No solo el sistema carcelario dominicano está en crisis, lo está el latinoamericano en general: la arbitrariedad, la corrupción y la “ley del más fuerte” se observa también en otras cárceles del continente.

En relación a las muertes en las cárceles de Latinoamérica, producto de la violencia, en un lapso de 5 años según datos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, murieron en las venezolanas, quizá las más violentas del continente, unos 1865 presos, seguida “de lejos” por Chile con 203, Ecuador con 172 y Colombia con 113. “Según el Observatorio Venezolano de Prisiones, tan sólo en el primer semestre de 2012, han muerto 304 presos y 527 han resultado heridos”.

Al respecto, La Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos (OACDH), según un comunicado distribuido por esta y declaraciones de su vocero Rupert Colville, manifestó que “La violencia en las prisiones es una directa consecuencia de problemas endémicos incluidos la sobrepoblación, la falta de acceso a servicios básicos como falta de espacio, agua potable, comida, cuidados médicos y la falta de normas básicas sanitarias e higiénicas”. De igual forma “criticó la lentitud de la justicia para avanzar en culminar con los procesos jurídicos de los reos, y el "abuso" del uso de la prisión preventiva”. (http://mexico.cnn.com/mundo/2012/02/17/la-onu-denuncia-la-sobrepoblacion-en-las-carceles-latinoamericanas) Este informe fue producido a raíz de la tragedia de la Cárcel de Comayagua, en febrero de este año en Honduras, donde 360 reclusos murieron en un incendio. Esta cárcel “estaba diseñada –según el informe- para albergar 250 prisioneros y en realidad contaba con 800. Para la Oficina, esta situación es producto de deficiencias estructurales conocidas por las autoridades, y que no han sido corregidas a tiempo.

Hay, en todo el continente repito, deficiencias en las infraestructuras, en los recursos destinados para los presos (“¿internos?”), en la capacitación de los agentes y en la autoridad en los “recintos”, pues esta es –normalmente- compartida entre “presos” y agentes. Las cárceles latinoamericanas “se han convertido en depósitos de seres humanos y verdaderas escuelas del delito”. Violencia, corrupción, deficiencias y “abuso de la prisión preventiva”, es un patrón común latinoamericano.

Ahora bien, aunque “las prisiones del continente se convierten en escuelas de violencia y de delincuencia”, más que de regeneración de los “internos”, en el país –tenía que ser- tenemos algunas características en nuestro sistema carcelario que no creo existan en otros, pues lo que se vio en la Penitenciaria Nacional de la Victoria, tras el paso de la tormenta Isaac, no lo he encontrado en ninguna otra del continente.

En el país se cacareó mucho los “avances en el sistema penitenciario” por el anterior Procurador General de la República el doctor Radhamés Jiménez Peña, y se construyeron (o inauguraron) algunas cárceles –ahí está el melao, pero La Victoria y Najayo parecen intocables, o simplemente no interesarle a nadie, o la corrupción allí es tan grande que no quieren dañar el negocio.

Más, al otro día de la tormenta vimos por los noticiarios agentes, con el agua a la cintura caminar –mirando hacia un lado y luego al otro-, con los fusiles agarrados y pegados al pecho, como para no dejar pasar o escapar, por debajo del agua, algún preso con condiciones de Aquaman. También, otros iban en dos yolas –creo que con remos- y con aspecto de buenos pescadores buscando entre el agua y el lodo.

Pero lo chulo de esto, lo increíble, no es que los policías usen las dos yolas para ejercer su labor de custodia, sino que estas están siempre allí para eso, esto es lo grave del asunto, que están allí, a la vista de todos, y nadie hace nada para que no se necesiten usar. Como termina el maestro L. Mateo: Oh, Dios!