La historia occidental ha marcado el 1 de mayo como un día para recordar la Revuelta de Haymarket, por lo acontecido en 1886 en la que el Estado ahorcó (8) anarquistas que se convirtieron en los Mártires de Chicago.
Esta violenta respuesta que hace 132 años fue ejecutada contra los sindicalistas anarquistas marcó una acción y un relato contra un colectivo que demandaba en las calles derechos y libertades. La respuesta de los sindicatos obreros y en especial, la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, fue la de exigir a los empresarios burgueses, la reducción de la jornada laboral que era de 12 a 16 horas, por ocho horas de trabajo, entre otras.
La presión ejercida por los obreros y obreras, llevó al Presidente de Estados Unidos Andrew Johnson a promulgar la ley que favorecía a los trabajadores y trabajadoras con ocho horas. Empero, no fue acatada por los empresarios, provocando que más de 400 mil trabajadores/as salieran a las calles y pararan las fábricas de manera simultánea logrando estremecer al poder imperante.
La respuesta que dieron los estamentos de poder, para tal situación, fueron las siguientes: apresamientos y disparos contra los manifestantes, hasta que el día 4 de mayo, una bomba estalló contra las fuerzas policiales, lo que hoy es conocido como el atentado de Haymarket. Las calles fueron el único camino de los trabajadores y trabajadoras de Chicago contra un cuerpo de poder que se impuso con violencia cuando se atentó contra el Gran Capital.
Hoy 1 de mayo, salen a las calles los obreros y obreras, una fuerza viva que anuncia que el diálogo no ha sido el marco preestablecido por el Estado y la clase burguesa, pues todo lo que atenta contra la realidad del Gran Capital es visto como peligroso y terrorista.
En los supermercados no hay sindicatos, por lo que obvio que las trabajadoras estén limitadas para actuar frente a su empleador. Hoy más que nunca hay que superar las barreras que separan a los sindicatos y salir a las calles para convertirse en sujeto de movilización, e irse al diálogo junto a otras entidades de la sociedad civil
En la República Dominicana los sindicatos obreros están divididos. Unos comprometidos con el poder oficialista/partidista, otros abanderados de las reformas laborales que prometen sueños que no serán cumplidos, pues los empleadores protegen sus intereses y no de manera periférica, sino con alevosía y violencia si la necesitasen. Los otros, una fuerza que luchan por cambios, pues son conocedores que los sindicatos son los únicos que pueden enfrentar los abusos patronales, la sobreexplotación y el sometimiento de la gente trabajadora.
Estos sindicatos son una fuerza que lucha por los derechos laborales y reivindicaciones sociales, políticas y económicas que afectan a la mayoría de la población. Están al tanto, sobre lo que acontece en el mundo laboral. Conocen que las políticas neoliberales, la corrupción, los apandillamientos del Estado con sectores transnacionales son las bases de una gran crisis de legitimidad, pues se sostienen en fuerzas autoritarias que paralizan los cambios, suprimen derechos y libertades. Las calles son el camino de nuevos horizontes.
Las trabajadoras dominicanas, están clara que han perdido derechos reproductivos y productivos, tales como el protocolo de vida, aumento de salarios, puestos de trabajo y garantías del cumplimiento de los derechos a empleo, y salarios durante la gestación. En diferentes supermercados dominicano, se observa la contratación de más hombres que mujeres. Y las que laboran como cajeras, están sometidas a largas jornadas de trabajo y en su mayoría tiene que presentar documentación sobre su control natal, esterilidad o pruebas de gravidez. Esto obedece a que los empleadores no quieren cumplir con el código de trabajo que establece la protección de las mujeres embarazadas en los artículos de 231 hasta el 243.
Con dicho artículos los empleadores burgueses tiene que pagar por los meses de reposo tras el parto, específicamente doce semanas, no pueden ser desahuciadas, tienen licencia postnatal, el pago de un subsidio de lactancia, durante los doce meses siguientes a la fecha del nacimiento del niño. Durante el primer año del niño/a, las trabajadoras tiene derecho a tomar de su trabajo una licencia de medio día cada mes para llevar el bebé al pediatra.
Y en ese mismo periodo de lactancia, la ley le concede tres espacios de veinte minutos cada día, en el lugar del trabajo o en la guardería, para amamantar la criatura. También es un derecho de las trabajadoras hacer uso de las guarderías infantiles para el cuidado de su bebé mientras ella trabaja, entre otros. Las nuevas reformas laborales quieren suprimir esos derechos.
En los supermercados no hay sindicatos, por lo que obvio que las trabajadoras estén limitadas para actuar frente a su empleador. Hoy más que nunca hay que superar las barreras que separan a los sindicatos y salir a las calles para convertirse en sujeto de movilización, e irse al diálogo junto a otras entidades de la sociedad civil. Los sindicatos son propuestas al descontento y el sujeto obrero/a conoce muy bien que en las calles se buscan respuestas.