Si eres un trabajador formal joven (menor de 44 años) y ganas menos de 3 salarios mínimos, es más probable que hayas dejado de cotizar para tu pensión entre marzo y mayo de 2020.

De hecho, en los últimos dos meses el sistema previsional perdió un 25.6 % de los cotizantes. Eso significa que uno de cada cuatro cotizantes activos al cierre de marzo de 2020 ya no aportaba al cierre de mayo del mismo año, según datos de la Superintendencia de Pensiones (SIPEN).

Esta interrupción de cotizantes ha sido uno de los efectos más evidentes del impacto negativo del COVID-19 sobre el sistema dominicano de pensiones.

Los cotizantes jóvenes (menores de 44 años) y aquellos que ganan tres salarios mínimos o menos han sido los más afectados.

Ahogarse en la laguna previsional

Para los afiliados del sistema de pensiones, dejar de cotizar por varios períodos tiene un impacto negativo. Los períodos donde los afiliados no presentan cotizaciones se llaman lagunas previsionales. Más que lagunas son como hoyos negros que se expanden en la medida que pasa el tiempo, tragándose parte de la máxima pensión acumulable.

Las lagunas previsionales tienen mayor impacto durante los primeros años de afiliación. Los aportes de los primeros años son los que más se reinvierten para aumentar la pensión del trabajador al momento de jubilarse.

Como el dinero no entra a la cuenta ni se reinvierte, dejar de cotizar por períodos implica que los afiliados recibirán menos dinero como pensión.

Por eso las lagunas previsionales representan un enorme costo de oportunidad para los cotizantes. Los meses sin cotizar son un hoyo negro de ingreso perdido que se ensancha de manera compuesta en la medida en que pasa el tiempo.

Cuando se va acercando la edad de retiro, los beneficios perdidos pesan cada vez más.

Los últimos serán los primeros (en dejar de cotizar)

El impacto económico y previsional de la pandemia Covid-19 ha afectado más severamente a los jóvenes y a aquellos con menores niveles salariales.

Esto sugiere que, dentro del sistema laboral formal, los más jóvenes y quienes ganan menos son los trabajadores más vulnerables y mayor probabilidad de afrontar lagunas de cotización cuando ocurren circunstancias macroeconómicas desfavorables.

Dicho de otra forma, los jóvenes y quienes menos ganan son los más propensos de ahogarse en las lagunas previsionales. Son los grupos que penden de un hilo del Sistema Dominicano de Seguridad Social.

Salvavidas de políticas públicas

Hay formas como el Estado y el sector privado pueden tratar de ayudar a quienes “se ahogan” en las lagunas previsionales.

Desde el ámbito privado, los individuos tienen la oportunidad de hacer aportes voluntarios a su pensión. Esta es una manera de intentar recuperar las cotizaciones perdidas y maximizar la pensión que se reciba al momento del retiro.

Ciertamente, para quienes tienen menores niveles salariales esto será un reto (Según la TSS cerca del 76 % de los cotizantes ganan menos de DOP 25 mil pesos). Los aportes voluntarios tampoco son una solución viable inmediata para quienes se han quedado sin ingresos producto del Gran Confinamiento.

Desde el Estado también se pueden impulsar políticas públicas. Una sería subsidiar de alguna forma los aportes previsionales de quienes han dejado de cotizar por causa de la pandemia. Una especie de FASE previsional.

Esto sería controvertido porque implica elegir entre auxiliar las necesidades actuales de las personas o aportar para beneficios futuros. Nadie que tenga necesidad de ingresos hoy verá con buenos ojos que el Estado le ahorre en una cuenta para comprar pan en el futuro.

Otras políticas que se prevén en el horizonte regulatorio incluyen las amnistías y leyes para permitir que los empleadores inscriban nuevamente a trabajadores y se pongan al día en sus obligaciones.

Estos regímenes excepcionales se han convertido en la norma en nuestro país. Se basan en una espiral retroalimentada por riesgo moral que erosiona la disciplina del mercado.

Por más que se disfracen esas oportunidades (la mayoría concedidas durante tiempos de bonanza) hacen más daño que bien.

Lo que no constituye una ayuda contra para quienes se ahogan en las lagunas previsionales es echarle más agua a la charca.

Esto es exactamente lo que hace la propuesta de permitir el retiro del 30 % de los fondos de pensiones. Ampliar el vacío permitiendo que la gente siga cavando su pozo. Lanzarle un yunque de salvavidas al que se está ahogando.