Sí, lo admito. Soy una labradora de sueños. Ando con un montón recorriéndome siempre. Me ayudan a mirar el horizonte y a enfrentar a depredadores de esperanzas. Esos desalmados que desde el primer lloro, no han hecho otra cosa que gemir y nunca han podido suspirar por amor ante una puesta de sol frente al mar -o de espalda, da igual-. El mar y mis sueños son primos-hermanos por parte de inmensidad.
Aunque les aseguro que para labrar los sueños de otros, hay que tener muchos de ellos aquí dentro, y eso, a esta alturas de mis adolescentes cuarenta años, trae algunos sinsabores y frustraciones porque a la gente como nosotros, esos, los des-soñados, insensibles, egoístas y despersonalizado, les molestamos, y a veces nos tildan de: ilusos, locos, bobos, entretenidos, despistados y, peor aún, si a esos sueños les adicionas una dosis de "enfoque científico" te encasquetan el apelativo de "teórica(o)". Ya me arrancaron por esa culpa, un sueño. Alguien, sin probarme, sin darme la posibilidad de hacer, pretendió enclaustrarme, dizque por “teórica”. Y creyó el descreído que eso era posible. ¡Pobrecito! Los soñadores, aunque como humanos padecemos de algunos rencorcillos, tenemos alas invisibles y nos elevamos por encima de las miserias mundanas. No anda lejano el día en que seremos tantos los soñadores que nos alimentaremos de los sueños de los vecinos, y si a alguien se le están acabando los sueños, le daremos un chin porque tendremos muchos en casa. Los sueños hay que compartirlos para que crezcan sino perecen de tristeza.
Alguien, alguna vez, sentenció: " las mujeres como tú están condenadas a vivir solas, los hombres no soportamos una mujer con criterio y soñadora". No pude menos que responderle, tajantemente: solo un hombre machista-troglodita no soporta a una mujer soñadora. Hay muchas por ahí, en manos de brutos e insensibles como tú, incluso, obstentando altos puestos y más de un título pero con patológicos estados carenciales de neuronas y sensibilidades. Por suerte, hoy sé que hay unos cuántos Quijotes que andan cabalgando, al galope, desbrozando los caminos de tupida maleza en los entendimientos, de esos que se creen la gran cosa y piensan los necios que los títulos o los cargos gubernamentales-políticos, los hacen superiores. Bien aseveraba mi abuela: " no te cases con un título, mi’ja, cásate con una familia". Los valores y los sueños, nacen en casa.
A los soñadores se nos reconoce a la legua, mirada perdida en el horizonte, y sonrisa a flor de piel. Siempre tenemos una propuesta de solución táctica o estratégica. Creemos, firmentemente que menos la muerte y el desamor, todo tiene salvación. Los antisoñadores solo ven lo negativo y viven presos de su negatividad.
Pero…, te advierto, si eres un labrador de sueños, el tener proyectos y criterios, y plantearlos con entereza, te garantiza la envidia de los mediocres pero al final, "el tiempo, el implacable, el que pasó", sitúa a cada cual en su justa dimensión. Como versa el refrán, "no hay nada mejor que un día tras otro".
Me declaro, sí, una luchadora por los sueños de las sociedades que amo, de las personas que adoro. Y reconozco, pesan un poco, pues traigo a cuestas, sueños viejísimos que a ratos les cambio el vestido, sin embargo, ya son parte de mi existencia, me impulsan el andar. Mis sueños socioculturales, siguen como el primer día, verdecitos, esperanzadores, con muchas ganas de ser nacidos.
Es verdad, puedo ser una labradora de sueños o una provocadora de ellos, eso al menos, intento. Unas veces sale mejor, otras peor, pero con buena intención, siempre.
Y ahora mismo, anda uno revoloteándome y no puedo seguirles contando porque ese, muy especial, me tiene casi sin aliento, está a punto de miel, acomodadito sigilosamente en mi silencio para que no se asuste o me lo espanten con el "mal de ojo". Hay sueños que tienes que arroparlos en tu interior, con el calor de tus pensamientos y el silencio, porque hay muchos roba-sueños por ahí que no respetan el Derecho de Autor. Tengo muchos sueños que no han nacido por falta de capital financiero o de voluntad política, pero no porque no existan. Cuando nazcan, los compartiré con ustedes, pues si me leen es porque también, son como yo, labradores de sueños.