Parece que los bancos deberán transformarse para evitar que colapse su modelo de negocio. Tan aciaga advertencia se desprende de la revolucionaria emergencia de las criptomonedas, un dinero digital que está tomando un creciente auge a nivel internacional, incluyendo en el sector turístico. Su importancia se deriva no solo de que viabilizan y agilizan las transacciones, sin costo alguno y prescindiendo de intermediarios. Es también que son instrumentos de inversión. Las autoridades de nuestro sistema financiero  y los bancos deberán visualizar cuanto antes su impacto “disruptor” y responder en consecuencia.

 

Como herramienta de intercambio el dinero convencional tiene una larga historia. Al principio de los tiempos fue el trueque la manera en que los humanos intercambiaban bienes y servicios.  El método se hacía difícil porque quienes hacían los intercambios debían primero ponerse de acuerdo sobre el valor de lo que sería intercambiado. Posteriormente, los bienes y servicios se cambiaban por lingotes de oro, plata o cobre cuyo valor lo determinaba su peso. Pero eso era también difícil y por eso el Rey Argos de Lidia ordenó en el siglo VII a.C. la acuñación de monedas de esos metales que representaran un valor específico. En el siglo IX la dinastía Tang en China comenzó a emitir billetes para aligerar la carga y ya para el 1661 los billetes aparecieron en Europa.

Hasta ahora el dinero ha tenido una forma física, tanto en billetes como en moneda metálica. En general, la emisión de la moneda la hace un banco central y los bancos son intermediarios financieros que guardan ahorros, hacen préstamos con esos depósitos y facilitan las transacciones del público. Con el tiempo los metales de las monedas han cambiado y los billetes han tenido que fabricarse con rasgos de seguridad que impidan su falsificación. Por lo general, los estados respaldan y garantizan el valor de las monedas y los billetes. Al ocuparse de la emisión y el manejo de los billetes y monedas, son los bancos centrales quienes definen la “política monetaria” de un país. Su gestión puede promover el desarrollo económico, especialmente si mantiene la “estabilidad macroeconómica” y logra controlar la inflación.

Por su parte, la criptomoneda es un registro digital (y no físico) cuyo valor cambia constantemente. Las criptomonedas están descentralizadas porque no son emitidas por una autoridad central, como un banco o un gobierno, sino por empresas. También se pueden comprar con una tarjeta de crédito o, en algunos casos, a través de un proceso llamado “minería”. Se puede transferir una criptomoneda a alguien por internet sin ningún intermediario, por lo que se puede usar para hacer pagos rápidos y evitar cualquier cargo a la transacción. Las criptomonedas se almacenan en un monedero o cartera digital, ya sea en línea, en una computadora o en otro soporte físico. También se pueden adquirir como una inversión, con la esperanza de que aumente su valor.

La tecnología utilizada para registrar las transacciones se conoce como “blockchain” o cadena de bloques que es una lista publica de registros. Esa tecnología es confiable, no puede ser falsificada, manipulada o cambiada porque usa técnicas de encriptación para controlar la creación de las unidades monetarias y verificar la transferencia de fondos. “Se trata de una cadena de bloques que da lugar a una gran base de datos, que se distribuye entre los participantes y se basa en la confianza y el consenso. Los nodos, que representan a cada uno de los usuarios, están cifrados para proteger la seguridad y la privacidad de los intercambios. Es una especie de libro de registro que contiene la memoria completa de todas las transacciones que se han ejecutado en la red.” Los nodos son llaves privadas secretas que dan acceso a la cadena de bloques para poder autorizar transacciones.

Dependiendo cual sea la criptomoneda, “la información agregada a la cadena de bloques puede incluir datos como el monto de la transacción. También puede incluir los domicilios del monedero o cartera del emisor y del receptor —una larga cadena de números y letras vinculados a un monedero o cartera digital que almacena criptomonedas. Ambos datos, el monto de la transacción y los domicilios del monedero o cartera se podrían usar para identificar a las personas que la están usando”.

A la fecha son más de 7,000 las criptomonedas existentes con diferentes características dependiendo de su tecnología y su filosofía. Las mejor conocidas hasta ahora son Bitcoin, Ethereum y Dogecoin. Bitcoin fue creado en 2009 por alguien con el seudónimo de Satoshi Nakamoto y actualmente se utiliza principalmente como forma de inversión. Ha dominado desde su creación y su precio sobrepasaba los US$60,000 en abril de 2021, con una capitalización de mercado de US$1 trillón y 45% del mercado de las criptomonedas. “Sus características se asemejan más a las materias primas que a las monedas tradicionales, considerando los expertos que son un seguro contra la inflación y la inestabilidad macroeconómica. Bitcoin y muchas otras criptomonedas se crean mediante un método conocido como minería. La minería se refiere a resolver problemas matemáticos complejos que producen nuevos bitcoins.

“Después de Bitcoin, Ethereum es la moneda digital con mayor capitalización de mercado entre los diferentes tipos de criptomoneda. Su cadena le permite crear aplicaciones basadas en la tecnología blockchain, así como sus propios tokens individuales. El Ether, se encarga de proporcionar el combustible necesario para procesar las aplicaciones descentralizadas de la red. Las emisiones de éter están limitadas a 18 millones por año, que es el 25% del suministro inicial. Y, los costos de transacción son calculados con base en su complejidad, ancho de banda y almacenamiento.” La criptomoneda de Elon Musk, Dodgecoin, “fue creada en un protocolo Bitcoin modificado con el fin de llegar a más destinatarios que el mismo BTC. Actualmente, en el mercado circulan 128,2 mil millones de DOGE, y cada moneda se divide en 100.000.000 de lugares decimales. La ventaja de esta criptomoneda es que es barata, ya que una moneda cuesta solo $0.05037.”

Antes de comprar una criptomoneda se debe saber que no tiene las mismas protecciones que cuando se usa dólares estadounidenses, yuanes chinos, euros o libras esterlinas. El riesgo es que no están respaldadas por ningún gobierno y los pagos son irreversibles. “Si usted almacena una cripto-moneda en una cartera o monedero digital provisto por una compañía, y la compañía cesa sus operaciones o sufre un ataque informático, es posible que el gobierno no pueda actuar y ayudarlo a recuperar el dinero como podría hacerlo con el dinero que se guarda en los bancos o cooperativas de crédito”.

En el sector turístico las criptomonedas han irrumpido con fuerza. Varias empresas del sector aceptan ya la moneda digital como medio de pago. Ya es posible pagar una habitación de hotel o un billete de avión con monedas virtuales en determinadas plataformas. “Destinia fue la primera agencia de viajes online del mundo en aceptar el pago con bitcoin, en el primer trimestre de 2014, y unas semanas más tarde también Expedia incorporó esa divisa como otra opción más para adquirir sus servicios.” Touriscoin, por su parte, es una criptomoneda que puede ser usada “como una moneda normal e intercambiada por servicios en la web 13 Tickets, que ofrece más de 60 productos.” Booking, el más grande buscador de viajes en el mundo, recién acaba de aceptar tambien las criptomonedas.

Como medio de pago, las criptomonedas tenderán a imponerse con el tiempo a medida que los móviles y otros medios electrónicos se vayan haciendo más versátiles. No está claro, sin embargo, la medida en que las criptomonedas serán usadas como inversión. Y mucho menos como impactarán a los bancos comerciales y a los bancos centrales. La próxima entrega intentará aclarar el panorama.