Leí un artículo escrito por Juan Taveras Hernández en el que adopta una postura correcta y valiente en torno a la demanda que, en su contra, ha llevado hasta los tribunales de la República el muy nuevo rico de este país, Félix Bautista. TH termina su artículo diciendo:
Otra cosa: para callarme no basta con intentar sacarme de los medios de comunicación donde he laborado durante muchos años, como se ha estado haciendo. Con todo el dinero que tienen podrán cerrarme todas las puertas, pero no silenciarme porque hoy día las redes sociales y los demás espacios que ofrece la Internet, lo impedirán. Y si no puedo usarlos por una u otra razón, me iré en peregrinaje con un megáfono por todos los parques del país para denunciar la corrupción y el saqueo.
Ese párrafo me hizo recordar que hace exactamente un año en que, sin explicación alguna, la dirección del periódico HOY censuró absolutamente mi artículo correspondiente a esa semana. El escrito en cuestión lo había titulado “Enriquecimiento Súbito”. Analizaba cómo ese mismo Félix Bautista que un par de años atrás había hecho la declaración jurada que le exige la Constitución de la República estableciendo el valor total de sus propiedades en unos doce mil dólares, en realidad manejaba con ciertas empresas, propiedades por valor de cerca de cien millones de dólares.
En aquel artículo que me valió la censura total, decía:
Cuando el factor tiempo se reduce demasiado para tanta acumulación de riquezas, y los panes y los pescados del senador Bautista se multiplican exponencialmente, las cosas empiezan a sonar sospechosas. Imaginemos a un pelotero a quien se ha visto surgir desde el patio de una escuela y se desarrolla hasta llegar a las grandes ligas de Estados Unidos. Si de repente empieza a evidenciar una corpulencia física anormal en función de cómo antes lucía y empieza a batear jonrones en demasía, siempre llama la atención y da a pensar que está consumiendo esteroides y drogas prohibidas. Ese podría llamarse el jonronero súbito, el que de la nada empieza a producirlo todo.
Igual sucede con el dinero en cantidades abundantes, vale decir, el enriquecimiento súbito. Nadie puede pasar de “rags to riches” en unos cuantos años siguiendo las normas del capitalismo actual. De ahí que cuando se pasa de andrajos a la opulencia en muy corto plazo, la investigación tiene que ser obligatoriamente rigurosa.
TH continuó su artículo estableciendo una gran diferencia con otros denunciantes de Bautista. Escribió el valiente periodista:
Que lo sepa el pueblo, no diré sí, donde dije no. No me retractaré, no pediré perdón, ni me arrodillaré ante los depredadores que envilecen y empobrecen al pueblo dominicano. Gente que no podía pagar un almuerzo en el comedor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el más barato del país, ahora exhiben, tras su paso por el Estado, fortunas que no pueden justificar.
En aquel artículo del año pasado que fue censurado totalmente y para siempre, yo recordaba que
“…en el caso de Félix Bautista, su posición de fachada y escudo del verdadero poder en el grupo corporativo PLD, supera todos los records de velocidad en el enriquecimiento súbito sin haber establecido industrias, comercios, plantaciones agrícolas o centros financieros.
Aunque los jueces designados por el grupo corporativo del Partido de la Liberación Dominicana encabezado por Leonel Fernández no sean capaces de aceptar las pruebas de corrupción que están a la vista de todos, ningún dominicano que se respete y que esté alfabetizado puede tragarse la mentira de que alguien pueda enriquecerse tan rápido si no está vinculado a los peores delitos que pudieran conocerse en estos tiempos del ébola.
Juan Taveras Hernández le pone la tapa al pomo de su valiente declaración cuando dice:
No le temo a la condena de los jueces, muchos de los cuales le deben el cargo al señor Bautista, al igual que muchos de sus colegas del Senado donde ocupa la curul de San Juan de la Maguana. Si he de ir preso, iré. Orgulloso me sentiré de ir a la cárcel por primera vez en mi vida condenado por esa "justicia" y por Félix Bautista.
Que sepa TH que no está solo. Muchos otros también seguiremos llamando a los ladrones por su nombre y tampoco le tememos a la mayoría de los jueces “made in PLD”. Me sentiría muy bien siendo su compañero de celda mientras contribuimos a derrumbar la estructura de ladronazos que trata de mantenerse en el poder político con el dinero robado a todo un pueblo.