A finales del año 2019 apareció una nueva enfermedad en el mundo que bautizaron como Coronavirus. A consecuencia de esto, el año 2020 trajo consigo  muertes, penurias, miedo, incertidumbre, encierro y una nueva perspectiva de la vida. Nadie pensó que pudiera venir algo que sacudiera el mundo, como lo ha hecho este virus.

Lo digo por mí mismo, puesto que en diciembre del 2019 me encontraba de vacaciones con mi esposa y mis dos hijos por el Viejo Continente y un día de esos se me acercó un señor peruano, narrándome un cuento que había escuchado de una nueva enfermedad que se propagaría por todo el mundo. Grace me preguntó de lo hablado y le contesté, cito: “Gente que oye todo y cree todo”. Una semana después de esto, el mismo día que regresamos a casa, ya en Francia y España sabían que la “nueva enfermedad” llegaría a ellos.

En febrero ya todos sabíamos en el país de la existencia del Coronavirus y se esperaba el día en que aterrizara aquí dicha enfermedad. Llegó después de la campaña y de las  elecciones municipales, aunque el primer caso se presentó días antes de todo esto, el 1º de marzo del 2020. Después de ahí,  un infierno se presentó para todos. Encierro total, no se sabía nada en concreto, salvo de que era muy contagioso y letal. Los días pasaban y el temor crecía. Las calles vacías por el toque de queda y no sólo aquí, sino en el mundo.

El 2020 pasó sin darnos cuenta, con mucho miedo para la gran mayoría, por nuestros padres, por los amigos y por nosotros mismos, sobre todo los que padecemos de una u otra condición. Ya a mediados de ese año se sabía que los trabajos con una vacuna x estaban adelantados, ahora era la espera de dicha vacuna, que trajo un rayo de luz, como diría mi amigo Víctor Junior.

Llegaron las primeras vacunas al país y de inmediato se anunció quiénes serían los primeros en vacunarse. Comenzó la jornada de vacunación y muchos “vivos” , que no cumplían ni con la edad ni padecían de alguna condición, se colaron. Luego el gobierno dijo que quien llevara a algún octogenario, podía vacunarse. El resultado fue que muchos envejecientes se quedaron sin vacuna.

Hoy todo es peor y los privilegios a personas que bien podrían esperar para vacunarse, quitan la oportunidad a muchos que sí la necesitan. Escuchando al señor presidente, que se pronunció en la XXVII Cumbre Iberoamericana de Andorra, en donde calificó como “lamentable e injusta el acaparamiento de vacunas por los países ricos, hoy me atrevo a decir, es lamentable e injusto que instituciones estatales y/o privadas soliciten vacunas, para privilegiar familiares, amigos y demás, sobre todo cuando hay personas que sí la necesitan.

Presidente Abinader, “El Cambio” que usted prometió, puede presentarse ahora con esto, investigando a estas personas indolentes, sinvergüenzas y corruptas, que se han atrevido hacer lo que usted ha rechazado.