Estos últimos días se les han estado dando golpes y más golpes a las sufridas cacerolas de nuestras cocinas, esas a las que les damos candela sin piedad por debajo, con gas, carbón o leña al preparar nuestras diarias comidas.

Esta vez ha sido a manera de un repudio sonoro al pasado y fallido proceso electoral de voto electrónico de las elecciones municipales, y que han dejado a tanta gente frustrada y sobre todo muy enfadada, porque si bien el pueblo no las tenía todas consigo con el voto electrónico, no se esperaba un fiasco así, más grande que nuestra catedral primada.

Podemos decir que este sonoro método constituye una nueva y curiosa forma de protesta política en el país, si bien este sistema se ha utilizado desde hace mucho tiempo y al parecer con bastantes buenos resultados en otras latitudes. Parece ser que se inició en Francia, también lo han utilizado últimamente en Catalunya, y en nuestro sub continente ya lo han probado con bastante éxito en Chile, Argentina, y Venezuela. Sin duda, es un método muy económico y por añadidura muy ventajoso. Veamos por qué.

En primer lugar, todas las casas de cualesquiera que sean los niveles sociales del país tienen ese tipo de instrumento, y por lo general no solo una sino varias con tamaños, formas y materiales de fabricación diversos, hierro, aluminio, zinc, acero, teflón y otros, capaces de producir diferentes escalas de sonidos con las que pueden obtenerse en mayor o menor grado el nivel intensidad deseado para mostrar los rechazos.

En segundo lugar, está la comodidad, no hace falta desplazarse hasta parques, explanadas o plazas lejanas para reunirse con otros grupos de manifestantes, sino que desde las terrazas, los balcones, los portales, o las simples ventanas pueden llevarse a cabo estas "serenatas de repudio" de manera coordinada y pacífica, eliminándose de paso las posibles represiones policiales a base macanazos, bombas lacrimógenas y otras gentilezas por el estilo que se gastan la policías y el ejército de estos patios.

Otra ventaja más, es el no tener que hacer gastos adicionales por su capacidad de reusarse, una vez utilizadas por la mañana, a mediodía o por la tarde, pueden seguir elaborando sin problemas el infaltable arroz de mediodía, los suculentos sancochos, las reconfortantes sopas, las socorridas pastas o cualquier otro guiso.

Hay que reconocer de igual manera que sonar las cazuelas es un acto sencillo y divertido, grandes y chiquitos pueden participar, también es muy competitivo por aquello de ¨a ver quién hace más ruido y está más tiempo sonándolas¨.

Además la cazuela sirve como elemento de alto contenido simbólico, pues una cazuela vacía tiene muchos y muy duros argumentos reivindicativos que comunicar. Y así mismo es un instrumento pacífico, y de mucho alcance territorial pues con solo una par de docenas de ellas golpeadas al unísono se oyen en todo un barrio por grande que sea.

Como parece que este sistema de protesta viene para quedarse durante mucho tiempo, y como estamos en los asuntos de la publicidad y mercadeo, se nos ocurre un buen negocio al respecto: fabricar unas cacerolas especiales con las caras impresas de los políticos en unos fondos con los colores de los partidos, así cada uno podrá elegir el o los candidatos detestados de su preferencia, y  golpearlos hasta que uno quiera sin incurrir en actos violentos que estén penados por la ley.

Se aceptan socios capitalistas para tan importante y lucrativo proyecto.