Es cierto, la economía de nuestro país es una de las que acusa mayor crecimiento en el mundo, en los últimos veinte y cinco años. Ciertamente, no somos el país de hace veinte y cinco años, contamos con mejores estructuras viales, una economía más grande, el mayor destino turístico del caribe, con una mayor esperanza de vida al nacer, con la asignación del 4% del PIB para la educación y con otros indicadores que hablan muy bien de lo algunos han llamado “el milagro económico dominicano.” ¿Pero toda esa bella historia ha creado la movilidad social ascendente que se espera de sus cifras?

Tal y como dijo alguna vez Aaron Levenstein, Profesor Emérito de Baruch College: “Las estadísticas son como los bikinis: lo que muestran es sugerente, pero lo que esconden es vital.”

El país del “milagro económico”, en el Índice de Desarrollo Humano ocupa un lejano puesto 89, el 12 en Latinoamérica. Superados por Ecuador, Colombia, Costa Rica, México, Brasil, Panamá y Cuba. Quizás alguien refute con antes estuvimos peor y es cierto, pero en términos porcentuales hemos crecido más que los países citados. En el índice de Pobreza marcamos el lugar 18; con una esperanza de vida al nacer (71-73) mejor que nunca, pero aún por debajo de otros países que supuestamente no han crecido como el nuestro y mortalidad infantil, con un doloroso 22.7 por mil nacidos.

Las calificaciones en la prueba del Programa Internacional de Evaluación de Alumnos (PISA) 2018, han sido vergonzosas ante una inversión anual del 4% desde el 2013. En lectura la media de los países participantes fue de 487 puntos, mientras que la nuestra fue 342; en Matemática la relación fue 489 y 325; en Ciencias de la Naturaleza 489 y 336. Se ha priorizado las construcciones de planteles, que indudablemente es algo importante, pero se ha descuidado lo que realmente agrega valor, la calidad docente. En una evaluación del año pasado, solo un 32% de los facilitadores que imparten docencia en el sistema de escuelas pública estaban aptos para realizar esas funciones. ¿Qué se puede esperar de esto?

Estos son sólo algunos indicadores. Veamos que se esperaba o se espera en virtud de la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo, la cual en su Artículo 22, indica que para el 2020, es decir el año en curso, la confianza en los partidos políticos debería estar en 27.1, en la actualidad alcanza un 16; el Índice de Percepción de la Corrupción, de Transparencia Internacional, debería estar en 4.8, pero sólo alcanzamos un 2.8 y el Índice de Fortaleza Institucional que va en una escala de 1 a 7, se pretendía lograr un 4, pero sólo alcanzamos un 2.6.

Volvemos a lo mismo, la falta de institucionalidad, la aplicación objetiva de la ley, la ejecución de lo planificado. Ahora, ante esta horrenda situación provocada por la COVID-19, en la ejecución presupuestaria podemos notar las razones de nuestra histórica desigualdad, de por qué el crecimiento económico no genera empleos en proporción a su expansión, la poca productividad del gasto público. Por ejemplo, la crisis de salud ocasionada por la COVID-19 obliga a una mayor y más afectiva asignación de recursos para prevenir y controlar la misma, es por esa razón que el gobierno se ha emitido de bonos, se ha endeudado más, para contar con la disponibilidad que permita enfrentar esta situación tan excepcional. Pero tal y como analizó José Rijo Presbot, en su artículo “En tiempo de Covid-19 el Gobierno no invierte en salud”, publicado en este mismo diario en fecha 08 de junio de 2020, “sin embargo, al analizar la ejecución del presupuesto del Ministerio de Salud podemos notar que no habido ningún incremento significativo, pues en los primeros cinco meses del año el gobierno solo ha ejecutado el 35 % del presupuesto del ministerio de Salud en el 42 % del tiempo transcurrido del año, a pesar de Covid-19.”

La Ley del Presupuesto General del Estado de 2020 (PGE-2020), No.506-19, indica que el promedio mensual de inversión en salud debería ser RD$7 mil 900 millones. Para los meses de abril y mayo, bajo Estado de Emergencia, la inversión en promedio alcanzó RD$7,300 millones, un 7 % por debajo de lo presupuestado. Además, el Ministerio de Salud realizó transferencias a la Dirección General del Servicio Nacional de Salud (SNS), entre enero y mayo, por solo el 37 % del total aprobado para el año.

Pero llama poderosamente la atención que en los meses de abril y mayo, el gasto del gobierno, en equipos de tecnología de la información y comunicación, publicidad y propaganda, y combustibles y lubricantes, haya representado la suma de RD$4,946 millones, más en la adquisición de productos medicinales para uso humano, útiles menores médico-quirúrgicos y de laboratorio, y equipo médico y de laboratorio, con tan solo una inversión de RD$1,401 millones, esto representa un 250% por debajo de los primeros. A la pregunta de dónde están los recursos, se les van encontrando respuestas.

Selim Jahan, Director del Informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas ha notado que los países se han preocupado mucho por los logros cuantitativos. Que se ha prestado demasiada atención a los promedios a nivel nacional, que con frecuencia ocultan enormes desigualdades en las condiciones de vida de las personas. Es categórico en que para avanzar es necesario examinar de forma exhaustiva no solo lo que se ha logrado, sino también quienes quedaron excluidos y las razones.

Por eso, la democracia es importante para lograr una mejor equidad entre las personas, Jahan dice que “La democracia es un valor en sí misma, más allá de que ayude a la economía o al desarrollo.” Sin la búsqueda de equidad y sin procesos de alternabilidad, la democracia no puede ser, entonces no es lo debería ser.

No se puede negar que se ha recorrido un largo camino en el proceso de reducir la pobreza extrema, la mejora del acceso a la educación, la salud y el saneamiento, así como la ampliación de las posibilidades para las mujeres, pero el avance ha sido muy reducido en función de las expansiones económicas. Existen avances, están ahí como punta de un iceberg que debajo es enorme y es el gran desafío del nuevo gobierno, provocar que los beneficios del progreso lleguen a todas las personas. Las consecuencias de la COVID-19 son ya terribles y la necesaria e ineludible reforma fiscal, que ojalá sea producto de un Pacto entre las fuerzas vivas del país, son retos adicionales muy serios. Particularmente, como he dicho antes, apuesto a una recuperación en “W”, pues se tocará fondo y se emergerá dados los impulsos mundiales a la demanda, pero luego tendremos los problemas de déficits fiscales agudos. Es por ello que se ha más urgente una reforma fiscal objetiva, que priorice no solo la efectividad de la recaudación sino también la calidad del gasto, pues es lo que generaría confianza entre quienes pagamos impuestos.

Es de rigor citar al Prof. Cándido Mercedes quien hace un excelente enfoque en el porvenir, en su artículo “Tiempo, dinero, poder y el capital político institucional” nos dice “Así como existen las 9 Rs de la Economía Circular: Repensar, Reutilizar, Reparar, Restaurar, Remanufacturar, Reposponer, Reducir, Reciclar y Recuperar; es alentador tocar la campana para nuevas Rs que coadyuvarán hacia un mundo más balanceado, más asentado como es: Reimaginar, Reconstruir, Rediseñar, Revigorizar, Reequilibrar el planeta tierra para que los seres humanos puedan vivir con el encuentro de lo vital de cada persona.”

Cuidado con las estadísticas pues estas se deben utilizar de la misma manera que un borracho utiliza un poste de luz: para apoyo, no para iluminación, es la esencia de la famosa frase de Vin Scully, antiguo narrador de los Dodgers de Los Ángeles, y por demás muy cierta. Dos más dos es igual a cuatro, las cifras no mienten, pero también los mentirosos usan cifras para hacer ver una realidad inexistente. Es hora de que avancemos al estadio que nos corresponde.