La Ley Monetaria y Financiera 183-02, en su Artículo 82, estableció el registro de la deuda del gobierno central (GC) con el Banco Central (BC). Esto significó un avance sustancial en la estructura del activo del BC porque incrementa sus cuentas por cobrar al GC y al mismo tiempo posibilitó que el GC reconociera contablemente su deuda por pagar (pasivo) al BC. Por supuesto, este avance permitió en el ámbito legal y contable colocar en la agenda económica nacional la recapitalización del BC que no se había discutido formalmente.

Se han aprobado dos leyes para la recapitalización del BC, pero las mismas son insuficientes si la política monetaria no es eficiente. La recapitalización del BC no solamente depende del cumplimiento de los pagos del GC al BC; sino también de la eliminación de varias deficiencias que presentan los estados financieros del BC desde el 2005 hasta la fecha. Uno de estos corresponde al déficit operacional anual del BC, cuyo acumulado en el período 2005-2020 ascendió a US$12,541.4 millones (RD$723,638.8 millones), lo que equivale en promedio a un 1.3% del PIB para el mismo período.

En el pasivo del BC resultan igualmente importante los valores en circulación que actualmente se utilizan para la corrección monetaria y compra de divisas. Al 20 de agosto del año en curso, este pasivo ascendió a RD$784,772.3 millones, equivalente a US$13,777.6 millones o 13.5% del PIB del 2020. Asimismo, habría que tener en cuenta que en una administración financiera sana, de ese monto de valores en circulación depende el tamaño del déficit cuasi-fiscal del BC, que corresponde a los intereses que paga esta institución por la colocación de estos valores en el sector privado. El BC ha pagado en intereses por esos valores en circulación unos US$21,516.9 millones acumulados durante el período comprendido entre 2005-2020, lo que equivale a 27.3% del PIB.

Estos intereses que se pagan por los valores en circulación se relacionan con la política monetaria que implementa el BC, la cual se caracteriza por ser mayormente restrictiva y se ejecuta justamente durante el período en que la economía experimenta un acelerado crecimiento económico, contrariamente a la tradición post-keynesiana (Kelton, 2021; Godley y Lavoie, 2012; Lavoie, 2014). El objetivo del BC consiste en evitar presiones cambiarias que se producen por el deterioro de la balanza corriente (balanza comercial y de capital) que normalmente produce el crecimiento económico.

La emisión de valores en circulación del BC restan liquidez a una economía que se expande y a la vez, esta restricción monetaria afecta el nivel de las tasas de interés. Con lo cual se ha encarecido la inversión y se ha reducido el consumo presente debido al aumento de las tasas de interés. Terminando con impactos negativos sobre la demanda agregada; particularmente en el consumo, que representa alrededor del 80% del PIB de acuerdo con las cifras del BC. De aquí que resulta inexplicable cómo una economía mantiene su acelerado ritmo de crecimiento económico con la prevalencia de elevadas tasas de interés que resultan de la política monetaria.

La Figura 1 muestra que a pesar de que el crecimiento económico se aceleró a partir del 2005 hasta la fecha, la cantidad de dinero en circulación con respecto al PIB se ha reducido durante 2005-2012. Durante el período 2013 hasta el 2020 esa relación presenta variaciones, pese a que la tendencia del PIB es creciente y desde mediados del 2019 hasta mediados del 2020, se desacelera el crecimiento económico. Sin embargo, el coeficiente el dinero en circulación como porcentaje del PIB sigue la dirección opuesta. En este caso pareciera que el BC adopta la postura de promover el crecimiento económico debilitado por los efectos negativos de la pandemia de la COVID-19.

Entre 2012 y 2020, la política monetaria tuvo un impacto relativamente pequeño sobre las tasas de interés activas de los bancos comerciales. Las tasas de interés activas se mantuvieron elevadas durante todo el período que se analiza considerando a nuestros socios comerciales. No obstante, desde el 2016 se registra una reducción de la tasa de interés que pasa del 15% al 11% en el 2020 (Figura 2). Este hecho parece tener relación con el aumento de la cantidad de dinero en circulación que tuvo lugar desde mediados del 2015 hasta mediados del 2017 (Figura 1). El ajuste a la baja de las tasas de interés promovió la sustitución de monedas (Ley de Gresham) anticipando una devaluación del peso, que se produjo con cierto retraso, pero que terminó devaluando la moneda nacional (Figura 3). Cabe destacar que el mantenimiento de elevadas tasas de interés puede tener efectos positivos sobre la entrada de capitales al país, pero también tiene efectos negativos sobre el déficit cuasi-fiscal del BC.

Para mantener la estabilidad cambiaria y evitar la devaluación del tipo de cambio, el BC terminó perdiendo reservas internacionales y la moneda se devaluó, tendencia que se detuvo con el aumento del endeudamiento externo del GC; que transfirió las reservas internacionales al BC y a su vez le permitió continuar con la propaganda de la estabilidad cambiaria. Previamente, el BC obtenía divisas comprando la posición larga en dólares de los bancos comerciales a cambio de sus certificados con tasas de interés muy atractivas para los bancos comerciales, que descontaban los certificados al público y se ganaban un diferencial de tasas de interés. El BC resolvía momentáneamente la insuficiencia de reservas internacionales aumentando el déficit cuasi-fiscal al tiempo que impactaba negativamente las finanzas públicas.

El BC no tiene fuente de ingresos suficientes para financiar su déficit anual, tiene enormes gastos en intereses que devengan los valores en circulación, que representan alrededor del 310.3% del total de los ingresos de esta institución. Además, tiene un patrimonio negativo de RD$39,044.2 millones según los Estados Financieros auditados a diciembre del 2020, con lo cual sus políticas monetarias y cambiarias dependen fundamentalmente del endeudamiento externo del GC y de la capacidad de absorción de deuda de los certificados del BC con el sector privado bancario.

Como el GC y el BC no tienen alternativas de políticas de financiamiento, la política económica de la estabilidad pondrá límites al crecimiento económico. Primero, porque la deuda del GC ya presenta una trayectoria inestable y la reforma fiscal enfrentará a la sociedad dominicana; provocando profundas dificultades políticas, las que se agravarán cuando no haya más préstamos para las reservas del BC. La estabilidad cambiaria y la estabilidad macroeconómica serán precarias si se continúa con esta trayectoria.