferida y por medio a los recursos económicos y de lobismo, tanto nacional como internacional, hacen y deshacen a su antojo, porque vivimos en medio de una asquerosa impunidad, de un control por parte de una claque que domina hasta los más oscuros rincones del Estado. Es un poder ejecutado por lo más bajo de lo peor, moral y éticamente. Por manos manchadas e insaciables bajo la dirección de políticos sin moral, que en vez de políticos debería de llamársele comerciantes inescrupulosos.

Y se en carne viva lo que es estar en el ojo de ave de rapiña de estos desarmados y ser víctima de sus bajas y endemoniadas acciones, sin que sus amos le pongan bozal o le achiquen la cadena. Marino Zapete ha sido solo uno y hasta con suerte. Señor Presidente, esas fuerzas no son suyas  pero recuerda usted cuando con aquel que inicio las negociaciones políticas, que le permitieron a su partido llegar al poder este se quejaba públicamente de las acciones de esas fuerzas incontrolables y que al fin fueron de tal magnitud que entre ellos mismos comenzaron a comerse vivos como si fueran lobos hambrientos, ¿recuerda?, pues así están esas fuerzas oscuras y que al parecer usted ni siquiera las percibe aunque el daño que le pueden producir a su gobierno y su nombre serían devastadores.

Y la verdad es que no grito solo por Marino, grito por mí y tantos otros que no osan decir ni pio, porque el miedo a esas huestes los tiene paralizados. Si, esto es una dictadura con el apoyo de los votos, principalmente de aquellos provenientes de las chozas de la vergüenza, donde la fundita, aparte del salami, sirve también para ahogar la dignidad y la vergüenza. Porque firmemente creo, parodiando a Otelo (1603) que ustedes son el índice y el prólogo de una historia de lujuria y falto de pensamiento. ¡Si señor!