Mr. Mayfair fue un turista gringo que se hospedó en un lujoso hotel de Punta Cana, con algunos 300, 000.00 dólares en la tarjeta, un Rolex President Gold Day-Date bordeado en diamantes abrazando su rojiza muñeca, un Samsung Galaxy s6 Edge para no perder el contacto con sus socios, una modesta Mini Acer Aspire One, ropa de marca y algunos dolaritos de reserva en su billetera. Por otro lado estaba el quinteto (D) Generación Y: Yuleidis, Yudisa, Yubelkis, Yulay y Yahaira, quienes como cinco alegres buitres iban tras su carroña.

Mr.Mayfair fue un turista gringo al cual sacaron a patadas de un hotelucho de mala muerte en Ciudad Nueva, con la tarjeta cancelada por reducir hasta el último depósito a cero, un reloj Casio  F-91W de los 90´s, un maco Alcatel desechable de los que venden en el Kilómetro 9 de la Autopista Duarte y algunos dolaritos de reserva que a chepa les sirvieron para pagar el boleto rumbo a su país de origen, con una mano adelante y otra atrás. El quinteto (D) Generación Y, lo había devastado en una bien coordinada y perfecta operación centella.

¿Regresó Mr.Mayfair a tomar venganza?…Epa, epa, perdón, me equivoqué de ensayo, era otra cosa que iba a escribir, es más voy a decir la verdad, ¿ustedes pensaban que las chapiadoras de Mayfair era una historia verdadera?, pues no, es el nombre oficial de este artículo que están leyendo. Les explico en el siguiente párrafo.

Se trata de una parodia jocosa y comparativa que les hice a Las brujas de Mayfair, serie de la escritora estadounidense Anne Rice, considerada después de Bram Stoker (difusor del mito de Drácula) como una de las lumbreras más prolíficas de la crónica vampírica. Pues eso es la chapiadora, una bruja, una vampiresa, un demonio, un monstruo, es más, cualquiera de las cuatro últimas cosas es más inofensiva que la primera.

La chapiadora no precisamente es ese engendro que sale de los tugurios a postear fotos en Instagram fumando hooka en el drink de la esquina, en la punta del catamarán de un político o de un mafioso, en el gym que le paga el pendejo cornudo que friega platos en Manhattan, en la caravana de hace dos semanas o en la piscina del resort donde hace rejuego con sus adoradores que la veneran con ofrendas de oro.  También puede ser la falsa sierva que te dice: -Papito los chelitos del diezmo, el pastor me dijo que dejemos la relación porque te botaron del trabajo o mejor te pones a limpiar vidrio, a Dios le gusta que yo vaya a la iglesia con esa falda y esa cartera, etc-… Cuando abres los ojos, dando lengüita (platicando) con otro hermano detrás del templo.

Por igual aunque no lo creas también te puede salir una chapiadora budista que te pida para la dieta vegetariana, el elefante de porcelana y las velitas de incienso para meditación y al final un pajarito te cuente que ese dinero se lo donó a la gasolina del vehículo del sensei, quien la llevó al motel a limpiarle los chacras con una sesión de yoga tántrico. Montrón, admítelo y no lo niegues, te hicieron capicúa al mejor estilo Zen.

La chapiadora no se hace por su edad, color de piel, estatus financiero, apariencia física, cultura o nacionalidad, incluso en las calles de La Habana socialista te puedes encontrar un par de esa estirpe. Simplemente es el tipo de mujer taimada que se sabe sus códigos extraídos del Génesis de las Sagradas Escrituras, con la sentencia que reza que la mujer pare con dolor, mientras que el hombre la mantiene con el sudor de su frente.

La hora de las chapiadoras

Se depilan y se lavan con jabón de glicerina aquel órgano delicioso, al cual nombran con la famosa marca de inodoros europeos y del título de la polémica canción que le censuraron a Amara. Se ponen el vestido más ceñido y atractivo. Encaramadas en altos tacones y afiladas uñas colocadas por sabios asiáticos, adquieren ese semblante de hechiceras que con perfume y maquillaje hipnotizan a sus víctimas masculinas, arrastrándoles hasta el aquelarre del despilfarre.

Dicho esperpento amoral no sólo es del tiempo de las chapas que vibran, también viene desde cuando Chapita con cuca bailaba y hasta a sus subalternos les tocaba una buena tajada de la tarta. Aborrecen al mísero chaperón que les huele el almizcle como perrito faldero, sin embargo venderían su alma al diablo por ser una de las barbies de El Chapo.

Su hora para transformarse en ave chupa$angre y elegir a sus bebés con barba, canas y pecho velludo es a partir de las 7: 00 PM y en vez de elegir campos y callejones, las verás en un centro comercial o una discoteca de la Zona Oriental. En horarios diurnos si no están dentro del sarcófago con una resaca y la fría yaroa frente al microwave, están como atentas y carismáticas secretarias o recepcionistas de una empresa o con un tubi en el colmado.

¿Cuál es la diferencia entre una chapi y una mujer normal?, la primera es una oportunista que como se puede casar con un pelotero, rapero o regidor, también se puede casar con un rey o príncipe europeo (acorde a su ubicación y nivel intelectual), pero no para que sólo le vean como una dama de alta jerarquía, si no para ostentar lujos y fortunas que no obtuvo ni con el más mínimo esfuerzo, salvo el de los labios. Un claro ejemplo es como Norma Baker siendo una afamada actriz llevaría a los machos de una poderosa familia a su terreno, contar de mantener en alto sus ganancias. En cambio la segunda es como Frida Kahlo, independiente y decidida en su carrera, logrando impactar al también pintor Diego Rivera, de donde surgiría una edificante relación de mutualismo libre de toda malicia.

Dicho seres mitológicos, tal como las ninfas y sirenas no precisamente tienen que ser la primera, segunda o tercera base de algún querido, con su canto somnífero logran anotar varias carreras en el BMW regalado (en la mayoría de veces prestado) haciendo ceritos en la urbe, le cantan strike a las bolas de su patrón cuando quieren para las extensiones de pelo y le anotan out cuando recoge el bate, apaga las luces y ya no lo necesitan porque van a jugar a otro play. En fin, una chapiadora barrial maneja el arte de la seducción mejor que una asidua lectora de Romeo & Julieta o las 50 sombras de Grey.

La voz del Diablo

Hay hombres que prefieren que una víbora le muerda los testículos y los escorpiones le piquen la cara en medio de un árido desierto, en vez de tener la pesadilla de ligarse a la hermosa megadiva de cuerpo de guitarra que a la semana le dice que está durmiendo en el suelo y al más grande de sus hijos lo están botando del colegio mientras el más pequeño está interno. El mismo cuento de siempre, mejor un romance con una banquera (como usted lo interprete) o con un shemale (buscar en Google).

Por lo tanto el astuto caballero ha asumido su verbo encantador de Baphomet  con lana de cordero para con un cunnilingus mañanero y selectas estrategias de manipulación mental, romper la maldición del conjuro, volviéndose inchapiable. Puesto que ellas son hienas que se ríen estrepitosamente mientras devoran al león tal como cuando este iba de cacería detrás de ingenuas cebras y gacelas, no obstante jamás serían merecedoras de alzarse con la gloria a costa de la desgracia ajena, si no ser domadas y encadenadas  psicológicamente por el tíguere, de la misma manera de como lo hacen los Garawan Kura (pandilleros nigerianos) con las hienas que acogen como mascotas.

Si Maquiavelo hubiese sido de este siglo su famosa frase hubiese sido:

-Si la enemiga es más fuerte, enamórala a ella.-

Yo digo como Mozart La Para en una de sus canciones:

-Me habéis chapiado, pero me gustó.-

Tips:

Cásate con una prostituta, pues cuando las sacas del burdel y le das un techo y cariño, se dará mejor mujer que cualquiera de su casa con aires de chapeo.

Advertencia viejas ricachonas, también hay chicos chapiadores, aunque si usted chapeaba en su juventud, acepte su karma con humildad.

Las chapiadoras son necesarias, son para el hombre serio lo que es el Joker para Batman, sin ellas la vida no tiene emoción.

Aclaración:

El nombre correcto es chapeadora, del verbo chapear (despojar la yerba de su abundancia). Me fui por chapiadora para sonar más popular ante la audiencia.

Créditos:

«Lives of the Mayfair Witches», Anne Rice

“The University of Life”, Yo mismo

En mi próximo artículo revelaré una lista con nombres, apellidos y links de redes, de todas aquellas que me chapearon. No se lo pierdan…