En la sociedad dominicana la niñez está mediada por rasgos culturales que no se vinculan necesariamente con el código del menor y mucho menos con la visión de la niñez como una etapa de la vida con edades establecidas.

Algunos de estos rasgos que marcan la visión de la niñez son:

Niños  y niñas trabajan desde temprana edad ( 6-8 años) y el trabajo que realizan no se considera como trabajo sino como una “ayuda” para la familia o parte de su responsabilidad como miembro o miembra de la familia.

Las campañas que se han desarrollado en el país contra el trabajo infantil tienen la dificultad de que lo que han generado en muchos casos es el ocultamiento del trabajo infantil. Muchas familias tienden a ocultar que sus hijos e hijas trabajan y se plantea como acciones aisladas de apoyo o ayuda en un momento determinado.

Otro elemento que hay que destacar es que para muchos niños y niñas la garantía de ciertas posibilidades de comer “algo” está en trabajar, si no trabajan no comen porque viven en familias muy vulnerables donde cada quien tiene que buscar opciones para su sustento.

La frontera entre niña y mujer es más frágil que la de niño-hombre. En la cultura popular las niñas dejan de niñas inmediatamente tienen relaciones sexuales independientemente de su edad cronológica. Así encontramos niñas con 12 y 13 años que son consideradas “mujeres” porque son activas sexualmente. Lo que no ocurre con los niños que independientemente de su actividad sexual no dejan de ser niños y no se espera que se comporten como hombres.

Muchos padres y madres expulsan a las niñas cuando descubren que “viven” con sus novios. “En esta casa no puede haber dos mujeres”. Esta expresión es continua entre las madres que con ello expulsan a sus hijas o las “invitan” a “irse” con el novio, lo que se considera como “casarse”. “Yo me fui con mi novio porque ya era mujer” ( niña de 12 años del barrio 27 de Febrero”

El niño tiene permiso social para tener sexo a la edad que desee lo que no ocurre con las niñas a las que se les prohíbe la actividad sexual tanto en su niñez como en su adolescencia.

Las consecuencias de este cambio de su condición de niñez son graves para las niñas porque pierden inmediatamente la protección social. Su condición de desprotegidas se identifica en dos escenarios:

En los centros educativos. A pesar de que la ley de educación prohibe la expulsión de las niñas y jóvenes de los centros por embarazo o por ser activas sexualmente esto no se cumple. Continuamente encontramos niñas y adolescentes que son expulsadas de centros educativos públicos y privados en zonas rurales y urbanas del país. Las maestras justifican la expulsión o la no-aceptación de su inscripción en el nuevo año con la expresión “son mujeres no pueden juntarse con las demás niñas”. Esta expresión está sustentada en la visión cultural de que la niñez se pierde en el sexo femenino.

En sus familias. Muchos padres y madres expulsan a las niñas cuando descubren que “viven” con sus novios. “En esta casa no puede haber dos mujeres”. Esta expresión es continua entre las madres que con ello expulsan a sus hijas o las “invitan” a “irse” con el novio, lo que se considera como “casarse”. “Yo me fui con mi novio porque ya era mujer” ( niña de 12 años del barrio 27 de Febrero”.

Esta lógica de “pérdida” de la niñez está muy arraigada en la cultura popular y se convierte en un muro de resistencia a la aplicación del código del menor y más aún al respeto de los derechos de niños, niñas y adolescentes, sobre todo de las niñas que son más vulnerables a sufrir  la violación de los mismos.