Al cientista del Neoconstitucionalismo, Dr. David La Hoz
El antiguo liderazgo se fundamentó en la manipulación del sujeto y en la proyección de una imagen mesiánica. Hoy en día, ese anárquico modelo de dirección de personas y/o de grupos, sigue siendo aplicado en la sociedad ¹dominicana, sobre todo, en la dirección de los partidos políticos.
La mayoría de nuestros líderes políticos, a parte de leer a Maquiavelo y/o a Duché, también han leído y aplicado un texto que se ha constituido en un clásico de lectura obligada para aquellos-as que nos hemos trazado como meta trabajar con grupos de personas, ya sea como maestros-as, orientadores-as, asesores-as y/o estrategas. Me refiero al libro titulado "Las 48 leyes del poder" (1998-Joost Elffers y Robert Greene- Editorial Espasa Calpe, S.A).
La seducción de grupos, siempre será una meta
propuesta por los sujetos-actuante. Cuando se trata de dirigir, hay que conocer, entender y aplicar, todo lo referente al poder y sus propiedades, siempre teniendo en cuenta el contexto y las implicaciones socioeconómicas, educativas y culturales de la sociedad en que se interactúa.
Al ojear "Las 48 leyes del poder", el sujeto lector, de entrada, se encuentra con una primera sentencia, o la primera Ley: -"No eclipsar a nuestros superiores". Una sentencia que entraña el sentido de la alabanza y el "limopiasaquismo" a que la dictadura y el caciquismo de nuestra polituquería, han imbuido en nuestra conciencia social y se mantiene como un paradigma de los llamados "tumbapolvo", en nuestro ambiente político:
"Hay que hacer que los que estan por encima de uno se sientan lo suficientemente superiores. Aunque uno tenga deseos de complacerlos o impresionarles, no hay que pasarse al demostrar las habilidades propias, porque provocan el efecto contrario-inspirar miedo e inseguridad-. Si conseguimos que nuestros jefes parezcan más brillantes de lo que son, llegaremos a la cima del poder".
En nuestro país, el caudillismo y la dictadura, arrantraron consigo ese mal y, desde entonces, se ha convertido en un modus Vivendi dentro de la palestra pública nacional. Alavardear a los llamados "líderes" o "jefes", es una acción natural en el espacio político nuestro. Hacerlos creer que son superiores, es tarea de sujetos habilidosos que, partiendo de su falta de prudencia y reconociendo sus carencias éticas, se convierten en reptiles, con miras a lograr sus fines. Para ellos, el fin justifica los medio. Aquí no median la dignidad, ni el decoro personal.
La segunda Ley, nos aconseja "No confiar demasiado en los amigos y saber utilizar a los enemigos". Este planteamiento queda reforsado con el siguiente planteamiento: " No Hay que fiarse nunca de los amigos -le traicionan a uno con mayor rapidez, porque sienten envidia con facilidad-. También se convierten en unos mimados tiránicos. De hecho, hay mucho más que de los amigos que de los enemigos. Si no se tienen enemigos, hay que encontrar la forma de granjeárselos".
Asumiendo ese concepto, varios líderes que han tenido el poder, lo han perdido, por olvidarse de su equipo. Es por eso, pueden encontrarse hoy solos…aislados y entrampados en su propia maraña de falsía y engaño. Otros, guiados por esos preceptos, UNEN a los suyos con sus posibles "enemigos" y/o contendientes, fortaleciendo así su estructura de poder con la oposición.
La tercera Ley dice que se debemos "ocultar las intenciones". Qué no debemos revelar el objetivo detrás de nuestras acciones para mantener a la gente dsconcertada Y desinformada. Si no tienen ni idea de cuáles son nuestras intenciones, no pueden preparar una defensa. Hay que llevarles lo bastante lejos por el camino equivocado, envolverlos en humo, y para cuándo se den cuenta de lo que nos proponemos, será demasiado tarde".
Seguir estos principios es descarnar de todo sentido ético y moral al sujeto. Es envolver de engaños y mentiras a la sociedad. Es desdecir de la necesaria construcción de una nueva ciudadanía.