La bella y la bestia es una película estadounidense de fantasía, musical y animación de Disney cuya última de 2017, basada en el cuento de hadas con el mismo título de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont. La película fue estrenada el 17 de marzo de 2017 y en su banda sonora se incluyen canciones de artistas de renombre como Céline Dion​ (quien colaboró en la banda sonora de la primera versión de 1991).

Los dominicanos, con nuestra «magia histriónica», hemos multiplicado a las bellas y las bestias, en la fantasía, musical y animación de las elecciones presidenciales del 2020: las bestias mayores del espectáculo electoral, los candidatos presidenciales, han seleccionado a tres bellas como candidatas vicepresidenciales. (Pido disculpas a los candidatos masculinos que compiten por la segunda posición en la pirámide del poder nacional.)

¿Por qué la primera impresión ha sido seleccionar a las féminas como un signo del machismo-leninismo criollo? ¿Es que las mujeres no tienen derechos a ser candidatas presidenciales? Ya llegará a su tiempo, más pronto que tarde. Recuerden que nuestro terruño patrio ocupa una posición señera en la historia del voto femenino en nuestra América hispana, según esta cronología las mujeres pudieron votar en estas fechas:

  1. Ecuador 1929
  2. Uruguay 1932
  3. Brasil 1932
  4. Cuba 1934
  5. R. Dominicana 1942
  6. Jamaica 1944
  7. Guatemala 1946
  8. Panamá 1946
  9. Argentina 1947
  10. Chile 1949
  11. Costa Rica 1949
  12. El Salvador 1950
  13. Haití 1950
  14. Bolivia 1952
  15. Guyana 1953
  16. México 1953
  17. Belice 1954
  18. Colombia 1954
  19. Honduras 1955
  20. Nicaragua 1955
  21. Perú 1955
  22. Bahamas 1961
  23. Paraguay 1961

Aun con esta historia, la militancia de la mujer en la política dominicana ha sido considerada como “carne de cañón” por los dirigentes machos-masculinos de los partidos, y, por ello, no se respeta promocionar el liderazgo femenino si no es a través del definido por el “tálamo nupcial” (aunque sea negado en varios casos). Una variable importante es que el “caciquismo”, a veces asociado al “patrimonialismo”, no permite la fluidez entre los mandos partidarios. La exigencia es la lealtad y el  resultado es la mediocridad.

La timidez de nuestras leyes electorales para lograr la paridad en los órganos de los poderes del Estado, se limita a la cuota de la mujer en las boletas para los puestos legislativos y la obligatoriedad de que la segunda posición de la boleta municipal sea una mujer cuando la primera sea masculina. Una vocación inclusiva limitada y, además, incumplida por los partidos. Es verdad, que los partidos han amañado la confección alternada por géneros de estas  listas. El ideal sería tener gobiernos paritarios como los bálticos (Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca) y en la súper lejana Nueva Zelandia.

Jugando, en años recientes, hemos tenido dos Vice-presidentes del género representativo de las “bellas”. ¿Aseguramos una tercera? En Estados Unidos todavía no se ha dado ese fenómeno y en las presentes elecciones de noviembre del 2020, ya se retiraron todas las candidatas que pugnaban  en las primarias demócratas. Le queda que alguna sea “designada” como candidata a esa posición. (¿Podríamos pensar el imposible de Bernie Sanders escogiendo a Elizabeth Warren?)

Ahora bien, ¿condicionó la selección temprana de la actual VP, Dra. Margarita Cedeño, para equipararla en las boletas por la selección de la Vice-rectora Magister Raquel Peña (PRM) y de la miembro del Parlamento centroamericano, la abogada Sergia Elena Mejía de Selimán (FP-PRSC)?

Da igual, el resultado es que una de ellas será probablemente nuestra tercera vice-presidenta en la historia republicana, contada a partir de la Dra. Milagros Ortiz Bosch. Lo que no da igual, es que en esta ocasión, las tres fueron seleccionadas rompiendo el molde de filiación matrimonial, tomando en cuenta sus méritos personales.

Por lo tanto, no sigamos siendo “narigoneados” porque las candidatas vice-presidenciales fueran “seleccionadas” por los candidatos “machos-masculinos”; ha llegado el momento escogerlas por sus capacidades y potencialidades de conformar un “equipo de trabajo” en la cúpula de nuestro presidencialísimo sistema de gobierno.

Es decir, que no veamos el lamentable desprecio machista de las vice-alcaldesas al ser encerradas en la ignominia del “desprecio” hasta reducirla a la posición de un adorno “inconveniente” en el ejercicio del poder municipal, como fue en el pasado la gestión del Sindico-Alcalde Roberto Salcedo con su Vice-alcaldesa, Margarita de Peynado.

La historia de “La Bella y la Bestia” tiene este ambiente: «Un Príncipe francés está presentando en un baile debutante en su castillo cuando una vieja mendiga aparece. Buscando refugio contra el frío, ofrece una sola rosa como pago, sin embargo ella es rechazada por el príncipe por su aspecto andrajoso. Cuando el Príncipe ignora su advertencia de no dejarse llevar por las apariencias y la vuelve a rechazar, la anciana se revela como una hermosa hechicera y transforma al Príncipe en una monstruosa Bestia y a sus sirvientes en varios objetos domésticos (candelabros, relojes, armarios, teteras, plumeros, escabeles, etc.). Todos los recuerdos del Príncipe y del castillo son borrados de las memorias de los invitados. La hechicera procede a maldecir la rosa y advierte a la Bestia que permanecerá en su estado hechizado a menos que aprenda a amar a alguien y ganarse su amor a cambio en el momento que caiga el último pétalo.»

¿Somos el pueblo la “vieja bruja” capaz de condenar a la bestia a vivir hechizado con su “incompetencia” hasta que aprenda amar a alguien? No quisiera ser tan pesimista, pero el ambiente enrarecido por los fiascos, como el 16 de febrero pasado, la exacciones como los vilipendios, las “noticias falsas” y las injurias que se “vierten” en las cloacas de las redes sociales parecen llevarnos a pensar que no hay redención posible o probable. Yo apuesto a la catarsis que puedan generar una de las candidatas cuando ya sea la Vice-presidenta electa con capacidad para dejar su impronta en el curso del ejercicio del Poder y reformular la historia de estos tres cuartos de isla que llamamos ¡Patria!