En los últimos meses, a través de las redes sociales, se ha promovido un documental titulado La educación prohibida. El video de casi dos horas y treinta minutos es una muestra de la profunda confusión intelectual que caracteriza nuestra época.

En general, la situación actual de la escuela  genera insatisfacción en todo el Occidente. Ni siquiera los países cuyo modelo educativo es un referente para aquellos con sistemas de enseñanza colapsados se libran de los debates y las críticas sobre el estado actual de la escuela.

En parte, esto se debe a que la educación es un proceso inconcluso, con retos permanentes en función de las transformaciones sociales, las modificaciones de ciclo y los cambios en las mentalidades.

Esta situación de insatisfacción y desfase existente entre muchas de las prácticas educativas actuales y las transformaciones estructurales que vivimos es aprovechada por los responsables de La educación prohibida para propagar una ideología pseudoconstructivista, relativista y radicaloide, con tintes de Nueva Era, capaz de "fundamentar" sus ideas mezclando a Piaget con Kristnamurti.

La educación prohibida puede generar simpatías colectivas, porque en ella se presentan ideas atractivas como estas: ¨La educación tradicional es aburrida¨; ¨no se educa en función de las necesidades del niño", "un sujeto no puede ser medido por una escala estandarizada", etc. Como ocurre con todas las ideologías de su tipo, el proyecto implícito en La educación prohibida consiste en aprovechar un contexto de crisis social e insatisfacción generalizada sobre un determinada situación para, a partir de una crítica sobre problemas compartidos, mezclar medias verdades con falacias, planteamientos provocadores, pero no fundamentados, exageraciones o diagnósticos sesgados y conclusiones que no se infieren de los enunciados que sirvieron de punto de partida. Con ello se contribuye a una confusión conceptual sobre problemas fundamentales del desarrollo social y humano.

Por ejemplo, en el documental se señala que la escuela, como institución pública, gratuita y obligatoria es de origen reciente, sin existencia en la Atenas de Sócrates y Platón, donde existían en su lugar, espacios democráticos de reflexión y debate. El surgimiento de la escuela, desde la perspectiva mostrada en el film, respondió a la necesidad de una sociedad autoritaria y mercantil que necesitaba homogeneizar a las personas para la sustentación de un orden social desigual.

El propósito de los autores del documental es "mostrar" que, si otras sociedades carecieron de escuelas formales, podemos también nosotros prescindir de ellas y que, puesto que sus orígenes están relacionados con una intención cuestionable, la escuela como la conocemos es cuestionable.  Esto no resiste el análisis más simple. ¿El hecho de que los griegos antiguos carecieran de escuela formal y que ella, como todas las instituciones humanas, tenga un origen histórico, la invalida como institución moderna? ¿Tampoco debemos tener hospitales porque los antiguos griegos carecieron de ellos? ¿Acaso la validez actual de una institución proviene de su origen? Suponiendo que compartamos la tesis de las intenciones que motivaron el surgimiento de la escuela, ¿la validez actual de la misma depende de las intenciones que la gestaron?

Por otra parte, en La educación prohibida se parten de premisas que son verdades triviales y conocidas para inferir de ellas conclusiones falaces. Por ejemplo, es verdad que los niños tienen especificidades, pero de este hecho no se infiere que no sea válido establecer escalas de evaluación estandarizada para evaluar su rendimiento. Estas escalas no miden a la persona, sencillamente, miden aptitudes y actividades en un momento determinado. Si un profesor confunde la evaluación de una aptitud o una determinada actividad con el valor de la persona es un error del profesor, no significa que por ello, debamos erradicar las evaluaciones.

La falacia de la falsa dicotomía es otra de las características del guión de este documental. Una de sus críticas es que la educación escolar fomenta la competencia y con ello, los conflictos sociales. El supuesto implícito en el razonamiento es que existe una contraposición insalvable entre competencia y cultura de la paz, que la primera sólo se desarrolla fomentando la guerra. Si esto fuera verdadero, las competencias deportivas deberían terminar siempre como conflictos armados o con los competidores destrozándose el cabello para resultar ganadores.

La competencia no es un valor ajeno a los seres humanos inculcado por un sistema social injusto. Si bien puede ser fuente de conflictos, también puede producir muchas de las más nobles e importantes acciones humanas, desde los logros deportivos hasta los grandes descubrimientos científicos. Sólo un prejuicio arraigado en determinadas corrientes de pensamiento  hace pensar que los actos humanos, para ser auténticos, deben basarse siempre en la solidaridad y nunca en la competencia.  Hay situaciones para la solidaridad, otras para la competencia. La escuela debe fomentar ambas. El problema no es si la escuela fomenta la competencia, sino bajo cuales reglas se realiza, cuales son las metas y los medios para alcanzarlas.

La película contiene también una serie de analogías falaces, como aquellas que trazan semejanza entre el funcionamiento de una planta y el desarrollo de un niño para defender el surgimiento del conocimiento como si fuera parte de un proceso de generación espontánea. El profesorado sólo tiene que dejar que" surja la semilla". Según uno de los "expertos" entrevistados, todos los niños realizan observación sistemática y no hay niña que no realice experimentos. En el contexto del documental no son metáforas, tienen  la intención de desdibujar la diferencia existente entre la observación atenta que puede realizar un niño y la observación controlada que logra un científico tras años de entrenamiento. Desdibujada esta frontera, no hay profesores expertos, sólo facilitadores.

Bajo la bandera de la  educación y de la libertad, La educación prohibida ofrece un flaco servicio a la libertad y a la educación. Pues, por más que resulte molestoso para los defensores del populismo educativo, no hay educación sin adiestramiento, ni libertad sin constreñimiento, la especie humana es el resultado de la tensión entre naturaleza y cultura, contraste que se resuelve de modo frecuente, por una imposición de la segunda sobre la primera. La idea de que a los niños debe dejárseles elegir las asignaturas que deseen tomar, realizar las actividades que quieran hacer, mientras el profesorado es un mero facilitador que promueve las apetencias y acciones personales del estudiantado, dejándolos -en palabras textuales del guión- "que quieran aprender lo que quieran aprender y no aprendan lo que no quieran aprender" puede parecer atractiva -y de seguro sería aceptada de modo unánime en un plebiscito de infantes- pero forman parte de una apuesta que caricaturiza el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Tal vez, en esta época donde el relativismo permea nuestra cultura, llegue a sostenerse que en vez de aprender logaritmos, dejemos a los niños  "hacerse cosquillas" , pero lo que surgirá de este "dejar hacer" tendrá mucho más que ver con el mundo animal del cual emergimos que con la auténtica civilización humana que podemos aspirar a construir.