El dia de su elección como Presidente de México, un emocionado Andrés Manuel López Obrador, agradeció a las redes sociales su triunfo electoral, calificandolas como “benditas redes sociales”. Y, ciertamente, las redes sociales están revolucionando el mundo de la comunicación en cada una de sus modalidades. Desde una conversación entre amigos hasta la agenda noticiosa se tejen a través de los hilos de Whatsapp, Telegram, Twitter, Facebook o Instagram. Las relaciones entre una cantidad abrumadora de seres humanos tiene como testigos los algoritmos que ponen en movimiento a estos poderosos gigantes tecnológicos.
Sin embargo, aunque Barack Obama, la primavera árabe, Podemos, Donald Trump, Nayib Bukele y Vox representan fenómenos políticos resultantes del uso intensivo de las redes sociales, la política en sentido general y los políticos en particular marchamos a la zaga en cuanto a hacer de ellas verdaderas herramientas de difusión de ideas y movilización ciudadana.
Basta ver que, por ejemplo, los partidos políticos insisten en reunir organismos para discutir temas o tomar decisiones que bien pueden ser abordados a través de un grupo de Whatsapp o Telegram o los líderes que aun en estos tiempos convocan conferencias de prensa cuando perfectamente podrian utilizar sus cuentas de twitter, facebook o su canal de Youtube para dar a conocer a los ciudadanos cualquier posición política sobre un tema determinado, asegurando una difusión muchísimo más óptima y sin el riesgo de que su mensaje pueda ser difuminado o sesgado por los medios tradicionales.
Ni pensar en un uso mucho más activo de las redes por parte de la dirigencia política que se limita a utilizarlas como murales virtuales de sus actividades y mensajes propagandísticos, en vez de convertirlas en un espacio de contacto directo con la ciudadanía para conocer mejor de sus demandas y aspiraciones.
Obviamente, no debemos extrañarnos de esto puesto que los políticos, como nuestro campo de acción es la formalidad institucional, las más de las veces somos reacios a pensar fuera de la caja y, como las leyes, solemos estar siempre muy por detrás de la sociedad a la que aspiramos a dirigir.
Ahora que se está gestando un nuevo ciclo político en el liderazgo de la República Dominicana es hora de que desde la política empecemos a convertir las redes sociales en el nuevo eje de relacionamiento con la ciudadanía, privilegiando su uso para impulsar la acción de la gente más allá de las pantallas de sus tabletas o los teclados virtuales de sus móviles.
Ojala que en un tiempo no muy lejano tengamos un Presidente de la República que inicie su camino hacia el Palacio Nacional desde su página de Facebook, su perfil de twitter y su canal de Youtube, en vez de hacerlo desde el vetusto set de un matutino televisivo que ya poca gente ve.