Lo que más información nos da en todos los procesos es transitar el camino, lo que va pasando, lo que las personas hacen, dicen o dejan de hacer y de decir.  

Hace un poco más de 10 años que estoy a cargo del Centro de Atención a Sobrevivientes de Violencia de la Fiscalía del Distrito Nacional y desde el 2007 hasta hoy hemos visto mucho en el camino. Las acciones, los intentos, las buenas intenciones, los resultados, los discursos, pero además los cambios en la manifestación de la violencia, la respuesta frente a esta y las nuevas razones que van surgiendo.

Recuerdo que en esos años me acerqué, hice llamadas y envié correos electrónicos a asociaciones de empresarios, gremios de profesionales del área de Recursos Humanos y empresas de servicios con la oferta de sensibilizar a su población acerca de la temática de violencia contra la mujer y cómo ésta afecta a la productividad y rendimiento en el área laboral. En esos años se tenía ya plena consciencia del impacto de los problemas familiares y de pareja en la calidad del trabajo de las personas. Preparamos propuestas que hoy al volver a revisarlas me parecen muy actuales y beneficiosas para las empresas, en aquel momento no entendía por qué no eran aprobadas, pero hoy lo tengo más claro.

En conocimiento de la necesidad de la prevención estábamos dispuestas a ofrecer de gratis la formación a su personal. De hecho, tengo que decir que la única empresa que, en aquel momento, año 2011 se motivó a realizar este trabajo fue Supermercados Bravo. A propósito del mes de Noviembre nos hicieron la solicitud y pudimos hacer un trabajo de sensibilización con el personal de todas las tiendas, hombres y mujeres, desde los niveles gerenciales hasta los puestos más sencillos en la escala jerárquica, 534 personas en total.

Fuera de este buen ejemplo tengo que decir que la respuesta siempre fue no dar respuesta o decir cosas como estas: "es un tema muy complejo”, “A los ejecutivos no les gusta tratar estos temas", "No tenemos ese problema en nuestra empresa" y muchos argumentos más.

A través de las mujeres que atendíamos a diario teníamos conocimiento de que las empresas lo que solían hacer era cancelar a la mujer que manifestaba una situación de violencia, no porque ella lo dijera, sino porque su agresor se presentaba a su lugar de trabajo, hacía un escándalo, dañaba su reputación y la empresa para "evitar problemas" la dejaba sin trabajo, lo que es igual a decir que la ponía en una mayor vulnerabilidad frente a su agresor.

Como dije anteriormente, las cosas han cambiado, penosamente en base al asesinato de las mujeres, los feminicidios y sus altas estadísticas han puesto el tema sobre el tapete y ya no hay manera de ocultarlo. Lamentablemente han tenido que morir más de 100 mujeres cada año para que estemos en este punto.

Más arriba, en este articulo planteaba las nuevas razones que van surgiendo con el paso de los años, desde hace muy poco tiempo comenzamos a recibir solicitudes y ahora son las empresas las que se comienzan a movilizar hacia nosotras en busca de ayuda para capacitar al personal en la temática de violencia de pareja. Esto ocurre, no porque se hayan elevado los niveles de conciencia de la clase empresarial acerca de los derechos humanos de las mujeres, sino porque la problemática comienza a afectar a los hombres. Cuando un hombre tiene una denuncia por violencia de género, esto afecta su perfil y la empresa no puede contratarlo, de manera que ya tienen la motivación que necesitaban para la capacitación, pues “es injusto que los hombres pierdan esta oportunidad de trabajo por una ficha que queda como huella del delito cometido”. 

Créanme, esto duele, después de más de 10 años de trabajo con mujeres víctimas de una violencia brutal, duele mucho; después de tantas vidas perdidas, duele, impacta, desanima, desconsuela, genera impotencia, pues esta es una violencia estructural que todas, por el solo hecho de ser mujeres, la sentimos en la propia piel. Pero como suele ocurrir, las mujeres nos tenemos que conformar con que pase "algo" así sea por razones que nada tienen que ver con nuestros derechos y la sola posibilidad de tener vida. 

Y así, tranquilamente tengo que recuperarme, buscar una colega para compartir las nuevas razones, recibir un abrazo, ir a hacer ejercicio, hacer una meditación, ofrecer a Dios mi trabajo, respirar hondo y seguir adelante.