Por su naturaleza las calles, avenidas, carreteras, caminos vecinales y edificios públicos, pertenecen a todos. Sabemos también que dichos bienes son comunes, lo que implica que ningún particular puede apropiarse de dichos bienes.
Pero, por años venimos observando que las vías públicas han sido literalmente tomadas por particulares. Jamás voy a satanizar el que las personas sin empleo busquen sus fuentes de ingresos y más en un país todavía con una tasa de desempleo respetable. Lo que sí deseo significar es que esto ocurre a la vista de las autoridades municipales y no vemos las acciones que, en general, se hayan producido para frenar este estado de cosas.
Acudir a una oficina pública es una odisea. No hay nunca parqueos dentro de los edificios públicos. Pertenecen a los empleados y funcionarios. Y, lo peor, en la mayoría de los casos las calles circundantes son parqueos privados, porque son colocados cadenas y pilotes que indican que son parqueos previamente asignados o que han sido tomados por los “dueños de las calles”.
Esto sucede en muchas ciudades del país, sobre todo, por razones obvias, en las grandes ciudades, como Santo Domingo y Santiago, sin dejar de lado otros grandes centros urbanos, como San Cristóbal, San Francisco, La Romana y otros. Es una verdadera odisea el parqueo en cada uno de estos lugares, lo que obliga a replantearse la necesidad de regulación y acciones visibles y efectivas de las alcaldías.
Me dirán, no sin parte de razón, que este problema es más complejo, pues debemos migrar hacia una cultura de mayor uso de las unidades de transporte público, de los autobuses de la OMSA, del Metro y de los demás medios públicos y privados donde existan. Es cierto. Pero, primero hay un déficit del servicio de transporte público y, además, ¿eso implica que quien desee moverse en su vehículo deba abstenerse de hacerlo porque sabe que las calles y avenidas están tomadas?
Hace falta una verdadera política municipal en ese orden. Por lo menos que yo conozca. Mientras llegan las soluciones debemos conformarnos con caminar cuadras para llegar al destino, exponiéndonos al robo y a cualquier acto que pueda poner nuestra vida en peligro.