Si analizamos las tres últimas elecciones, las presidenciales del 2004 y 2008, así como la congresual de 2010, nos damos cuenta que lo de las 2.2 millones de firmas que entregaron una parte del PLD al presidente Leonel Fernández el pasado domingo, es una farsa o un milagro cuya comprensión escapa a la razón.
En las elecciones del 16 de mayo de 2004, se emitieron 3,656,850 votos de un padrón de 5,020,703 para un 72.84%. El PLD obtuvo 1,771,377 para un 48.4% de los emitidos y un 35.3% del padrón total. El 65% no votó por el PLD en estas elecciones, aunque hubo una gran cantidad de dominicanos y dominicanas que con tal de salir de Hipólito votó por esta propuesta, o sea, no a favor de uno, sino en contra del otro.
En las elecciones presidenciales del 16 de mayo de 2008, se emitieron 4,113,344 votos de un padrón de 5,764,387 para un 71.4%. El PLD obtuvo 1,836,468, o sea, un 44.6% de los emitidos y un 31.86% del padrón. Casi un 70% de los inscritos no votó por el PLD en esas elecciones.
En las elecciones congresuales del 16 de mayo de 2010, se emitieron 3,451,368 votos de un padrón de 6,116,397, para un 56.43%. De esos el PLD obtuvo 1,380,601 lo que es un 40% de los votos emitidos y un 22.6% del padrón de electores. Casi el 80% de los inscritos no votó por el PLD, lo que significa que es apenas una quinta parte de las y los dominicanos con capacidad para votar la que sustenta esa mayoría aplastante que tiene el PLD en el Congreso en estos momentos.
Con estos números, que no son inventados sino tomados de los resultados finales de las últimas tres elecciones, podemos observar que el PLD y Leonel Fernández en su mejor momento no han obtenido nunca 2 millones de votos y nunca han superado el 50% de los emitidos y mucho menos de los inscritos. Sin embargo con los 2.2 millones de firmas y la tendencia a llevarlas a 3 millones, que según el Presidente Leonel Fernández garantiza se conviertan en votos, significa que sin hacer campaña, sin ir a elecciones ya han superado con creces su votación histórica.
Si al padrón, que se proyecta será de 6.7 millones de inscritos para las elecciones del domingo 20 de mayo de 2012, le sacamos el 28% que se abstiene en las elecciones presidenciales, votarían poco más de 4.8 millones de personas. Si el PLD tiene garantizado 3 millones, lo que sería un 62.5%. Los demás partidos, los tradicionales PRD y PRSC, los alternativos como Pelegrín Castillo y su Fuerza Nacional Progresista (FNP), Guillermo Moreno y su Alianza País, Soto Jiménez y su Partido V República (PVR), así como los otros 20 partidos reconocidos por la JCE tendrán que disputarse el 37.5% restante.
Si estando en la oposición, con cuatro años fuera, después de un mal gobierno del Hipólito y el PRD no lograron superar el 50% de los votos emitidos, pero si tampoco lo lograron en las elecciones de 2008 en la reelección desde el Gobierno, usando y abusando de los recursos del Estado, no me explico cómo lo lograrán ahora que tienen el desgaste natural de dos gobiernos consecutivos, que la comida está más cara, altos precios de los combustibles, más impuestos, más inseguridad, más corrupción, más arrogancia desde el poder. Como señalamos al principio, nos queda una de dos, una farsa o un milagro.
Si es una farsa, un montaje más, un circo, un show que dicho sea de paso le costó millones de pesos a los contribuyentes, el pueblo tiene que comenzar a despertar de su letargo, porque ya es demasiado. Si es un milagro, si en verdad 3 millones de dominicanas y dominicanas están dispuestos votar por Leonel Fernández, entonces mi sugerencia es que nos ahorremos los miles de millones de pesos que significan las elecciones y que esperemos al 16 de agosto de 2012 para juramentarlo por 4 años más.
No es ironía, ni sarcasmo, si es verdad que el presidente Fernández tiene ese grado de legitimidad por parte del soberano que es el pueblo, entonces unámonos a él, dejemos que gobierne. No quiero un cargo Presidente, pero si usted ha logrado ese milagro, cuente con mi apoyo y mi colaboración desinteresada para que juntos realicemos el sueño de Duarte, Luperón y Bosch, tarea que parece el destino le tenía reservada.