El docente universitario del siglo XXI, debe ser un actor capaz de transformar el modelo tradicional, con el cual ha venido presentando sus competencias de instructor, en especial en casos donde los contenidos de los programas de observación que administra, están dirigidos a la profesión docente, ya que se requiere de saberes asociados a la mediación didáctica, las gestiones institucionales, la superación de lo histórico y la capacidad para intervenir en la transformación humanística, social y económica de la sociedad. En estos tiempos, los profesores universitarios requieren de competencias para la docencia, de tal forma, que su desempeño pueda incidir en un incremento de la calidad de la educación superior.
El enfoque moderno de la educación por competencias, modifica los puntos de vistas convencionales, sobre la forma de aprender y de enseñar, pues el aspecto central no es la acumulación de pre-requisitos de conocimientos, sino el desarrollo de las posibilidades que poseen los individuos, para regir su conocimiento hacia lo que necesita hacer. La visión barroniana, explica las competencias como: la capacidad de hacer con saber y con conciencia acerca de las consecuencias de ese hacer; es decir, no solamente creer, en una racionalización técnica, en que una habilidad entrenada, puede ser aplicada con éxito, a todas las situaciones en las que se requeriría, sino que la situación debe ser definida o construida.
Desde esta perspectiva, el profesor debe acuñar las siguientes competencias: Identificar y comprender las diferentes formas que existen para que las personas aprendan, poseer conocimientos, habilidades y actitudes relacionadas con el diagnóstico y la evaluación estudiantil, a fin de auxiliarles en su aprendizaje; tener un conocimiento científico de la disciplina y estar al corriente de los avances del conocimiento, conocer las aplicaciones de las tecnologías de la comunicación y la información al campo disciplinar, desde la perspectiva de las fuentes documentales y de la metodología de la enseñanza. Dominar los nuevos avances en el proceso enseñanza-aprendizaje que permita el manejo de las vías presenciales y virtuales, comprender el impacto de los factores como la internalización y la multiculturalidad tienen en el curriculum, ser capaz de impartir docencia tanto a grupos numerosos como a grupos pequeños sin menoscabo de la enseñanza, y desarrollar un conjunto de estrategias que permitan afrontar diferentes situaciones personales y profesionales.
En consecuencias un buen docente universitario, debe ser reflexivo, investigar e indagar sobre su propia practica docente, debiendo establecer la conexión entre la generación de dos tipos de conocimientos: el disciplinar y el pedagógico, además dominar las herramientas del diseño, planificación y gestión del curriculum; estar motivado con la innovación docente, abierto a la consideración de nuevas alternativas de mejora como consecuencia de la aparición de nuevos escenarios. Saber ser facilitadores del aprendizaje tomando en consideración no solo la individualidad y autonomía del estudiante para aprender, sino también la situación grupal y generar un clima de motivación por un aprendizaje de calidad, ser tutor del proceso de aprendizaje estableciendo las relaciones y la comunicación interpersonal y ser un profesional ético, asumiendo un compromiso institucional y social.