El economista francés Thomas Piketty a partir de su obra ya mundialmente conocida “Capitalismo del siglo XXI” ha generado un importante debate; por cuanto demuestra  que en los últimos 300 años   la desigualdad entre los seres humanos ha ido en  aumento, debido a que  la tasa de crecimiento de las ganancias  para los propietarios de los medios de producción en promedio es mayor que la tasa de crecimiento  de la economía en su conjunto.

En el mundo real se ha probado  un modelo orientado hacia la eliminación de la desigualdad económica entre los seres humanos habiendo sido sus casos  prácticos mas representativos  Rusia,   China y Vietnam por los enormes sacrificios humanos que costó  asumirlo;  la esencia de tal modelo consiste en la  eliminación de la propiedad privada de los medios de producción y la centralización de las actividades económicas desde el Estado, es decir  la organización, producción, intercambio, distribución y el consumo de los bienes y servicios para satisfacer las necesidades y gustos de los miembros de la sociedad.  Al final ese modelo benefició a las élites políticas  que alcanzaron niveles de vida y el algún caso entre el lujo y el derroche muy por encima de la población. Ante el fracaso no es casual que los tres países citados hoy promuevan la  economía de mercado.

Convendría preguntarse si el  problema principal de la humanidad más que de desigualdad económica no es (lo cual no es equivalente)  asegurar  a las personas la mejor  alimentación, salud, educación, esparcimiento, entre tantos aspectos que definen una vida digna. Y lo cual obliga a enfocarse  en el concepto de riqueza. Por lo que tomamos prestado de un brillante intelectual dominicano y amigo además de preclaro articulista de Acento.com.do quien comentara  en forma enjundiosa nuestro articulo anterior sobre el tema y nos planteara que mas que enfocar la riqueza en su conjunto hay que detenerse en el tipo de riqueza;  no es lo mismo una riqueza que se concretiza en empresas que generan empleos dignos y prosperidad a una nación, que  otra riqueza en la que predomina el consumo suntuoso. Por lo que entiende que el problema  hay que orientarlo a partir de altos impuestos a ese consumo suntuoso. A lo que agregaríamos además la necesidad de  asegurar una gestión del Estado con los más elevados niveles de eficiencia y honestidad.

Es en los países escandinavos donde la humanidad tiene el modelo a seguir en equidad y prosperidad a partir de una muy firme posición ante las dos riquezas comentadas y con una gestión del Estado honesta y eficiente.