El Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) se reunirá en las próximas semanas para escoger a los miembros de las Altas Cortes y la pregunta obligada es si seguiremos en el pasado a través de escogencias basadas en conveniencias político-partidarias o de pura relaciones personales o daremos un salto a la modernidad utilizando métodos científicos de evaluación que permitan llevar a esas posiciones a los hombres y mujeres mejores dotados, escogiéndolos de una manera objetiva.
A quién le cabe duda de que lo que ha primado hasta ahora en el país para que un órgano cualquiera escoja a las personas que ocuparán importantes funciones públicas son factores como la amistad, compañerismo, lealtad, parentesco, pago de favores, presiones de poderes fácticos, beneficios políticos partidarios.
Basta ver las evaluaciones que realizan esos órganos públicos, sea el Senado (para los miembros de la Cámara de Cuentas o de la Junta Central Electoral) o el propio Consejo Nacional de la Magistratura (para la Suprema Corte de Justicia) para comprobar que no se sigue un método que persiga identificar las fortalezas y debilidades de los candidatos y que las vistas públicas para entrevistar a los candidatos sólo persiguen agotar una mera formalidad.
El CNM que será convocado próximamente, tal vez esta misma semana, tendrá la oportunidad de romper con esta práctica negativa, utilizando métodos de evaluación que les permita de manera objetiva conocer las condiciones que reúnen los candidatos o candidatas a las Altas Cortes.
No se trata de inventar el agua caliente, pues estos métodos de evaluación tienen ya muchos años en uso y se ha comprobado científicamente su eficacia. Por eso muchas empresas privadas en el país ya lo utilizan, e incluso en el sector público, instituciones de vanguardia, como la DGII y el Indotel, también lo utilizan
La Coalición por una Justicia Independiente acaba de celebrar un taller en el cual la consultora Teresa Espaillat demostró que es perfectamente posible realizar evaluaciones objetivas, con alto grado de confiabilidad. Una primera tarea consiste en definir el perfil del juez que se busca a través de identificar las competencias que deben poseer las personas para ocupar esas posiciones de manera exitosa. Partiendo del perfil, se diseñan las preguntas que deben ser respondidas por los candidatos para determinar, de una manera objetiva, si reúnen dicho perfil.
No se trata de inventar el agua caliente, pues estos métodos de evaluación tienen ya muchos años en uso y se ha comprobado científicamente su eficacia. Por eso muchas empresas privadas en el país ya lo utilizan, e incluso en el sector público, instituciones de vanguardia, como la DGII y el Indotel, también lo utilizan.
Los requisitos materiales, usualmente descritos en la Constitución y las leyes (título académico, años de experiencia, nacionalidad, edad) son fácilmente comprobables por los evaluadores, en este caso los miembros del CNM. Más complicado es entrar en la evaluación de la parte de las competencias personales, que la consultora Espaillat clasificó en personales (integridad, autoconfianza y coraje, autocontrol y sentido de justicia), Interpersonales (capacidad para dirigir a su equipo, impacto e influencia), Acción-logro (búsqueda de información, laboriosidad) y Cognoscitivas (razonamiento jurídico, conocimiento y aplicación de la norma y expresión escrita).
Para evaluar estas competencias personales el CNM requerirá de herramientas científicas, si realmente tiene la voluntad de hacer su trabajo correctamente. Y esas herramientas existen, como lo demostró la consultora Espaillat en el Taller celebrado por la Coalición y como lo saben los miembros del CNM. De lo que se trata ahora es de aportar la voluntad política para hacer las cosas correctamente.