(Al cientista del Neoconstitucionalismo, Dr. David La Hoz)

En un país como el nuestro, subdesarrollado y dependiente, no es pertinente seguir asumiendo un sistema educativo desprovisto de políticas pedagógicas y didácticas que conlleven a la formación de sujetos pensantes, productores de conocimientos, críticos, reflexivos , creativos, imagitivos y contestatarios.

De continuar con este patrón educativo repetitivo, acrítico y "bancario"(donde el profesor, no el maestro, deposita o tira…en los "cajones", en los discentes, su "saber"), seguiremos en este anacrónico proceder político, asumido por políticos "sabichosos", los cuales, en la mayoría de los casos, son carentes de un proceder ético, imprudentes y analfabetos funcionales.

De ahí que, la mayoría de nuestros "líderes"", asuman como  fundamento de su accionar a "Las 48 Leyes del Poder" y las declaren como su biblia de cabecera, y levantan como bandera el oportunismo y arribismo, como baluartes en su accionar.

En la Ley #12, referente a "utilizar la honestidad y la generosidad de forma selectiva para desarmar nuestras víctimas",  es una posición descarnada, deshonesta y maquiavélica. Aquí, la traición y la imprudencia, Norman el comportamiento de esos "politiqueros". Éstos son los que han obligado a que líderes serios y responsables, se alejen de la política en nuestra sociedad y eso no puede, ni debe continuar así.

Las instituciones que foman recursos humanos en Ciencias Políticas, deben profundizar en el estudio de los contenidos discursivos y estratégicos de libros como "Las 48 Leyes del Poder", no solo para transparentar su mal uso por parte de nuestros dirigentes, sino para resaltar el daño espiritual, conceptual y aplicativo que, obras como la ya citada, pueden provocar en los sujetos y en nuestra sociedad.

Un político pervertido es un activo cáncer moral en nuestra nación. Usted me dirá, con razón, que estamos llenos de políticos pervertidos y perversos, sí, es cierto, y aún así, tenemos la esperanza de seguir adelante, propugnando por los cambios necesarios que requiere,  con urgencia, el pueblo dominicano.

Hay libros que, cuando uno no sabe leerlos, corrompen. Eso pasa con "Las 48 Leyes del Poder" (Joost Elffers y Robert Greene, 1998); "El Arte de la Guerra", de Zun tzu, 130 a.C), entre otros, muy usados y aplicados por algunos gobernantes dominicanos, los cuales han contribuido a fortalecer la estructura de poder de los tantos  gobiernos asistencialismos, paternalistas y demagogos que han domesticado a la nación dominicana, bajo ese patrón, propio de la politiquería, asumida desde la trampa de dar " pan y circo", mientras la corrupción avanza de manera indetenible.

Se hace necesario volver a la "Estética de Aristóteles"(Ed.Librasa-2002-España ), para encaminarnos hacia la construcción de una nueva ciudadanía, donde los valores de honestidad, responsabilidad, cumplimiento, transparencia y prudencia, entre otros, sean las matrices centrales de la formación del sujeto dominicano. Eso implica un volver a Hostos y establecer en realidad una "revolución educativa", donde exista un estrecho vínculo entre ética y estética en la currícula del Sistema Educativo Nacional.

La política partidarista en la sociedad dominicana, no debe seguir en manos de "líderes" formados en los lineamientos teóricos de textos y discursos que los inducen al engaño, a la irresponsabilidad social  y a la trapizonda. Hagamos un alto en el.camino y miremos nuestro rostro en el espejo cotidiano de la multitud y descubramos, sin asombros, nuestras falencias político-social es, con la voluntad de cambiar de rumbo, porque de seguir así, en esta trágica ruta,  sin objetivos de transformación y sin planes de cambios significativos en la formación de los hombres y mujeres de hoy, caeremos en un abismo. Es hora de detener este rumbo y asumir políticas de Estado que impliquen cambios profundos en el sujeto. Eso significa, evaluar nuestro compromiso en la dinámica cotidiana de la familia, como núcleo social.

Si bien es cierto que aprender es reaprender, entonces iniciemos a reaprender el corpus de nuestros valores políticos y asumamos una posición crítica, en relación del rediseño curricular que hoy le sirve de plataforma formativa a nuestros líderes políticos en nuestras academias y en nuestro entorno social.

Desmeritar la política es desarticular los fundamentos institucionales de nuestra sociedad y aniquilar la plataforma social de la democracia: Propugnemos por una ética del sujeto y evitemos así seguir entrampados  en la continuidad de esta dramática politiquería, entre hipotecas, reelección y un liderazgo corrupto, guiado por la sombra discursiva de fuentes formativas, sustentadas en valores negativos, reprochables, basamentada en la deshonestidad y la traición que proyectan obras como  "Las 48 Leyes del Poder".