Los dominicanos acostumbrados a echarle la culpa de todo lo que nos pasa al gobierno de turno, no nos detenemos a analizar, que en el mundo de hoy suceden cosas de la que no son responsables nuestros gobernantes, y que sería injusto e innoble achacárselos, a sabiendas de que conocemos, por las noticias, que son problemas producidos allende los mares, y que afecta a todos los países de la región y en muchos casos a escala planetaria.
Cuando el vocero presidencial, el buen amigo Homero Figueroa, declaró que a la administración Abinader le habían caído “las 7 plagas de Egipto”, el mismo quiso hacer un paralelismo histórico, quizás tomado fuera de contexto, donde quiso hacerle entender a toda la población que la mayoría de los graves problemas que enfrentaba el actual gobierno eran de naturaleza exógena, verdaderos imponderables que no eran producto de errores de gestión del Gobierno del Cambio.
Quiero reiterar, para no dejar dudas de mi condición de opositor y del partido en que milito también, no tengo razones para ser abanderado ni defensor del gobierno del PRM, a quien sí ayude a ganar, pero sin pasarle factura alguna por ello, mas no cometeré el error permanente de las oposiciones infantiles e inmaduras que tenemos aquí en nuestra nación, que no le reconocen nada bueno al adversario y que solo buscan cargarle todo lo que sucede a los gobiernos, a sabiendas que en varios aspectos no tengan responsabilidad alguna, solo para buscar rentabilidad electoral a las críticas ácidas que de manera permanente realizan, aunque reconozco que la falta de experiencia y muchas otras razones que huelga mencionar en este artículo, si son de la autoría de varios de los actuales funcionarios, que son incompetentes y altaneros, pero las situaciones gravosas que mencionaré a continuación no son en modo alguno errores o pecados a atribuir a la gestión del presidente Abinader, los 7 graves problemas que a modo de plaga hemos identificado, y que le ha tocado enfrentar el Gobierno del Cambio son las siguientes:
- La situación con Haití, nuestros vecinos tienen una de sus peores crisis en su historia, aumentó progresivo de la miseria, grandes desastres naturales, una inseguridad creciente y una agravada inestabilidad política que afecta sensiblemente la economía dominicana, por ser Haití con quien tenemos una balanza positiva en términos comerciales, por la hambruna que se avizora en su población, que puede obligar a millones a cruzar de este lado en busca de asegurar sustento, y con ello se vea muy afectada nuestra integridad territorial, los empleos y sobre todo la seguridad alimentaria de nuestros ciudadanos;
- El aumento permanente y vertiginoso a nivel mundial del precio de las materias primas o commodities, especialmente los agrícolas, sobre todos de aquellos que inciden entre un 50% y en países pobres hasta en un 80% de la nutrición global, como lo son: el trigo, cebada, maíz, sorgo y arroz, por razones varias que van desde la pandemia del Covid-19, que creó una escasez de la mano de obra para cultivar, cosechar, procesar y distribuir los alimentos, como el deterioro climático impredecible y desfavorable que ha ido reduciendo el acceso de los alimentos importados, sumado al hecho que desde el 2017 en el inventario global los commodities agrícolas la demanda ha superado por mucho la oferta;
- El aumento progresivo del precio del petróleo, que hoy se encuentra en más de 82.00 dólares el barril, que supone uno de nuestros mayores problemas económicos, ya que si llega a 100.00 US el precio del mismo como se espera, esto será crítico en todos los aspectos, por el aumento de todos los artículos, especialmente el de la gasolina, la factura de energía y del insostenible a la arcas públicas subsidio al sector eléctrico;
- El desbocado aumento de los fletes marítimos, producto de la desaceleración productiva mundial y de la llamada “crisis de los contenedores”, una insólita escasez de espacio disponible para transportar los productos de Asia hacia Occidente, que han hecho subir hasta más de un 500% los precios de los gastos de traslado de todo tipo de mercancías de un continente a otro, a esto claro, se le ha sumado los atascos por los cierres o disminución de operación de muchos puertos marítimos, a efectos de la pandemia del Covid-19, lo peor es que la crisis que ha producido tan desproporciónales aumentos, al parecer se mantendrán por todo el año 2022;
- Las consecuencias o secuelas de la pandemia del Covid-19, las variantes y nuevas cepas que no han permitido que redima el tema sanitario de esta pandemia a nivel mundial, muy por el contrario, peligrosos rebrotes amenazan a los países con nuevas medidas restrictivas y de confinamiento, que agravarán los problemas económicos y sociales, afectando mucho más a los países pobres que no tienen capacidad económica para autofinanciar la crisis generada por el coronavirus, esto plantea uno de los desafíos más graves para la administración Abinader, por los grandes recursos a invertir en el sector salud, dedicados a la atención de nuestra población y al aumento de la asistencia económica directa a los ciudadanos en condición de vulnerabilidad;
- El aumento progresivo y las condiciones onerosas de nuestra deuda externa, es una espada de Damocles en la cabeza de nuestra débil economía, porque los organismos multilaterales no han mejorado hasta ahora las condiciones de los servicios de nuestra abultada deuda, y tampoco tienen los recursos necesarios para acudir a financiar los pedimentos simultáneos de todas las economías en crisis de los países en vía de desarrollo, lo que obliga a los gobiernos a buscar financiamientos con tasas de interés más altas, lo que terminará de hacer impagable la carga de la por sí difícil deuda externa y al parecer también eterna nacional;
- Por último, tenemos que decir que una de la causas que más inciden en los aumentos de todos los productos, es la increíble voracidad empresarial de la burguesía y oligarquía local, que no teniendo compromiso ni empatía social con el pueblo, mantienen altísimos porcentajes de beneficios en medio de esta crisis sanitaria, como ellos controlan la cadena de importación y distribución de todo lo que consumimos, y no así el gobierno nacional, ellos, los comerciantes, han convertido a los supermercados en verdaderas “casas del terror” de los bolsillos de los ciudadanos, que ven indefensos como todo aumenta de precios, mientras sus ingresos se disminuyen.
Estás 7 situaciones, todas muy graves, tienen postrados al Gobierno del Cambio, que encabeza el buen intencionado presidente Abinader, que prometió mejorar la calidad de vida de los dominicanos, y que por mala racha ha sido todo lo contrario, por eso es que la providencia o la suerte tienen categoría histórica, porque los perremeístas nunca pensaron que esos imponderables los haría tener una gestión en crisis, que le mantiene una crítica permanente de la población a su administración, por el desmejoramiento en el nivel de vida de nuestros compatriotas, que en parte éstos por desconocimiento, los hacen culpables de su desgracia.
Muy mal hace la administración del presidente Abinader, en solo querer darle maquilladas buenas noticias al pueblo, sin hacerles conocer con absoluta seriedad y sinceridad los gravísimos problemas que desde afuera acogotan la economía nacional y familiar de la República.
Coincido con el vocero gubernamental, Homero Figueroa, en que al presidente Abinader le ha tocado la infausta situación de tener que lidiar con esos problemas externos, más no creo que sean enviados como a Egipto, como un castigo a sus gobernantes y gobernados por su rebeldía a Dios, y por el trato de esclavos dado a su pueblo, más bien sería un llamado de atención a nivel mundial a todos los que habitamos este planeta, primero, para que lo cuidemos; segundo, para que construyamos sociedades más equitativas e inclusivas, y sobre todo, seamos más consciente, que lo único eterno y perfecto es Dios, el mismo que podemos llamar de diferentes maneras en las distintas confesiones religiosas pero, que es el único que tiene nueva forma de hablarnos en tiempo de crisis, por eso hago mía las palabras del papa Francisco, en medio de tan tormentosas situaciones mundiales generadas por la pandemia, y la cual nosotros los políticos estamos llamados a ejemplarizar “dejémonos contagiar por el amor, no por el virus”.