Por primera vez en la historia, el ser humano, o al menos gran parte de ellos y ellas, tiene la posibilidad de alterar su entorno en la palma de su mano. Esto es literal, porque los smartphones o teléfonos inteligentes integran las tecnologías necesarias para influir en el desarrollo de aspectos tan diversos como los negocios, las relaciones de poder, la salud, el crecimiento intelectual y la manera en la que interactuamos con nuestras ciudades.
Para muestra, podemos presentar algunas cifras. La GSMA, asociación global que agrupa a la industria del móvil, calcula que en 2017 funcionaron en aproximado 5,000 millones de smartphones en el mundo. De igual manera, la publicación digital Latinvex contabilizó 8.8 millones de estos dispositivos en manos de la población de República Dominicana, en 2016.
El flujo de información compartida por medio de estos aparatos disruptivos, ya que es creciente la cantidad de personas que tienen uno en sus bolsillos o carteras, asegura un gran potencial de mejorar la calidad de vida de millones de personas, con una escalabilidad económica que antes solo era posible para los grandes capitales.
Aprender sin visitar el aula, incidir en la opinión pública sin procurar espacios en los medios, proyectar el negocio sin cuantiosas inversiones publicitarias o comercializar bienes/servicios sin locación física, puede trasladar la generación de riquezas desde la circunstancia de la posesión de activos productivos hasta la simple y sencilla ostentación de talento.
En el centro de esta revolución tecnológica se encuentran las aplicaciones móviles o apps, elementos informáticos aplicados a los dispositivos móviles (smartphones y tablets) que se concentran en tareas específicas con fácil acceso por parte del usuario. La consultora AppAnnie estima que en 2021 el negocio de las Mobile Apps alcanzará los 139,000 millones de dólares en el mundo, al menos dos años y medio de producto interno bruto dominicano.
Pese al volumen financiero que se espera sea generado, es insospechado el cambio que se puede generar en República Dominicana y el mundo a partir de las aplicaciones móviles. A continuación presentamos algunos ejemplos de apps que se han enfocado en el desarrollo sostenible en varios aspectos de la vida en sociedad.
La economía creativa:
Los negocios colaborativos (tendencias donde se anotan Uber y Airbnb) empoderan a una creciente cantidad de personas aunque no cuenten con la escala de capital requerido. Aunque sus modelos de empresa todavía se encuentran de ensayo, con diversas preguntas por responder, los jugadores establecidos cuentan con la posibilidad de alcanzar otro nivel de acercamiento con los consumidores/usuarios.
Aplicaciones para buscar empleo o encontrar prospectos profesionales; administrar las finanzas personales o el libro diario de la empresa; vender o comprar, trae a la luz talento escondido bajo el mando de la distancia o las pequeñas capacidades, desafían a las autoridades estatales en materia de regulación y recaudación fiscal, en adición de que coloca mayor poder en manos de miles de millones de consumidores.
Gobernanza inclusiva:
Las aplicaciones móviles, en especial las que sirven para conectar con las redes sociales, ofrecen voz a un segmento ciudadano que va en aumento. Los medios de comunicación de masas son fundamentales para que el público conozca la realidad de manera veraz, gracias al tratamiento profesional de la información que le confieren los periodistas y el compromiso de los empresarios mediáticos con la libertad de prensa; pero plataformas como Facebook, Twitter, Instagram, YouTube y Whatsapp (con su broadcast) permiten a los individuos comunicarse sin necesidad de intermediación de los grandes transmisores.
Ante este panorama digital, los planificadores estatales pueden tomar el pulso de opinión de las ciudadanas y los ciudadanos, en torno a temas de interés en el ámbito de las políticas públicas.
Bienestar integral:
El Smartphone facilita victorias sobre la propia salud y el bienestar en general, con aplicaciones que miden los pasos que damos en el día, ofrecen acceso a nuestro historial médico, presentan informaciones sobre nutrición, entre otras posibilidades. En la palma de nuestras manos contamos con un vigilante de nuestro buen estado físico.
Superación intelectual:
El antiguo, respetado y aun útil concepto del maestro que habla, alumnos que escuchan y un aula donde ambas cosas ocurren se encuentra en revisión. Aplicaciones móviles muy poderosas acercan a los usuarios al conocimiento de manera visual (libros y datos curiosos), auditiva (audiolibros y podcasts) y audiovisuales (cátedras, documentales libres y charlas).
La clave aquí no es la oferta, es la demanda. Es necesario preparar a los estudiantes para que consuman las informaciones pertinentes, entre los billones de terabytes de datos disponibles con fines educativos. Del mismo modo, motivarlos para que inviertan su tiempo en estas actividades.
Una ciudad inteligente:
Google Maps y Waze son de las más visibles para conducir sin extravíos y conocer las rutas con menos congestión del tránsito. En la medida en la que las ciudades adopten soluciones locales a problemas globales, la vida urbana será más plena y productiva.
Los teléfonos inteligentes son herramientas poderosas. Pero nótese que son solo eso: herramientas. El aprovechamiento de las mismas dependerá del enfoque que cada usuario le confiera, sobre la base de sus intereses y motivos de superación personal.
Tal como escribe Spencer Johnson en el clásico moderno “Quién se ha llevado mi queso”, la única constante es el cambio. Mi recomendación: Gestionemos los avances de manera ética, en beneficio de las grandes mayorías.