Muy poca gente sabe que desde 2012 existe un convenio entre la Universidad de Salamanca y el Ministerio de Cultura de la República Dominicana para impulsar el estudio y la proyección de la literatura dominicana en España. La razón de este desconocimiento radica en que el acuerdo nunca ha rendido los frutos esperados por cuenta de la desidia de la parte dominicana.
La Cátedra Pedro Henríquez Ureña de Estudios Dominicanos fue una de las últimas iniciativas de la gestión de José Rafael Lantigua al frente del Ministerio de Cultura. Lantigua respondió positivamente al llamado de las académicas españolas Carmen Ruiz Barrionuevo y Eva Guerrero para establecer una Cátedra similar a la que Chile y Venezuela vienen auspiciando en la Universidad de Salamanca. Dicha Cátedra honraría el pensamiento y legado de Pedro Henríquez Ureña a través de simposios, seminarios, cursos y charlas de escritores e investigadores dominicanos.
El financiamiento de estos eventos se dividiría entre el Ministerio de Cultura y la Universidad de Salamanca, pero al sol de hoy, cuando ya son tres las administraciones que suceden a la de Lantigua, la institución española no ha recibido los dineros prometidos.
A pesar del incumplimiento de la parte dominicana, la Cátedra se ha mantenido a flote gracias al compromiso de sus proponentes en la Universidad de Salamanca, que año tras año invitan al menos a un escritor o crítico dominicano a ofrecer charlas. Pero incluso con estos ingentes esfuerzos, la Cátedra Pedro Henríquez Ureña da sus últimos estertores.
En un gobierno que se precia de cuantificarlo todo, es inconcebible que una iniciativa como ésta, que implica claras ventajas para el desarrollo del sector cultural en República Dominicana y la marca país, termine en agua de borrajas por la renuencia de los nuevos ministros de Cultura a continuar la obra de pasadas administraciones.